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Yánez Cossío, Alicia (1929-VVVV).

Narradora, poetisa y periodista ecuatoriana, nacida en Quito en 1929. Autora de una considerable producción narrativa protagonizada por personajes femeninos cuya fortaleza les permite afrontar con audacia y decisión la búsqueda de su propia identidad y el enfrentamiento con las convenciones sociales, religiosas y morales de la sociedad en la que viven, está considerada como una de las voces más destacadas de la literatura ecuatoriana contemporánea escrita por mujeres.

Vida

Nacida en el seno de una familia numerosa compuesta por catorce miembros (sus padres y los doce vástagos fruto de su matrimonio), tuvo acceso desde niña a una esmerada educación en un colegio de monjas, donde estuvo a pique de caer en el fracaso escolar debido a su manifiesta incapacidad para la aritmética. Sin embargo, le salvó de esa deficiencia -"que me catalogaba de retrasada mental", según manifestó años más tarde la propia escritora- su innata vocación literaria, plasmada en numerosos versos e historias fantásticas que inventaba sin cesar, todavía en plena niñez, con el propósito de entretener a sus hermanos. Ya en su juventud, contrajo nupcias con un ciudadano cubano y residió por espacio de cinco años en el país de su esposo, donde continuó escribiendo y reflejó en sus textos una buena parte del proceso revolucionario cubano.

Madre de cinco hijos, se consagró a la educación y crianza de su prole, al cuidado de su hogar y a la atención de su esposo, sin disponer apenas de tiempo para escribir. Ya de regreso a Ecuador, absorbida por las labores domésticas, aguardaba con impaciencia "la llegada del ocaso" para dedicar algunas horas nocturnas a su innata vocación; pero eran tan pesadas las cargas familiares que tenía que sobrellevar que, en un largo período de siete años, sólo tuvo tiempo para escribir un pequeño volumen de versos, en el que llegó incluso a despedirse de la creación literaria, pues se veía por aquel entonces incapaz de compaginar sus tareas de ama de casa con sus aficiones creativas: "Es posible y serán casi seguro, / los últimos versos que yo escriba. / Voy a hacer poesía de la cocina, / está bien, me despido con tristeza. / Soy una mujer sin ambiciones, / con sentido común y varios hijos. / ¡Tantos libros de versos por el mundo! / ¡Tantos botones que pegar, entonces!". Para colmo de males, las dificultades económicas derivadas de la manutención de su familia la obligaron a ejercer el magisterio a tiempo completo, actividad por la que no sentía ningún aprecio.

Sin embargo, un tesón y una voluntad apreciables luego en todas las heroínas de sus novelas permitieron a Alicia Yánez mantenerse firme en su empeño de llegar a ser una gran escritora. Convencida de que, fuera de las caducas estructuras sociales de un mundo organizado por los hombres, no existía ningún impedimento natural para que las mujeres cultivaran la creación literaria, llegó a poner en entredicho una de las tesis centrales de la obra de Virginia Woolf (1882-1941), según la cual una mujer sólo puede integrarse en la pléyade de los grandes autores de su tiempo si cuenta con independencia económica y suficiente privacidad. "Ella dice -apunta Alicia Yánez, ya en su vejez-, en su libro Una habitación propia, que para que una obra de una mujer sea reconocida necesita de dos factores indispensables: independencia económica y una habitación propia para escribir. Yo he logrado escribir sin estos dos factores, a lo que debo añadir que soy madre de cinco hijos y abuela de diez nietos". No es de extrañar, por ende, que, aunque toda su obra gira en torno a las injusticias padecidas por la población femenina y a la reivindicación de que la mujer goce de plena libertad para vivir su vida, Alicia Yánez Cossío no se considere una feminista propiamente dicha, sino más bien una luchadora en pro de la abolición de todas esas normas y costumbres que desequilibran a la humanidad: "En estos momentos cuestiono algunos puntos del feminismo. Pienso que soy una humanista que lucha por la reivindicación de la raza humana en un mundo desquiciado y que se vale de sus personajes femeninos para decir todo cuánto puede hacer una mujer".

