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HistoriaBiografía

Adán Trujillo, Juan Ángel (ca. 1777-?).

Abogado y mariscal de campo español nacido hacia el año 1777, cuya fecha de muerte se desconoce.

Hijo del escribano de Calzada de Calatrava, Juan Antonio Adán, y de Vicenta Trujillo. Tras aprobar los cursos de Filosofía, disfrutó de una beca en el Colegio de San Bartolomé y Santiago de Granada (1 octubre 1792 - 20 enero 1796). Se graduó en Leyes por la Universidad de Orihuela. Abogado de los Reales Consejos (7 octubre 1800), año en que, además, abrió un bufete en Manzanares (Ciudad Real). Se casó con Josefa López Guerrero, y el 5 de septiembre de 1802 fue nombrado fiscal y padre general de menores en la propia villa de Manzanares.

Establecido después en Santa Cruz de Mudela (Ciudad Real), el 5 junio 1808, al entrar los franceses en la villa, escribió y publicó una proclama promoviendo el armamento contra los invasores, consiguiendo su objetivo pues los enemigos fueron muertos o detenidos. En diciembre de 1808 se retiró a Manzanares, hasta la llegada también allí de los franceses, lo que le obligó a marcharse con su mujer y tres hijas, no regresando ya hasta la liberación.

Entre el 1 de mayo y el 17 de agosto de 1809 fue comisionado para cobrar intereses del Infante Don Carlos producidos por la Encomienda Mayor de Calatrava. También confiscó fusiles y armas abandonadas.

En julio de 1810 entró en el partido de Alcázar de San Juan, ocupado entonces por los enemigos, e hizo que se celebrasen elecciones para las juntas de provincia, las que se instalaron en agosto 1810. Por este acto fue comprendido en el decreto de proscripción del Intruso, de 21 abril de 1811. El 17 agosto de 1810 la Junta Superior de la Mancha le nombró auditor de guerra interino de la provincia, sin sueldo, destino que sirvió hasta el 10 de octubre, en que fue designado alcalde mayor de Bonilla en comisión. El 16 de octubre de 1810, el director de las guerrillas de la Mancha, coronel Antonio Claraco y Sanz, le nombró asesor de las mismas. En julio 1811 recaudó en los pueblos de Barrax, Munera y Balazote los diezmos pertenecientes a S.M., por los conceptos del Excusado y Obrero, y el 20 octubre 1811 se encargó de la administración interina de la encomienda de Villamanrique.

Desde el 12 de junio de 1812 hasta el 28 de enero de 1814 fue asesor de la guarnición del castillo de las Peñas de San Pedro. Colaboró con su gobernador en la eliminación del bandidaje: el 22 enero 1814 tuvo un encuentro con veinte ladrones en Molinos de Albadalejo, en el que mató a catorce, siendo él herido. El 14 diciembre 1814 fue nombrado alcalde mayor de Calatayud, y el 23 de abril de 1815, auditor de guerra honorario.

Hombre que se estima a sí mismo mucho, y sobre todo los servicios prestados a S.M., consigna que hizo un donativo a la corona de 1200 reales, para atender a sus urgencias. El 2 junio 1817 estalló un motín en Calatayud entre paisanos y soldados, como consecuencia de un accidente en la corrida de vacas, el cual no siguió gracias a su rápida intervención.

El 7 de marzo de 1820 llegó un emisario de la Junta revolucionaria de Zaragoza, con órdenes para que también en Calatayud se publicase la Constitución. Las autoridades civil y militar dejaron que el emisario siguiera a Daroca, mientras él se aprestó a defender el absolutismo.
La aceptación por el Rey de la Constitución le obligó a contemporizar, aunque se dio cuenta en seguida de que esa no era la voluntad de S.M. Los liberales le procesaron, y sólo se libró a costa de grandes sacrificios pecuniarios. En adelante pasa a ser hombre fundamental en la contrarrevolución aragonesa. A todas sus acciones las califica él mismo de heroicas en grado sumo. Prometiendo premios y recompensas logró tener crecido número de aragoneses dispuestos a levantarse en cuanto les diese la señal. De acuerdo con el general Juan Sánchez Cisneros, después de que éste le escribiese el 5 de julio de 1822 la necesidad de pasar a la acción, determinó el día 10 sublevarse en Calatayud, tomar el título de comandante general de Aragón y proclamar la abolición del sistema constitucional, sustituido por el absoluto, para lo que hizo prisionero al jefe político y expulsó de la ciudad a las tropas constitucionales.

