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PolíticaLiteraturaBiografía

Acosta, Agustín (1886-1976).

Poeta y político cubano, nacido en Matanzas en 1886 y fallecido en Miami (Estados Unidos de América) en 1976. Ligado al ejercicio de la creación poética, quedó adscrito desde los comienzos de su trayectoria lírica al movimiento posmodernista cubano, integrado, entre otros autores, por los poetas Regino E. Boti y José Manuel Poveda. Dentro de esta corriente, la poesía de Agustín Acosta se significó por su ahondamiento en la sencillez comunicativa, por vía de un lenguaje claro y directo que pronto hizo posible el conocimiento de sus composiciones no sólo en Cuba, sino en todo el ámbito literario antillano y centroamericano. A pesar de esta búsqueda permanente de la sencillez expresiva y de los valores comunicativos, Agustín Acosta nunca cayó en los planteamientos temáticos simplistas; antes bien, su obra se distingue por un elevado tono de indagación íntima que, en no pocas ocasiones, deja lugar a un amplio abanico de preocupaciones sociales. Tanto es así, que el escritor de Matanzas está considerado como el primer representante de la poesía social en la historia de las Letras cubanas.

Su irrupción en el panorama poético de la isla antillana vino protagonizada por el poemario titulado Ala (La Habana: Jesús Montero, 1915), libro que revelaba el nacimiento de una vocación literaria relativamente tardía -al menos, para un poeta-, pues vio la luz cuando su autor estaba a punto de cumplir los treinta años de edad. Sin embargo, a partir de entonces su trayectoria lírica iba a cobrar un firme pulso creativo que habría de mantenerse en el primer plano de la literatura cubana durante buena parte del siglo XX.

En 1923 salió de la imprenta su segunda entrega poética, titulada Hermanita. Poemas (La Habana: Imprenta El Siglo XX, 1923), obra centrada exclusivamente en la temática amorosa. Tres años después apareció uno de sus poemarios más célebres, La zafra (La Habana: Minerva, 1926), en el que Acosta denunciaba la agitación política y social que se vivía dentro del sector agrícola azucarero, desde una preocupación decididamente nacionalista que le llevaba a criticar la implantación en Cuba de las grandes explotaciones multinacionales del extranjero. Esta inquietud político-social estaba dirigida, empero, hacia los intereses de los colonos y propietarios criollos, sin reparar apenas en la penosa situación de la mano de obra recolectora.

La trayectoria poética de Agustín Acosta quedó parcialmente interrumpida, tras la aparición de La zafra, durante un largo período de diez años en los que el autor estuvo absorbido por sus elevadas ocupaciones políticas. La caída del dictador Gerardo Machado y Morales le permitió ocupar altos cargos en la vida pública cubana, donde fue nombrado, sucesivamente, gobernador provisional de su estado natal de Matanzas, secretario de la Presidencia (durante el gobierno de Mendieta), presidente del Partido Unión Nacionalista y senador de la República de Cuba.

Su regreso al mundo de las Letras vino de la mano de la que pronto habría de ser considerada su obra maestra, un nuevo volumen de versos publicados bajo el título de Los camellos distantes (La Habana: Molina, 1936). Se trata de un poemario plagado de espléndidas composiciones, en las que la búsqueda y asimilación de las novedosas tendencias poéticas despliega una gran variedad de aciertos estilísticos y una fecunda riqueza temática. Con la publicación de esta obra, Agustín Acosta se consolidó como uno de los grandes poetas hispanoamericanos del momento, capaz de adaptar a sus propios registros creativos las formas y los temas más variados.

De ello volvió a quedar constancia, un lustro después, con salida a la calle de su siguiente entrega poética, Últimos instantes (La Habana: La Verónica, 1941), una brillante colección de sonetos en los que la perfección formal dejaba traslucir una evidente recuperación de los antiguos postulados modernistas. Posteriormente, Agustín Acosta siguió multiplicando su variedad de registros a través de otros poemarios como Las islas desoladas (La Habana: Imp. F. Verdugo, 1943), Jesús (La Habana: Sociedad Colombista Panamericana, 1957) y Caminos de hierro. Poemas (La Habana: Ágora, 1963); además, compuso otros muchos poemarios que jamás vieron la luz, hallados tras su muerte en Miami en 1979. De todos ellos dio noticia el profesor Alberto Rocasolano en el prólogo de una interesante selección antológica de su obra, publicada bajo el título de Poemas escogidos (La Habana: Ed. Letras Cubanas, 1988).

Bibliografía

  • - ARENALES, Ricardo. "El libro Ala, de Agustín Acosta", en El Fígaro (La Habana), XXXI, 30 (1915), pág. 394.

- MELLAS, Julio Antonio "Un comentario a La zafra de Agustín Acosta", en Magazine Dominical de Ahora (La Habana), II, 295 (1934), pág. 5.

- VITIER, Cintio. Lo cubano en la poesía (La HAbana: Instituto Cubano del Libro, 1970), págs. 349-360.

J. R. Fernández de Cano.

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