Abd al-Malik al-Mansur, Rey de la taifa de Córdoba (ca. 1035-1070)
Rey de la taifa de Córdoba, nacido hacia 1035 y muerto en la isla de Saltés (Huelva) el 27 de julio de 1070. Cambió totalmente el rumbo de la política de sus antecesores al ejercer el poder de manera soberana. Bajo su gobierno la taifa de Córdoba fue conquistada por Muhammad Ibn Abbad de Sevilla y desapareció como entidad política independiente.
Perteneció a la familia de los Banu Yahwar, miembros de la más alta aristocracia cordobesa y entroncados con los Banu Abi Abda, clientes de los omeyas de Damasco. Hijo de Muhammad al-Rasid, que había gobernado la taifa de Córdoba únicamente con el título de visir, en 1063 tomó el poder ante la enfermedad de su padre y su imposibilidad para seguir gobernando.
A pesar de no ser el primogénito, su padre había nombrado a Abd al-Malik príncipe heredero, mientras su hermano mayor debía ocuparse de los asuntos financieros del reino, como cuidar de la inspección fiscal y controlar a los funcionarios. El control del ejército facilitó a Abd al-Malik su ascenso al poder. Contrariamente a la costumbre de sus antecesores, Abd al-Malik tomó los títulos de du l-sidayatayn ('el de los dos señoríos' -militar y civil-), al-Mansur bi-llah ('el victorioso por la ayuda de Dios') y al-Zafir bi-fadl Allah ('el triunfador por el favor de Dios') e hizo proclamar su nombre en las oraciones oficiales. Con su ascenso al poder, arrebató a su hermano las atribuciones dictadas por al-Rasid y le confinó en su domicilio con vigilancia continua.
Había heredado un reino estable en el interior y el exterior gracias a la política de sus antecesores, pero su línea de actuación política en nada tuvo que ver con la de éstos, ya que sus decisiones provocaron el deterioro de la situación interna y la ruptura de la neutralidad en política exterior. En Córdoba proliferó la corrupción y creció la inseguridad, como consecuencia de que Abd al-Malik se había rodeado de corruptos y ambiciosos funcionarios. Además Abd al-Malik puso tropas al servicio de los régulos de Carmona y Ronda en contra del rey taifa de Arcos, antes de que las dos primeras fuesen anexionadas por Sevilla (1066). Esto hizo que Córdoba entrara en el juego de las querellas de las taifas; desde aquel momento Sevilla y Toledo no cesaron de tratar de ocuparla, a pesar de sus buenas relaciones con Abbad de Sevilla, con quien mantenía correspondencia y entrevistas y a cuya política se plegó fielmente el monarca cordobés. De hecho, Abd al-Malik había servido a los intereses de Abbad aún en vida de al-Rasid, al ordenar que se asesinase a su visir, Ibn al Saqqa, que suponía un estorbo para los planes del sevillano.
En un principio cuando Yahya Ibn Ismail de Toledo pidió ayuda a Abbad Ibn Muhammad de Sevilla para conquistar Córdoba consiguió del rey sevillano una promesa de colaboración, sin embargo, tras su muerte en 1069 Abbad fue sucedido por Muhammad Ibn Abbad y el rey de Toledo, perdida la esperanza de la alianza con Sevilla, pasó a la acción por cuenta propia y se lanzó a la conquista de la ciudad califal. Abd al-Malik tan sólo había logrado reunir un pequeño número de jinetes para la defensa, por lo que tuvo que solicitar la ayuda del nuevo gobernante de Sevilla, que envió un nutrido ejército a la ciudad, capaz de hacer desistir al toledano en sus intentos de conquista. Pero una vez en Córdoba las tropas sevillanas se percataron de la debilidad de la dinastía reinante y proclamaron a Muhammad Ibn Abbad soberano de Córdoba en junio de 1070.
Abd al-Malik y su familia fueron desterrados a la isla de Saltés, donde el rey depuesto apenas sobrevivió un mes. Los cronistas cargan las tintas sobre las características negativas de su personalidad e invariablemente lo tildan de opresor y tirano.
Bibliografía
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JOVER ZAMORA, J.M. (coord.). "Los reinos de Taifas. Al-Andalus en el siglo XI", en Historia de España Menéndez Pidal, vol. VIII-I. Madrid, Espasa Calpe, 1994.
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LÓPEZ DE COCA CASTAÑER, J. E. "Los reinos de Taifas", en Historia de Andalucía, vol. II. Madrid-Barcelona, 1980.