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HistoriaBiografía

Zevallos Menéndez, Carlos (1909-1981).

Arqueólogo ecuatoriano, nacido en Guayaquil en 1909 y fallecido en Quito en 1981. Realizó sus primeros estudios en una escuela particular y en el colegio Vicente Rocafuerte. Posteriormente estudió Pintura y Escultura en la Escuela de Bellas Artes de Guayaquil. Sus estudios de especialización los haría en los años 1944-1945 en la Universidad de Alburquerque. En 1931 realizó una exposición en la que presentó doscientos dibujos de arte prehistórico decorativo de la isla de Puná. Dos años más tarde consiguió la Medalla de Oro de la Municipalidad por sus creaciones artísticas basadas en el arte antiguo del Ecuador. En 1935 fue nombrado Presidente de la Sociedad de Artistas y Escritores independientes de Guayaquil. Buena parte de su vida la dedicó a la docencia en el instituto Vicente Rocafuerte (desde 1932 hasta 1944 -fecha en que renunció para ocupar la dirección del Museo Nacional de Guayaquil-) y en la Facultad de Filosofía.

Desde muy joven sintió que la pasión de su vida era la arqueología, tanto que a los doce años realizó unas primeras excavaciones en Posorja. En realidad puede decirse que no existe lugar en la costa ecuatoriana que no haya sido estudiado por Zevallos y sus ayudantes. Son muchos los descubrimientos que a él se deben: un centro religioso en Cerro Yupe (Manabí), una impronta de grano de maíz en un tiesto arqueológico, por medio de la cual pudo demostrar que en Ecuador ya existía agricultura 2.000 años a.C., durante la cultura Valdivia; el primero y único cráneo trepanado hallado en Ecuador (860 a.C.). Descubrió también las primeras culturas de piedra en Charapotó (cultura Bahía). Desde 1968 trabajó en el Valle de Chunday, donde encontró en la loma de Los Cangrejitos un entierro Huancavilca, y en él un esqueleto con una prótesis de madera (mano) insertada en el brazo derecho, caso único en toda América. Poseía una excelente técnica de excavaciones y muestreo, pero como no disponía de los actuales métodos científicos, tampoco pudo ubicar cronológicamente sus hallazgos. No obstante debe ser considerado como el precursor de la arqueología en la costa, y el descubridor de las culturas Valdivia y Machalilla. A mediados de la década de 1950, llegó a ser considerado la primera figura ecuatoriana en el campo de la arqueología.

Participó en varios Congresos de Americanistas, como en los de San José de Costa Rica (1958), Viena (1960) y Lima (1970); en el de Antropología y Etnografía de París (1960) y también fue invitado a Washington como invitado para exponer sobre la metalurgia en Sudamérica. Son muchas las obras e instituciones que deben a él su origen: el Museo de Arqueología del Vicente Rocafuerte (1942); Museo de Orfebrería Prehistórica Ecuatoriana del Núcleo del Guayas (que hoy lleva su nombre), también conocido como Museo del Oro; La Sociedad Ecuatoriana de Estudios Arqueológicos (1967).

Su producción bibliográfica se encuentra dispersa en publicaciones especializadas y en revistas. Entre sus obras recordamos: Los anzuelos de concha del formativo temprano, en colaboración de Olaf Holm; La orfebrería prehispánica del Ecuador y sus relaciones con las áreas vecinas (1965); Informe preliminar sobre el cementerio Chorrera en la bahía de Santa Elena (1965); Presencia de cucharas y uso de las columellas en la cultura Valdivia, en colaboración con Olaf Holm (1970); La mutilación dentaria en el antiguo Ecuador (1971); Nueva contribución al conocimiento de la cultura Valdivia (1971); Evidencias de intercambio comercial entre Huancavilcas, en la zona del Perú (1974); Tecnología metalúrgica del Ecuador Prehispánico (1975); Los Huancavilcas de Lomas de los Cangrejitos (1975). En 1987 la Universidad de Guayaquil publicó su obra La gran navegación prehispánica en el Ecuador, considerada por Zevallos Menéndez como su testamento cultural. Inéditas siguen Tecnología y arte de la Metalurgia en el Ecuador, Nuestras raíces Huancavilcas y El arte decorativo punae. Estilizaciones geométricas y zoomorfas.

Serio, reservado, sabio y maestro sencillo, poseyó la ingenuidad de las almas grandes que no conocen el egoísmo porque dan a sus alumnos todo lo que saben. Su sabiduría y su incansable trabajo merecieron varios reconocimientos oficiales: Medalla al Mérito Científico de la Municipalidad de Guayaquil (1974), Doctor Honoris Causa por la Universidad de la misma ciudad (1974), y Orden Nacional al Mérito en el grado de Comendador, concedida por el Gobierno Nacional (1975). Murió inesperadamente en Quito, en casa de su amigo Alfredo Pareja Diez-Canseco.

Autor

  • CCG.