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Adriano VI, Papa (1459-1523).

Llamado Adriano Florensz; nació en Utrecht (1459) en el seno de una familia humilde: su padre era artesano; murió en Roma (1523). Ocupó el solio pontificio de 1522 a 1523. De procedencia humilde, estudió filosofía, teología y derecho canónico, en la célebre Universidad de Lovaina, donde también practicaría la docencia. Ordenado sacerdote, fue Adriano un hombre comprometido con el círculo humanista de reforma interna de la Iglesia. En 1515 acudió a Castilla para defender los derechos sucesorios sobre los reinos hispánicos de Carlos V. En 1516 fue nombrado obispo de Tortosa e inquisidor general de la Corona de Aragón y del reino de Navarra. En 1517 obtuvo el birrete cardenalicio y, al año siguiente, tras la muerte de Cisneros, fue nombrado inquisidor general de la Corona de Castilla. Entre 1520 y 1522, el cardenal Adriano ocupó la regencia de la Corona de Castilla con ocasión de la ausencia de Carlos I de España para su coronación imperial de Alemania. Durante este período le tocó sofocar la revolución de las Comunidades de Castilla con la ayuda de la nobleza castellana.

En 1522, a la muerte de León X el emperador le hizo nombrar Papa contra su voluntad. Se distinguió en su cargo por su austeridad y sus sentimientos caritativos y, desde el primer momento, por la sencillez de sus costumbres: en lugar de ocupar los suntuosos palacios de León X, se alojó en el último piso del Vaticano con un criado, un secretario y un ama de llaves por toda servidumbre. Redujo a 6000 ducados el sueldo de los cardenales, combatió el desarrollo del arte del Renacimiento, trató de impedir los progresos de Lutero en Alemania y se preocupó de contener a los turcos. Cuando Saladino se apoderó de Rodas, envió cartas apremiando a todos los monarcas cristianos a auxiliar a los caballeros de San Juan de Rodas, pero su intento fracasó. Se mantuvo neutral en la guerra entre Carlos V y Francisco I, tratando de unirlos para que combatieran juntos a los otomanos, proyecto que también fracasó. Entró en la Liga contra Francia formada por Carlos V, Enrique VIII y la República de Venecia. Confirmó a España el derecho de Real Presentación para los obispados que ya les había otorgado en 1482. La supresión de las corruptelas en la corte pontificia le valió la enemistad de los cardenales y prelados romanos. Se fue granjeando odios por su rectitud en esta materia, hasta que al morir, la casa de su médico apareció adornada de flores con esta inscripción: Al libertador de la patria. Pero su caridad le valió el amor de los desgraciados, en compensación a los sinsabores que sufrió. Le sucedió Clemente VII. Ocupa el número 222 de los papas y gobernó la iglesia durante un año y ocho meses.

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