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LiteraturaBiografía

Alcott, Louise May (1832-1888).

Louise May Alcott.

Narradora estadounidense, nacida en Germantown (suburbio de Filadelfia) el 29 de noviembre de 1832 y fallecida en Concord (Boston) el 6 de marzo de 1888. Autora de una singular producción narrativa que, siguiendo los modelos más simples de la novela tradicional, ahonda con sencillez y sutileza en la vida cotidiana de las mujeres de su tiempo para acabar proponiendo unos modelos de conducta femenina moderadamente innovadores, es universalmente conocida por su saga titulada Mujercitas (1868-1869), en la que relata las peripecias familiares y la educación sentimental de cuatro hermanas que crecen juntas en una ciudad de Nueva Inglaterra a mediados del siglo XIX.

En dicho estado norteamericano transcurrió la infancia de la pequeña Louise May, cuyo padre, el filósofo y pedagogo Amos Bronson Alcott (1799-1888), había fundado en Massachusetts una comunidad utópica (bautizada por él mismo con el idílico nombre de Fruitlands) en la que intentó poner en práctica sus avanzados métodos educativos, inspirados en su profunda espiritualidad y en los postulados transcendentalistas defendidos por aquel entonces por el pensador, ensayista y poeta Ralph Waldo Emerson (1803-1888). El idealismo utópico del señor Alcott sumió a su familia en la pobreza -rasgo autobiográfico fácilmente rastreable en la posterior obra narrativa de su hija-, de la que comenzó a evadirse todo el clan a raíz del éxito obtenido por Louis May tras la publicación de Little women (Mujercitas, 1868-1869). Pero no era ésta la primera ocasión en que la decidida escritora asumía voluntariamente la misión de contribuir al sustento familiar, pues ya había advertido desde su temprana juventud que su progenitor, demasiado disperso en sus elucubraciones teóricas, no obtenía rentas suficientes para mantener a su esposa y a sus cuatro hijas.

Creció, pues, rodeada de grandes intelectuales que honraban con su amistad a Amos Bronson Alcott -como el ya citado Emerson, o los también transcendentalistas Nathaniel Hawthorne (1804-1864) y Henry David Thoreau (1817-1862)-, y, al mismo tiempo, obligada a desentenderse de sus especulaciones filosóficas para salir en busca de algún dinero con el que pudiera contribuir a paliar las estrecheces por las que pasaba su familia. Así, trabajó primero como profesora particular y después como asistenta, hasta que el estallido de la Guerra de Secesión (1860-1865) la impulsó a abandonar estos empleos coyunturales para alistarse entre las enfermeras voluntarias. Ya había, por aquel entonces, incubado el proyecto de ganarse la vida dedicándose al cultivo de la creación literaria, proyecto que se hizo realidad en plena conflagración bélica, cuando unas fiebres tifoideas contraídas en los insalubres hospitales de la época la obligó a suspender su voluntariado para convalecer durante largo tiempo en su casa.

En efecto, Louise May Alcott aprovechó este retiro forzoso para recopilar las cartas que había enviado a sus allegados durante la guerra en un volumen titulado Hospital Sketches (Escenas de hospital, 1863), obra que le proporcionó un cierto prestigio literario y le permitió seguir publicando algunos relatos en The Atlantic Monthly, de los que obtuvo los primeros emolumentos con los que contribuyó al sostenimiento de su familia ya en calidad de escritora. Alentada por estos primeros éxitos, a mediados de los años sesenta publicó una novela gótica titulada The marble woman (La dama de mármol, 1865), obra que, destinada desde su propia concepción a un público juvenil, ha sido recuperada recientemente por la crítica feminista como una de las primeras incursiones de la narrativa norteamericana en la problemática de la mujer contemporánea.

