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LiteraturaBiografía

Wyld Ospina, Carlos (1891-1956).

Poeta, narrador y ensayista guatemalteco nacido en Antigua (en el departamento de Sacatepequez) en 1891 y fallecido en Quetzaltenango (capital del departamento homónimo) en 1956. Autor de una variada producción literaria que, a través de diversos cauces genéricos, ahonda en la problemática social de su tiempo desde una óptica conservadora aferrada a la ideología de las clases dominantes, está considerado como una de las voces más destacadas de la literatura guatemalteca de la primera mitad del siglo XX.

Nacido en el seno de una familia humilde (formada por un ciudadano inglés y una mujer colombiana), no tuvo acceso a una esmerada formación académica, por lo que fue adquiriendo sus conocimientos culturales de forma autodidáctica. En su juventud, como tantos otros compatriotas impulsados por la necesidad de ampliar sus horizontes vitales e intelectuales, emigró a México y entabló allí contacto con algunos poetas bohemios como Salvador Díaz Mirón (1853-1928) y Porfirio Barba-Jacob (1883-1942), quienes le introdujeron en los foros literarios y artísticos del país azteca. Al socaire de estas amistades (y, muy especialmente, de su íntimo camarada Barba-Jacob), se interesó también por la agitada vida política que, por aquellos años, tenía convulsionados a todos los estamentos de la sociedad mexicana, y apoyó con tanto entusiasmo como escasa visión política las campañas militares de Victoriano Huerta (1845-1916), hasta el extremo de fundar en 1913, en colaboración con su ya mencionado amigo, el periódico Churubusco, desde cuyas páginas se defendió con ardor la soberanía de México frente a las ambiciones imperialistas de los Estados Unidos de América. Derrotado Huerta tras el bombardeo del puerto de Veracruz por parte de las fuerzas armadas norteamericanas (que impidieron así que el militar golpista recibiera el armamento procedente de Europa), Carlos Wyld Ospina abandonó México para regresar a su país natal, en donde pronto se integró en el grupo de arte moderno "Los Líricos", al lado de otros creadores guatemaltecos como el gran pintor Carlos Mérida (1891-1984), Alberto Velázquez y Rafael Yela Günther.

Comenzó a desplegar, a partir de entonces, una intensa actividad literaria que arrojó sus primeros frutos en el ámbito de la creación poética, al que aportó una primera colección de versos que, publicada bajo el título de Las dádivas simples. Poemas Xelajú (Quetzaltenango: Centro Tipográfico Herbruguer, 1921), fue acogida con grandes elogios por parte de la crítica especializada. Alentado por este éxito inicial en su carrera literaria, Carlos Wyld Ospina dio luego a la imprenta una novela titulada El solar de los Gonzaga (Guatemala: Tipografía Nacional, 1924), obra que le consagró definitivamente como una de las grandes revelaciones de las Letras nacionales del momento. Desde esta posición de privilegio entre la clase intelectual de su país, el escritor de Antigua asumió la dirección del rotativo El Baraguate, una publicación satírica que mostró todo su alcance corrosivo en las feroces críticas lanzadas desde sus páginas contra la dictadura pro-estadounidense de Manuel Estrada Cabrera (1857-1924). Fue precisamente este constante ataque contra el dictador lo que le inspiró su célebre ensayo titulado El autócrata (Guatemala: Sánchez & de Guise, 1929), en el que el modelo de tirano hispanoamericano analizado por Wyld Ospina estaba basado en la figura del político pro-americano.

Alejado luego de esta primera plana política, dio rienda suelta a su innata vocación docente e impartió clases en diferentes escuelas rurales guatemaltecas, en las que fue adquiriendo un sólido prestigio pedagógico que habría de permitirle, con el paso de los años, acceder a las aulas universitarias en calidad de profesor de Historia de la Literatura. Simultáneamente, fue incrementando su producción literaria con la narración extensa titulada La gringa (Guatemala: Tipografía Nacional, 1935) -a la que el propio Wyld Ospina denominó "novela criolla"- y el libro de relatos La tierra de los Nahuyacas (1933), para acabar volviendo en su vejez al cultivo de la poesía y escribir nuevas composiciones líricas que vieron la luz, póstumamente, bajo el título de Los lares apagados (Guatemala: Ed. Universitaria, 1958). Durante muchos años trabajó también como procurador del Banco de Occidente en Quetzaltenango, labor que compaginó, en sus vaivenes políticos, con sus cometidos como diputado en la Asamblea Nacional Legislativa (en la que ocupó un escaño en dos períodos distintos). Entre los honores y distinciones con que se reconoció en su país natal su obra literaria, periodística y docente, cabe recordar su nombramiento como miembro de número de la Academia Guatemalteca de la Lengua y de la Sociedad de Geografía e Historia.

En líneas generales, la prosa de Carlos Wyld Ospina (tanto en su vertiente narrativa como en su ámbito ensayístico) aborda la problemática social de su tiempo partiendo de una visión criollista que enfrenta a la moderna sociedad urbana con la dureza agreste del mundo rural. Su estilo ágil, colorido y pintoresco recrea espacios naturales plagados de belleza indómita, como la selva húmeda, las altas cordilleras y los grandes campos regados por violentas precipitaciones. En ocasiones, su prosa se ha comparado con la del gran escritor y político venezolano Rómulo Gallegos (1884-1969), pues ambos autores comparten ese mismo interés social anclado en las características peculiares de sus respectivos paisajes autóctonos; sin embargo, a diferencia de lo que habría de ocurrir con la prosa de ficción de la generación posterior (la de los "narradores de la revolución", que escribieron sus obras más representativas entre 1944 y 1954), en los textos novelescos y ensayísticos de Wyld Ospina la carga ideológica se inscribe dentro de la mentalidad conservadora de las clases dominantes, y, en concreto, de los valores políticos y morales impuestos desde el poder por la dictadura de Jorge Ubico (1878-1946).

Su poesía, en cambio, más descargada de este conservadurismo ideológico se limita a ensalzar la belleza del paisaje natural y urbano de su tierra, como queda patente en este magnífico soneto que el autor de Antigua dedicó a su ciudad natal: "La episcopal mansión de ancha portada / con escudos tallados en la piedra / (en el patio una fuente abandonada / y al tejado asomándose la hiedra), // roba la luz a la plazuela oscura / llena de emanaciones salitrosas / y en que, bajo una paz de sepultura, / duermen su sueño secular las cosas... // Nadie penetra a los salones viejos, / ni cruza por los patios azulejos / del antiguo palacio abandonado... // Sólo en vez en cuando, en la alta noche, / ante la puerta se detiene un coche, / y baja de él un clérigo enlutado..." ("Antigua Guatemala").

Bibliografía.

  • ACEVEDO, R. L. "Carlos Wyld Ospina: del nacionalismo al criollismo", en La novela centroamericana. San Juan de Puerto Rico: Ed. Universitaria, 1982, págs. 278-295.

  • ARIAS, A. Ideología, literatura y sociedad durante la revolución guatemalteca (1944-1954). La Habana, 1979.

  • MORALES, S. "Wyld Ospina, Carlos", en MEDINA, J. R. [dir.]: Diccionario Enciclopédico de las Letras de América Latina (DELAL). Caracas, Biblioteca Ayacucho/Monte Ávila Editores Latinoamericana: 1995, vol. III, págs. 5061-5062.

  • VV. AA. "Apreciaciones acerca de la obra literaria de Carlos Wyld Ospina", en La Gringa Guatemala: Tipografía Nacional, 1935.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.