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DeportesBiografía

Wooden, John (1910-VVVV).

Entrenador de baloncesto estadounidense, nacido el 14 de octubre de 1910 en Martinsville (Indiana). Está considerado como el mejor técnico universitario de todos los tiempos, y posee un récord que difícilmente será igualado: diez títulos de la NCAA con el equipo de UCLA (Universidad de California-Los Ángeles), al que dirigió como entrenador-jefe (head coach) durante 27 temporadas. Además de los títulos, Wooden, apodado el Mago de Westwood, también ha pasado a la historia del baloncesto por su ejemplar honestidad, por la gran cantidad de excelentes profesionales formados en su equipo y, naturalmente, como un genio táctico, ya que muchos de sus sistemas de ataque y defensa han sido, son y continuarán siendo utilizados por equipos de todo el planeta.

Comenzó a jugar al baloncesto en su escuela local de Martinsville, ocupando el puesto de alero alto debido no tanto a su estatura (1'80 m) como a su amplia envergadura. Desde sus inicios mostró un carácter de ganador nato, ya que consiguió la hazaña de llevar a su escuela a la fase final del campeonato estatal de High School (Institutos de Enseñanza Media), algo inusual para un equipo pequeño. Después de ello, Wooden se enroló en una de las más famosas universidades de Indiana, Purdue University, donde compaginó el deporte con sus estudios de Magisterio. Durante sus tres años en Purdue consiguió ser All-American (seleccionado en el quinteto ideal de la competición), y en la temporada 1931-32, el equipo de Purdue, con Wooden como alero titular, se hizo con el título de la NCAA, completando con ello una espectacular carrera en el baloncesto universitario. A pesar del éxito, su deseo de compaginar el baloncesto con su primer empleo, profesor de literatura inglesa en la Dayton High School de Indiana, le cerró el paso a los profesionales, y sólo un equipo semi-profesional del estado, los Kautsky Grocers, pudo presumir de alinearle en sus filas. En la temporada 1937-38 pasó a la South Bend High School (siempre en Indiana), donde seguía impartiendo clases y dirigiendo al equipo de baloncesto, pero el inicio de la Segunda Guerra Mundial truncó por el momento su carrera de entrenador. Durante el conflicto se alistó en las Fuerzas Aéreas, donde desempeñó la labor de instructor de pilotos. Tras el paréntesis bélico volvió a trabajar en South Bend, pero en la temporada 1947-48 los dirigentes de Indiana State University le ofrecieron el puesto de head-coach, que Wooden aceptó gustoso. En sólo unos meses inculcó su carácter ganador y su obsesión por la preparación física a sus jugadores, de modo que llegaron a la fase final de la NCAA con una excelente marca de 29 victorias por 7 derrotas. Pero cuando algunos analistas se atrevieron a señalar al equipo como uno de los favoritos, Wooden, en un hecho sin precedentes y que ensalza su calidad humana por el contexto temporal en el que sucedió, renunció a participar en el torneo debido a la prohibición de que jugadores de color tomasen partido en él.

A pesar de la valentía de su decisión, los dirigentes de Indiana State no quedaron demasiado satisfechos con Wooden, cuestión ésta que tal vez pesó lo suficiente para que aceptase la oferta de la californiana UCLA, encuadrada en la conferencia Pacific. La fama y prestigio del técnico era grande, pero sus inicios fueron desalentadores, ya que Wooden, como buen Hoosier natural de Indiana (el estado norteamericano del baloncesto por excelencia), estaba acostumbrado a que su deporte se viviera por encima de cualquier otro, cosa que no ocurría en la costa oeste, donde el fútbol americano contaba con mayores simpatías. Durante toda la década de los 50, y a pesar de tres presencias en la fase final de la NCAA (1949-50, 1951-52 y 1955-56), la lucha se centró en incrementar el presupuesto de los Bruins. Cuando a principios de la década siguiente UCLA ya contaba con una estructura adecuada, Wooden comenzó a ensamblar un equipo que asombraría al mundo en la temporada 1963-64, en la que se alzarían con su primer campeonato de la NCAA ganando la final a la poderosa Duke University por 98-93, en una temporada en la que obtuvieron un récord de 30 victorias y ninguna derrota. Por si fuese poco, en el equipo de los Bruins californianos ninguno de sus integrantes superaba el 1'95 de altura; todo su juego se basaba en las características típicas del baloncesto Wooden: rapidez, contraataque, defensa a ultranza, grandes porcentajes de tiro y lucha hasta la extenuación, avalada por la gran capacidad física de sus atletas. Las estrellas de ese equipo, Gail Goodrich, Walt Hazzard y Keith Erickson, respondían todos al mismo patrón. Un año más tarde (1964-65), y a pesar de la baja de Hazzard, de nuevo Wooden consiguió ganar el campeonato, gracias a los 42 puntos de Goodrich en la final contra los Spartans de Michigan University. En la siguiente campaña, con todos los míticos jugadores graduados y probando suerte en las ligas profesionales, UCLA cedió en la Pacific ante Oregón State University y no disputó la fase final de la NCAA, pero sólo se trataba de un año de transición: Lew Alcindor esperaba su oportunidad.

