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FilosofíaBiografía

Zúñiga, Diego de (1536-1598).

Filósofo escolástico español nacido en Salamanca en 1536 y muerto en Toledo hacia el 1600.

Vida

Su verdadero nombre fue Diego Rodríguez Arévalo. Profesó en el convento de San Agustín, tomando el hábito a los quince años. Estudió artes en la Universidad de Salamanca, en el período que va desde el año 1552 hasta el 1555; y teología en la Universidad de Alcalá, desde 1555 hasta 1558. Se ordenó sacerdote, abandonando sus estudios sin obtener grados. Fue destinado a Valladolid, y en 1563 se matriculó en la Universidad de Salamanca. Por causas desconocidas abandonó de nuevo la Universidad sin obtener los grados, retirándose a su convento de Valladolid.

Entre los años l568 y 1572, mientras residía en Madrigal, mantuvo relación epistolar con Roma, concretamente con el papa Pío V y con los cardenales Guillermo Sirleto y Alejandro Crivellí, este último antiguo nuncio en España, por cuya mediación cursó fray Diego su correspondencia romana; con ella, Zúñiga buscaba apoyo para publicar las obras que proyectaba escribir. A petición del Papa, quien reclamaba muestras de los conocimientos que Zúñiga afirmaba poseer, compuso un breve tratado, que tituló De optimo genere tradendae totius Philosophiae et Sacrosantae Scripturae explicandae, y una exposición de los libros primero y segundo de la metafísica de Aristóteles, destinada a rebatir las Animadversiones de Pierre de la Ramée. En 1573 ocupó la cátedra de Sagrada Escritura en la Universidad de Osuna, hasta, aproximadamente, 1580, fecha en la que se retiró al convento de Toledo, donde terminó sus días.

Obra

Zúñiga escribió diversas obras teológicas y escriturarias a través de las cuales mostró poseer una amplia erudición y profundos conocimiento filológicos. Una de dichas obras, In Job Commentaria, reviste un particular interés para la historia del copernicanismo en España; en ella, a propósito de un versículo del libro de Job, en donde éste decía, refiriéndose a Dios: "Conmueve la Tierra de su lugar y hace temblar sus columnas", Zúñiga alude a la teoría de Copérnico, exponiendo que dicha teoría explica mejor que las anteriores el movimiento de los planetas y los diversos fenómenos de observación astronómica, y que el movimiento de la Tierra no sólo no es contrario a las Sagradas Escrituras, sino que da luz para interpretar este oscuro pasaje más safisfactoriamente de como venia declarándose hasta entonces. Todo esto le valdría a la obra de Zúñiga el ser expurgada por la Inquisición romana, en 1616, junto a la propia obra de Copérnico.

