Ajmadúlina, Bella Ajátovna (1937-2010)
Poetisa y traductora rusa, nacida en Moscú en 1937 y fallecida el 29 de noviembre de 2010. Por la hondura y calidad de su producción poética, caracterizada por su perfecto rigor métrico y su exquisita atención a la pureza expresiva, está considerada como una de las principales voces femeninas de la lírica rusa de la segunda mitad del siglo XX, durante el período denominado "Deshielo".
Nacida en el seno de una familia cosmopolita en la que se cruzaban ramas de ascendencia tártara e italiana, la joven Bella Ajátovna Ajmadúlina pronto dio muestras de un inusitado interés por el conocimiento de diferentes culturas humanísticas. Así, tras licenciarse en Literatura por el prestigioso Instituto Gorki, emprendió un largo viaje por Asia Central, en el que tuvo ocasión de asimilar algunas de las tradiciones literarias más relevantes de su pueblo.
A su regreso a la capital moscovita, contrajo nupcias con otra de las figuras más destacadas de la lírica rusa contemporánea, el poeta Yevgueni Alexándrovich Yevtushenko, de quien se separaría posteriormente. En compañía de éste -y unidos, ambos, al también poeta Voznesenski-, Ajmadúlina se convirtió a comienzos de los años sesenta en una de las voces sobresalientes de la nueva generación poética sobrevenida en la Unión Soviética tras la desaparición de Stalin, en un período político y cultural conocido por el nombre de "Deshielo". La relativa libertad de que gozaron los escritores durante dicho período permitió a la poetisa moscovita plasmar en sus poemas todo el inconformismo que, años atrás, le había ocasionado serios enfrentamientos con el riguroso sistema dictatorial estalinista, enfrentamientos que habían provocado el silencio editorial al que estaba reducida la obra literaria de la autora.
Pero a comienzos de los años sesenta irrumpió, finalmente, en el panorama literario de su nación, merced al poemario titulado Struna (El arpa, 1962), una obra que mereció una excepcional acogida por parte de los lectores y la crítica especializada (conocedora, en parte, de una buena porción de la obra inédita de Ajmadúlina, hasta entonces sólo difundida en círculos privados). En este poemario, la joven poetisa mostraba una de las normas más características de su particular manera de entender el hecho poético, consistente en observar en todo momento un extraordinario respeto por las formas métricas tradicionales. Junto a esta constante en toda su obra lírica, Bella Ajátovna Ajmadúlina hacía gala, ya desde su primer título impreso, de un respetuoso acercamiento a los registros populares del lenguaje, siempre dentro de unas coordenadas creativas gobernadas por sus continuas investigaciones sobre el lenguaje poético, su anhelo de alcanzar la mayor pureza expresiva y su firme creencia en el valor simbólico de la palabra. En resumidas cuentas, una poesía que sabía revestir la fuerza inconformista de su mensaje con un ropaje tan minucioso y perfectamente elaborado que incluía a su autora, por derecho propio, entre los principales cultivadores del virtuosismo poético en la literatura rusa de todos los tiempos.
A Struna (El arpa o, en otras traducciones, La cuerda) le siguió una segunda entrega lírica publicada bajo el título de Dozhd (La lluvia, 1963), obra que vino a confirmar la maestría de la poetisa moscovita. Un año después, Admadúlina dio a la imprenta Moya rodoslovnaya (Mi genealogía, 1964), un nuevo poemario que, sin abandonar las rigurosas exigencias formales presentes en los libros anteriores, recurre a las innovaciones experimentales para denunciar -con una sinceridad rayana en la temeridad- la anquilosada, caduca y reaccionaria mentalidad de quienes se empecinaban en conservar la férrea ortodoxia estalinista.
Tras un lustro de silencio editorial -aunque no creativo-, Bella Ajmadúlina volvió a los anaqueles de las bibliotecas con Uroki muzyki (Lecciones de música, 1969), una entrega poética que venía a inaugurar la etapa de madurez de su producción lírica. En esta obra, la todavía joven poetisa introdujo una substanciosa innovación temática que, sin venir a desplazar los asuntos amorosos presentes en su etapa anterior, añadía una serena pero amarga reflexión acerca del papel reservado al poeta -y, en general, al creador artístico- en la sociedad contemporánea. Coherente con este carácter más reflexivo de sus nuevos contenidos, el aspecto formal de la poesía de Ajmadúlina se despoja ahora de su antiguo virtuosismo expresivo para ganar en sobriedad y contención, pero sin perder un ápice de esa pureza expresiva que caracterizaba también las composiciones líricas de su primera etapa.
El resto de la obra original de Bella Ajátovna Ajmadúlina se completa con un poemario titulado Stikhi (Versos, 1975). Además, gracias a su esmerada formación cultural, la escritora moscovita fue autora de numerosas traducciones poéticas de composiciones escritas en diferentes idiomas.
Bibliografía.
-
SLONIM, Marc. Escritores y problemas de la literatura soviética, 1917-1967 (Madrid: Alianza Editorial, 1974)