Otro de los detalles que engrandecen la figura de Wooden fue su casi continua negativa a los reclutamientos, así como a visitar personalmente a los jugadores que quería para su equipo. Así, mientras el resto de los entrenadores entraba en una frenética carrera, desde mayo hasta agosto, por reclutar nuevos talentos, Wooden los pasaba tranquilamente en su casa angelina, puesto que para él cualquier jugador que superase sus exigentes pruebas estaba capacitado para jugar en su equipo. Una de las pocas excepciones a esta política tuvo lugar en 1966, cuando convenció a Lewis Alcindor, una gacela de ébano con 2'18 m de estatura que había batido todos los récord posibles en la Liga Católica de Nueva York, para que formase parte de los Bruins. Años más tarde, Alcindor, ya rebautizado como Kareem Abdul Jabbar, recordaba que Wooden le había impresionado precisamente porque no había hablado demasiado de baloncesto en la famosa entrevista, sino de su particular filosofía de la vida. El caso fue que Alcindor conmocionó a la NCAA, cuyos dirigentes, tratando de minimizar el impacto de éste, prohibieron los mates en la competición. Todo fue en vano: con Alcindor de estrella, secundado por típicos jugadores-Wooden como Mike Warren, Lucious Allen y, el último año, Sidney Wicks, el técnico de Indiana ganó con los Bruins los campeonatos de 1966-67, 67-68 y 68-69, con la escalofriante cifra de 88 victorias por 2 derrotas. Pero muy pronto, en la temporada siguiente, Wooden iba a demostrar que su equipo era precisamente eso, un equipo, por encima de genios como Alcindor. En la temporada 1969-70 los Bruins ganaron de nuevo el campeonato, con Sidney Wicks y Henry Bibby de supervivientes, pero con Steve Patterson, el eterno suplente de Alcindor, en el cinco inicial, ganando en la final a Jacksonville University, el máximo favorito al título, que contaba en sus filas con el supuesto sucesor de Alcindor: Artis Gilmore, de 2'20 metros de altura. En esta final, Wooden demostró su destreza táctica, ordenando una constante defensa de 'dos contra uno', Wicks y Patterson, contra el gigante de Jacksonville, que erró casi todos sus tiros.

Aún rizó el rizo Wooden en la Final Four del año siguiente, 1970-71, a la que acudió con el mismo equipo que el año anterior. En la final que enfrentó a los Bruins contra la potente Vilanova University, los Wildcats de Rollie Massimino parecían haber dado con la clave para parar a los californianos: una defensa zonal. Wooden, contraviniendo todos sus principios baloncestísticos, ordenó jugar lento, despacio, congelando el balón, pues era la única forma de sacar a los Wildcats de la zona; cuando, efectivamente, la desesperación hizo volver a defensa individual, los Bruins remontaron diez puntos de desventaja y lograron su quinto campeonato consecutivo, campeonato que, más que NCAA, ya recibía el nombre de UCLA Trophy ('Trofeo UCLA'). Éstos volvieron a concebir esperanzas para la temporada siguiente, 1971-72, pues Henry Bibby era el único superviviente del equipo. Wooden ni se inmutó, pues confiaba plenamente en dos de sus sophomores (jugadores de segundo año): un alto pelirrojo, Bill Walton, y un habilísimo poste de color, Jamaal Wilkes. Estos tres jugadores, con más de 20 puntos cada uno en la final, llevaron en volandas a los Bruins de Wooden al sexto campeonato consecutivo, derrotando por 81-76 a Florida State University. El ciclo se amplió un año más tarde, 1972-73, con la única baja de Bibby, sustituido por Greg Lee, en la que la táctica de Wooden fue conseguir buenas posiciones de tiro para Walton. Para desesperación de su rival, Memphis State University, el mejor pívot blanco del baloncesto moderno firmó unos números estelares (44 puntos y 13 rebotes, 21 de 22 tiros de campo) que llevaron al séptimo campeonato consecutivo a UCLA, noveno de su entrenador.

