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PinturaBiografía

Zuloaga y Zabaleta, Ignacio (1870-1945)

Ignacio Zuloaga.

Pintor español, nacido en Eibar, Guipúzcoa, el 26 de junio 1870 y fallecido en Madrid el 31 de octubre de 1945. En 1896 se trasladó a Madrid y copió cuadros en el Museo del Prado. En 1889 viajó a Roma y un año más tarde a París, donde acudió a la Academia "La Palette", recibió clases de Puvis de Chavannes, Gervaux y Carrière. Conoció a Degas, Gauguin y Toulouse-Lautrec, y se sintió muy atraído por el impresionismo.

A partir de ese momento, alternó su residencia entre París y España, con viajes a otros países. En 1895 se instaló en Sevilla, donde se interesó por los temas taurinos y andaluces, en especial, mujeres ataviadas con trajes de volantes, mantones, mantillas, abanicos y flores, como por ejemplo, Mujer de Alcalá de Guadaira. A este momento de su pintura se le conoce como estilo "España blanca”

En 1898 se trasladó a Segovia y allí su obra adquirió gran fuerza expresiva. El paisaje y los hombres de Castilla, con los que se sintió muy identificado, son los temas predominantes de su nuevo estilo, conocido como el de la "España negra". Pintó los tipos españoles y las visiones de una Castilla ruda, hosca y empobrecida, para ello se sirvió de varios elementos, como la miseria y las costumbres tradicionales de los pueblos. Sus obras muestran una España campesina, con personajes solemnes, hieráticos y atemporales. Su visión de España le relaciona con la generación del 98: paisajes yermos y ciudades decadentes que evocan un pasado glorioso.

Ignacio Zuloaga: Torerillos de pueblo (1906).

Como paisajista, en un primer momento otorgó al paisaje un lugar secundario en el fondo de los cuadros, donde representó viejas casas agrietadas, edificaciones populares y nobles fachadas de piedra labrada desgastada por el tiempo. Así, por ejemplo, en su obra Mis primas representa una desolada y desnuda comarca por la que caminan jinetes aislados o grupos de personas. Lo mismo ocurre en El peregrino y en Gregorio el botero, donde las murallas de Ávila son el telón de fondo sobre el que destaca la figura del enano.

En otras obras como Casas viejas de Haro, Castilla la Vieja o Gregorio en Sepúlveda, el paisaje tiene la misma importancia que las figuras, y en Mujeres en Sepúlveda son las propias figuras las que conducen la mirada al pueblo segoviano, de retorcidos caminos y abigarradas casas que se alzan en un áspero paisaje de barrancos y colinas. Para Zuloaga, Sepúlveda fue el pueblo que mejor expresa el carácter español, castellano, austero y adormecido en un rincón de la historia.

Con el tiempo, por tanto, Zuloaga abandonó poco a poco la figura humana para centrarse en el paisaje, como se observa en Paisaje de Burgos, donde muestra en primer término las derruidas murallas del viejo castillo y a lo lejos, las torres de la catedral gótica; en Cerros de Calatayud define un paisaje mediante planos, la sobriedad del dibujo y de la pincelada. En primer plano se encuentran los prados y los sembrados, después, las montañas, y sobre ellas, las nubes. Otros ejemplos de interés son Paisaje de Nájera, Paisaje de Motrico, Paisaje de Tarazona, Catedral de Burgos o Paisaje de Pancorbo.

Las principales regiones españolas que le sirvieron de inspiración fueron Castilla, Aragón y Navarra, El paisaje del País Vasco, su tierra natal, está representado en Fuente de Eibar y Corrida de toros en mi pueblo.

Ignacio Zuloaga: El violinista Larrapidi (1910).

Consolidado su prestigio internacional, le encargaron decorados para las Operas de Berlín y Bruselas. En 1914 se instaló en Zumaya, pero siguió viajando a menudo. En la última etapa de su vida trabajó en su estudio de Madrid y recibió numerosos encargos de retratos, aunque sin abandonar el bodegón y el paisaje como su obra más personal. Sus retratos muestran el carácter y vigor expresivo del retratado, subraya el gesto, la acción y la mirada y abandona los detalles, rasgos y delicadezas, como se observa en el retrato de la Condesa de Noailles. Entre sus numerosos retratos destacan el de Unamuno, Valle-Inclán o Pérez de Ayala.

Zuloaga rechazó el impresionismo y buscó una pintura con fuerza, que se caracteriza por un dibujo enérgico, una constructividad volumétrica en la línea de Cézanne, una pastosidad que deriva de Van Gogh y unas curvas decorativas que proceden del modernismo y de Gauguin. Como Degas, sus composiciones muestran el motivo principal descentrado.

Su obra se reparte entre diferentes museos: Museo Zuloaga, en Zumaya; Museo de Bellas Artes, en Bilbao; Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, en Madrid; Museo de San Telmo, en San Sebastián; Museo de Bellas Artes, en Sevilla.

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