En 1597, trece años después de la publicación de In Job Commentaria, apareció la última obra de Zúñiga, un tratado de filosofía titulado Philosophia prima pars. Esta obra, que representa la materialización de las pretensiones reformadoras de fray Diego, anunciadas en su De optimo genere, se compone de cuatro partes: metafísica, dialéctica, retórica y física. Limitándonos a la física, se encuentra allí una exposición brillante y no carente de originalidad de los temas propios de esta disciplina, según la tradición aristotélico-escolástica. En muchas cuestiones, el escritor agustino no vacila en criticar a Aristóteles y en separarse de sus opiniones, siempre que esto no comprometa lo que, según su parecer, constituye el núcleo esencial de la doctrina filosófica. Así, al estudiar el movimiento, critica la definición aristotélica, incorporando elementos de la teoría del impetus. De manera análoga, critica la noción aristotélica de lugar, y afirma la posibilidad de movimiento en el vacío. Mantiene, en cambio, la incorruptibilidad de los cielos, aún reconociendo que existen fuertes argumentos en contra de esta doctrina y, en particular, los derivados de las observaciones de la "nova" de 1572. Para Zuñiga, la aparición de la "nova" no contradice el carácter incorruptible de los cielos si se interpreta no como un fenómeno natural, sino como un hecho milagroso, muestra de la omnipotencia divina. En el capitulo dedicado a los elementos, tras exponer la teoría aristotélica, expone: "La doctrina de éste (Aristóteles), aunque está implantada, no me convence. En primer lugar, porque juzgo que es absurdísimo que el globo ígneo rodee toda la superficie de la Tierra." Para Zúñiga, como para Copérnico, la única fuente de luz y calor es el Sol, del que dice: "También al Sol llamaban fuego los pitagóricos cuando ponían al fuego en medio del universo. Pensaban que el Sol ocupa el centro del mundo, como se sigue en la gran ordenación de Copérnico, que parece ser la misma que la de los pitagóricos." De la Tierra da abundantes pruebas de su esfericidad, pero sobre su situación -si está o no en el centro del Universo- reconoce que "no se puede tener nada por cierto, por mucho que hombres doctisimos, como Aristóteles y Ptolomeo y otros muchos filósofos y astrónomos, intentaran demostrar que el orbe de las tierras está colocado en el centro del universo". "Puede suponerse que la amplitud y exaltación del universo sean mayores de lo que ningún hombre pensó jamás." Seguidamente expone la teoría de Copérnico. Acerca de los movimientos que este autor asigna a la Tierra, Zúñiga piensa que "ciertos movimientos... no son muy difíciles. Pero es dificilísimo aquel, y me parece que es el que vuelve absurda esta opinión sobre el movimiento de la Tierra, de que en el espacio de veinticuatro horas toda la Tierra gire en redondo". Las razones por las cuales le parece dificilísimo que la Tierra gire con tanta rapidez las toma, en primer lugar, de la experiencia mecánica ordinaria y, en segundo lugar, de la diferencia de naturaleza de los cielos, que son incorruptibles, y de la Tierra, frágil y caduca. Con todo, Zúñiga demuestra conocer bien la obra de Copérnico, ya que expone los argumentos desarrollados por éste en defensa de su teoría, argumentos que no le parecen suficientemente fuertes. Así, la conclusión se impone: "Permanezca, pues (la opinión de) que el globo terráqueo, donde quiera que esté, está inmóvil y que la noche y el día se producen en un circuito no de la Tierra, sino del Sol, cuando, marchando desde el orto hacia el orto de nuevo, pasando por el ocaso, regresa."

Si el cambio de actitud de Zúñiga frente a la teoría de Copérnico estuvo o no motivado por factores religiosos, es algo que no podemos decidir. En los once años que mediaron entre la aparición de In Job commentaria y Philosophia prima pars no se conoce ningún acontecimiento especial que abone tal sospecha. In Job commentaria fue, además, reimpreso en Roma en 1591, y hasta 1616 no sería expurgado por la Inquisición romana. Hay que concluir, pues, a falta de otra evidencia, que Zúniga, al no poder superar los poderosos obstáculos filosóficos que se oponían al copernicanismo, y de modo perfectamente coherente, tuvo que rechazar la verdad de esta teoría, con lo cual nos brindó una hermosa lección de física: la física aristotélico-escolástica es incompatible con el movimiento de la Tierra.

Otra de sus obras fue De vera religione in omnes sui temporis haereticos (1577), en la que trata extensa y profundamente el tema de la libertad.

Bibliografía

Fuentes

Didaci a Stunica Salmanticensir Eremitae Augustini in job commentaria. (Toledo; Ed. de J. Rodríguez, 1584); (Roma; 2ª Ed. de F. Zannetum, 1591).
Didaci a Stunica eremítae augustiniani philosophiae prima pars, qua perfecte et eleganter quatuor scientíae Methaphysica, Dialectica, Rhetorica et Physica declarantur. (Toledo; Ed. de P. Rodríguez, 1597).
De optimo genere tradendee totius Philosophíae et Sacrosantae Scripturae explicandae. (Ed. de Ignacio Aramburu Cendoya; Archivo hispano-agustiniano [vol. 55], 1961).
LÓPEZ PIÑERO, JOSE MARÍA et al. Los impresos científicos españoles de los siglos XV y XVI. Inventario, bibliometría y thesaurus. (Valencia; Cátedra de la Historia de la Medicina, 1982).

Estudios

GUTIÉRREZ, MARCELINO. Fr. Diego de Zúniga, La Ciudad de Dios.(1887).
PICATOSTE RODRÍGUEZ, F. Apuntes para una biblioteca científica española del siglo XVI. (Madrid; Tello, 1891).
NAVARRO BROTONS, V. Contribución a la historia del copernicanismo en Espana. (Cuadernos Hispano-Americanos [nº 283], 1974).

Víctor NAVARRO BROTÓNS.

Autor

  • CCG.