Firmemente resuelta, pues, a desplegar su actividad literaria sin "escuchar todo eso de que la sopa está con sabor a quemado, la ropa sin lavar y todas las impertinencias que suelen escuchar las mujeres casadas y con hijos", la escritora quiteña siguió redactando en la sombra sus cuentos y novelas hasta que, a comienzos de los años setenta, cuando ya estaba próxima a cumplir los cuarenta y cinco años de edad, envió el manuscrito de su narración extensa Bruna, soroche y los tíos al Premio Nacional de Novela convocado por el rotativo El Universo de Guayaquil. El jurado decidió otorgar el primer premio a esta obra -presentada bajo un pseudónimo masculino-, y a partir de entonces Alicia Yánez pudo consagrarse profesionalmente al cultivo de la creación literaria. Gracias al eco alcanzado por esta primera publicación, logró dar a la imprenta nuevos títulos de poesía, cuento y narrativa extensa, al tiempo que veía como su firma se hacía asidua en algunos de los periódicos y revistas más difundidos de Ecuador. Su obra posterior fue distinguida con numerosos premios y distinciones que la han convertido en una de las escritoras más representativa de la narrativa hispanoamericana contemporánea (entre otros reconocimientos, se considera a Alicia Yánez como la pionera del relato de ciencia-ficción en la literatura de su país).

Viuda desde 1993 y con sus cinco hijos casados e independizados, la escritora sigue recibiendo numerosos testimonios de respeto y reconocimiento, entre los que destaca su condecoración con la Orden al Mérito Docente y Cultural "Gabriela Mistral", impuesta por el presidente chileno en julio de 2002.

Obra

La producción literaria impresa de Alicia Yánez Cossío consta de tres volúmenes de versos, un libro de relatos futuristas, varios cuentos infantiles y siete narraciones extensas. La publicación de la novela Bruna, soroche y los tíos (Quito: Editorial Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1973) puso de manifiesto la impetuosa irrupción de una autora caracterizada por sus preocupaciones acerca de la deshumanización de la sociedad contemporánea. La protagonista de esta obra es una mujer que, ubicada en un entorno social y familiar dominado por el inmovilismo y los valores morales anclados en la tradición, lucha denodadamente por zafarse de los múltiples prejuicios que amenazan con destruirla. La crítica y los lectores vieron con buenos ojos que, frente al habitual tratamiento de este tema en las obras de los autores masculinos, en la novela de Yánez Cossío -como habría de ocurrir en el resto de su producción literaria posterior- la figura femenina consiga salir victoriosa en esta dura y desigual pelea contra el medio estático y reaccionario que la asfixia. En efecto, la protagonista acaba comprendiendo "que la vida era el supremo don que podía tener y por el cual valía la pena hacerse todas las magulladuras posibles. Si se vivía una sola y única vez era necesario sentirse plenamente ser humano, persona, mujer".

El éxito alcanzado por Bruna, soroche y los tíos propició la edición inmediata de un volumen recopilatorio de la poesía escrita por Alicia Yánez Cossío, en el que volvía a quedar patente su preocupación por la desigualdad habida entre hombres y mujeres, y su airada protesta contra esa sociedad que esclaviza, cosifica o anula a la población femenina: "La mujer es un mito: / lleva a cuestas el fardo de su carne / en el mísero comercio del prostíbulo. / Cada noche de sus manos ávidas / el amor se le va, sin darle nada... / Mujeres como cáscaras, / mujeres como esponjas, / mujeres como tumbas olvidadas. / [...] / La mujer es un mito: / por el salario mínimo en la fábrica / diseca todo el jugo de la vida, / y comercia las horas de su día / por un vestido nuevo en la oficina. / O se muere de adrede / absorta ante el espejo de su alma / en el convento. / Mujeres como máquinas, / mujeres como topos, / mujeres como velas que se apagan" ("La mujer es un mito", de Poesía [Quito: Editorial Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1974]).