No fue, empero, este libro un gran remedio para los problemas financieros de la familia Alcott, considerablemente agravados por las miserias inherentes al conflicto bélico que afectaban a gran parte de la población norteamericana. Fue entonces cuando, impulsada por una necesidad económica acuciante, Louis May Alcott decidió convertir en material novelesco la historia de su propio núcleo familiar, partiendo de recuerdos y experiencias de su infancia y adolescencia que fueron configurando sobre el papel las peripecias de las cuatro hermanas March (Meg, Jo, Beth y Amy), protagonistas de Little women (Mujercitas, 1868-1869). En este auténtico best-seller de la narrativa juvenil universal, la escritora de Filadelfia describía los avatares domésticos y cotidianos de una familia de Nueva Inglaterra constituida por cuatro hermanas que, a lo largo del relato, van dejando atrás la niñez para adentrarse en un mundo adulto plagado de dificultades, entre las que sobresalen los problemas derivados de la búsqueda de empleo, la adaptación a la sociedad de su entorno y las primeras pretensiones de matrimonio. Con pulso firme y sereno que intencionadamente recurre, en no pocas ocasiones, en la sensiblería y la cursilería (concesiones -al parecer, necesarias- a las lectoras juveniles de la época), Louise May Alcott trazó en esta obra un magnífico fresco realista de las clases medias estadounidenses de mediados del siglo XIX, sin esquivar en ningún momento esas inquietudes pedagógicas heredadas de su progenitor ni renunciar a ciertas tímidas propuestas progresistas encaminadas a renovar la tradicional educación sentimental impartida hasta entonces a las mujeres. Logró, con ello, no sólo que millares de jóvenes lectoras norteamericanas de su tiempo se identificasen plenamente con los anhelos y las frustraciones de las hermanas March, sino que durante casi un siglo y medio, millones de lectores de cualquier edad se conmovieran con las penas y alegrías de esas cuatro muchachas que, en el fondo, encarnan uno de los mitos universales más extendidos en todas las culturas: el tránsito doloroso de la infancia feliz a las asperezas de la edad adulta. Precisamente fue la validez universal de los temas, tópicos y motivos tratados por Louise May Alcott en Mujercitas lo que dio pie, ya en pleno siglo XX, a varias versiones cinematográficas que gozaron de gran aceptación entre los espectadores de todo el mundo, como la rodada y producida en 1949 por el cineasta norteamericano Mervyn LeRoy (con algunos intérpretes de la talla de Ella Geisman, Elizabeth Taylor, Janet Leigh, Peter Lawford y Lucile Watson), o la más reciente (1994) de la directora australiana Gilliam Armstrong (en la que intervienen, entre otros actores, Gabriel Byrne y Susan Sarandon).

Gracias al éxito de ventas que obtuvo de inmediato Mujercitas, la familia Alcott pudo hacer frente a todas sus deudas y comenzar a vivir con holgura; sin embargo, la escritora no logró nunca recuperarse de las secuelas que le había dejado la grave dolencia contraída durante la Guerra de Secesión, por lo que, a pesar del reconocimiento literario y la bonanza económica, pasó los últimos años de su vida en constante sufrimiento, aquejada de un cansancio y una debilidad permanentes. Sus años de madurez se vieron ensombrecidos, además, por la muerte de su madre y de su hermana menor May, quien dejó una pequeña huérfana de cuya crianza y educación se encargó Louise May Alcott. Pese a todas estas desgracias, la autora de Filadelfia sacó ánimos para prolongar el éxito editorial de Mujercitas en otras muchas narraciones juveniles de idéntica ambientación doméstica y similar inspiración autobiográfica, como An Old-Fashioned Girl (1870), Aunt Jo's Scrap Bag (compuesta por seis volúmenes que fueron apareciendo entre 1872-82), Los primitos (1871), Eight Cousins (1875), Rose in Bloom (1876) y Jo's boys (Los muchachos de Jo, 1886). Además, intentó revalidar entre los lectores masculinos la difusión obtenida por Mujercitas, con una narración de planteamiento parejo -Little men (Hombrecitos, 1871)- que, aunque también ha gozado de enorme popularidad desde su publicación hasta nuestros días, no logró remontarse a las cotas de éxito alcanzadas por su obra maestra.

La fama que le reportaron las espléndidas versiones cinematográficas de sus novelas propició que la crítica contemporánea rastreara entre sus obras menos conocidas, lo que a su vez dio pie a la reedición de estos textos menores de Louise May Alcott y a una notable aceptación de ellos no sólo entre los jóvenes lectores, sino también entre el público adulto de todo el mundo. Vieron la luz, impulsadas por esta recuperación tardía de su obra, algunas narraciones tan interesantes como Work: A Story of Experience (1873), en la que la escritora de Filadelfia echó mano de sus vicisitudes juveniles dentro del mundo laboral para referir la historia de una muchacha pobre que lucha afanosamente por su supervivencia aceptando diferentes empleos eventuales y poco cualificados. Asimismo, se reeditaron algunas de las novelas góticas que Louise May Alcott publicó bajo pseudónimo entre 1863 y 1869, cuando escribía afanosamente para mantener a los suyos con la publicación de estos textos en los medios de comunicación; estos textos menores fueron recopilados y reeditados a mediados de los años setenta, en dos volúmenes titulados Behind a Mask (1975) y Plots and Counterplots (1976). Finalmente, en 1987 vio la luz A Modern Mephistopheles, una narración gótica que, publicada originariamente en 1877 bajo pseudónimo, relata la peripecia de un poeta fracasado que recurre a un pacto diabólico en un desesperado intento de ganar la celebridad negada a su obra; y, en 1995, salió de la imprenta otra novela gótica de la autora de Mujercitas, titulada A Long Fatal Love Chase, escrita en 1866 y nunca editada hasta entonces.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.