Las circunstancias de la lucha a nivel nacional le obligaron a pasar a Navarra, donde incorporó sus tropas a las de Vicente de Quesada. A finales de octubre de 1822 regresó a Aragón, al ser nombrado por la Regencia de Urgell comandante de todas las partidas del Bajo Aragón. Al frente de 28 hombres, según dice, fue dispersado en los Molinos de Araviana o Beratón por una columna liberal, que salió de Borja, obligándole a refugiarse en el Moncayo. Oculto de día y caminando de noche, pudo reunirse con los restos de algunas partidas realistas. Consiguió aumentar su fuerza, pasó a Mequinenza, de acuerdo con Sánchez Cisneros, en donde entró el 16 de diciembre de 1822, para ponerse de acuerdo con el comandante general del Alto Aragón, José Benito Valonga, y la Junta de provincia, pero se encontró con que Valonga llevaba un mes en Francia. Según Adán, que escribe en 1827, Bessières cometió entonces una gran traición, pues estaba al habla con el general liberal Felipe Montes. Jorge Bessières, por su parte, le ataca duramente en su Manifiesto de 1823. El 19 diciembre 1822 llegó Bessières a Mequinenza, con las partidas de Capapé, Mirallas y otras, e inmediatamente encerró a Adán y a algunos de sus oficiales en el castillo, y dio orden al gobernador interino del mismo de que fuesen pasados por las armas. Pero como el día 21 Bessières abandonó la plaza, el gobernador del castillo puso en libertad a Adán, haciendo que todos los oficiales le reconociesen por comandante general del ejército realista del Bajo Aragón.

El general liberal Manuel Velasco puso sitio a Mequinenza el día 23, y aprisionó a la mujer y a las tres hijas de Adán, que éste había dejado en Calatayud, y amenazó con degollarlas si no se entregaba. Adán despreció estas palabras, siempre según su versión, y a partir del 27 se le incorporó Sánchez Cisneros, que también había sido atropellado por Bessières. Adán y Cisneros pusieron la plaza en un buen estado de defensa, y escribieron y publicaron proclamas para levantar el espíritu público en Aragón y Cataluña. Lograron su propósito, pues Mequinenza no fue tomada por los liberales. El 17 de mayo de 1823 Adán derrotó a una columna liberal que venía al mando del jefe político de Calatayud, pero esta afirmación se halla en contradicción con lo que dice después, de que salió de Mequinenza el 20 de marzo de 1823, teniendo que entrar en Francia el 27.
Había dejado arrestados en Mequinenza a los individuos de la Junta de provincia, a Martín Cabo, y a Miguel Calvo Conejo, los cuales fueron puestos en libertad por Antonio Fuster, y apenas se vieron libres denunciaron a Adán ante la Regencia de Madrid y ante el capitán general que le sucedió en el mando. Así comenzó un largo proceso, en virtud del cual fue detenido el 8 de septiembre de 1823.
El fiscal Mariano Castells dio un dictamen favorable, el 22 de mayo de 1824, pero aquel fue sustituido por Félix Cortés, que en un año no hizo nada. Mientras tanto murió una de sus hijas, y luego la mujer, y el Consejo de Guerra de oficiales generales el 11 de octubre de 1826 le condenó a seis años de presidio en África, cosa que el interesado, en su desesperación, atribuye a influjos liberales.
Los cargos de la acusación consistían en haber procurado la deserción en las filas realistas, en que admitió el parlamento y correspondencia con los jefes enemigos, y en que abandonó Mequinenza maliciosamente, comprometiendo su seguridad y la de los realistas que le siguieron a Sariñena. También se le echa en cara haberse titulado comandante general de Aragón, para lo que no tenía ningún derecho. Se defiende negando todos los cargos, y denunciando a su vez el pasado liberal de los vocales del Consejo (batallón sagrado de Zaragoza, etc.), pero es lástima que no detalle las acusaciones contra cada uno de ellos, sin que se mantiene siempre en términos genéricos. Se queja de no tener más recursos que los 848 reales de su paga, con los que se mantiene a sí mismo y a su familia. En instancia al Presidente del Consejo, firmada en el castillo de la Aljafería de Zaragoza el 17 de febrero de 1827, pide la revisión del proceso. El proceso no le impidió ascender a mariscal de campo en 1826, y tampoco ser reconocido auditor de guerra, en propiedad, en 1828.

Autor

  • Gil Novales.