Vio la luz, al año siguiente, El beso y otras fricciones (Quito: Editorial Casa de la Cultura Ecuatoriana,1975), brillante recopilación de los relatos futuristas que Alicia Yánez había ido escribiendo en los escasos ratos de ocio que lograba hurtar a sus obligaciones familiares. A pesar de la ambientación de estos relatos en un tiempo imaginario que aún está por llegar, las inquietudes de sus personajes femeninos se mueven en la misma dirección explorada por la protagonista de la novela anteriormente comentada, y acaban descubriendo que la anulación total es el único fin al que está destinada la mujer que no deja aflorar sus necesidades ni insiste en cultivarlas libremente. En este sentido, resulta especialmente afortunado el relato titulado "Hansel y Gretel", protagonizado por una mujer abnegada y conformista que acaba siendo anulada por su única y constante dedicación a la satisfacción de los gustos y caprichos de su esposo.

A finales de la década de los setenta vio la luz Yo vendo unos ojos negros (Quito: Editorial Casa de la Cultura Ecuatoriana,1979), novela en la que Alicia Yánez dejó más patente que nunca su llamada a la rebelión femenina. María, el personaje central de esta narración, es una mujer que, tras haberse separado de su marido, tiene que afrontar por vez primera en su vida la imperiosa necesidad de valerse por sí misma, en medio de un ambiente hostil que contribuye a la aparición constante de sus dudas, temores e inseguridades. Por medio de la introspección psicológica -magníficamente reflejada por la autora quiteña-, María consigue analizar su compleja situación, reflexionar acerca de su vida anterior, analizar sus actuales necesidades y convertirse, en fin, en un sujeto pensante capaz de afrontar el solitario su recorrido vital, en el que la resistencia y la rebelión contra la caduca sociedad machista cobran un papel relevante.

Por medio de la ironía, el humor y el empleo de un lenguaje claro y directo heredero de la mejor tradición oral ecuatoriana, Alicia Yánez Cossío consigue desenmascarar en sus restantes novelas esos valores caducos y anacrónicos que, sostenidos por tabúes centenarios, fueron consolidando una sociedad anacrónica e injusta, dominada exclusivamente por el hombre. Por este cauce argumental transitan otras novelas suyas dignas de mención, como las tituladas Más allá de las islas (Quito: Ed. Don Bosco, 1980), La cofradía del mullo del vestido de la Virgen Pipona (Quito: Ed. Planeta, 1985) y La casa del sano placer (Quito: Ed. Planeta, 1989).

Bibliografía

  • GERDES, Dick. "An Embattled Society: Morality versus Writing in Alicia Yánez Cossío's La cofradía del mullo del vestido de la Virgen Pipona", en Latin American Literary Review (Pittsburgh [USA]), XVIIII, nº 36 (1990), págs. 50-58.

  • GONZÁLEZ HARVILÁN, Aída. "Comentarios sobre la novela Bruna, soroche y los tíos", en El Guacamayo y la Serpiente, nº 19 (abril de 1980), págs. 51-71.

  • HANDELSMANN, Michael. "En busca de una mujer nueva: rebelión y resistencia en Yo vendo unos ojos negros de Alicia Yáñez Cossío", en Revista Iberoamericana (Pittsburgh [USA), ns. 144-145 (1988), págs. 893-901.

  • HANDELSMANN, Michael. "Yánez Cossío, Alicia", en MEDINA, José Ramón [dir.]: Diccionario Enciclopédico de las Letras de América Latina (DELAL) (Caracas: Biblioteca Ayacucho/Monte Ávila Editores Latinoamericana, 1995), vol. III, pág. 5065-5066.

  • WOLFFSOHN, Elisabeth "Algunos aspectos del relato de Alicia Yánez Cossío", en CORRALES PASCUAL, Manuel [ed.]: Situación del relato ecuatoriano (Quito: Ediciones de la Universidad Católica, 1977), t. 2.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.