El ciclo finalizó en la temporada siguiente: cuando en diciembre los Bruins fueron derrotados en un partido de la NCAA por Nôtre Dame University, los titulares de todos los periódicos del país se concentraron en la noticia. Había caído la leyenda de UCLA, 88 partidos consecutivos sin conocer la derrota, 7 campeonatos consecutivos y una aureola de invencibilidad que se vio truncada, en la campaña 1973-74, donde incluso fueron apeados de la final de la NCAA por North Carolina State University. Ampliando los números, Wooden había logrado que su equipo, desde el primer título hasta esa temporada, ganase 307 partidos y perdiese sólo 19, con varias temporadas imbatido. En la campaña siguiente, 1974-75, con un equipo de jóvenes jugadores y una sola estrella, Marques Johnson, la defensa zonal presionante 2-2-1 diseñada por el mago de Westwood destrozó en la final de la NCAA a los Wildcats de Kentucky University, sumando el décimo título para UCLA y para su entrenador. Wooden, tras 27 años dirigiendo a los Bruins, decidió retirarse y dejar paso a la nueva generación de técnicos. Ya lo había ganado todo: diez títulos, 4 temporadas imbatido, récord de victorias consecutivas en la liga entre las temporadas 1971 y 1973, 6 títulos de Entrenador del Año y un porcentaje del 80% en el balance victorias/derrotas a lo largo de toda su carrera (620/147). En la hora del adiós, Wooden ya formaba parte del selecto club de miembros del Hall of Fame (Salón de la Fama, situado en Springfield) en dos categorías: como jugador (fue incluido en 1960) y como entrenador (1972). Su vacío en UCLA creó el llamado síndrome Wooden, puesto que ningún técnico en los años posteriores logró sobreponerse a su monstruoso currículum, ni siquiera Jim Harrick, que consiguió el último título para los Bruins en la temporada 1994-95.

Más allá de los títulos y nominaciones, el legado básico de Wooden al baloncesto se traduce en dos jugadas: la zona-press 2-2-1 y el famoso corte de UCLA. La primera es una arriesgadísima defensa presionante en la mitad defensiva de la cancha que, siempre y cuando el esfuerzo físico sea adecuado, enloquece a los rivales por la dificultad de conseguir posiciones y, sobre todo, de realizar buenos pases interiores. La segunda jugada es, sin duda, el sistema ofensivo más utilizado en el baloncesto mundial, en el que el base corta por la zona en trayectoria oblicua tras pasar al alero, para recibir el pase de éste o hacer un bloqueo ciego al poste alto. Con tan sólo dos pases se consiguen al menos cuatro opciones claras de conseguir canasta; la jugada constituye una de las genialidades más deslumbrantes del mago de Westwood. Por si fuera poco, su carácter era afable, algo inusual en la feroz NCAA: solía ser él quien recibía al equipo rival y le facilitaba pistas para entrenamientos o calentamientos. Era habitual que, tras la finalización de los entrenamientos, se quedase en el pabellón de Westwood ordenando las canastas, verificando la correcta presión de los balones o, incluso, barriendo el parqué, para que sus jugadores no resbalasen al día siguiente. Fue el primer técnico en el baloncesto que apostó claramente por la preparación física de sus jugadores, sin que ello restase tiempo de entrenamientos para mejorar la calidad técnica de éstos. Como prueba de ello, baste repasar la lista de jugadores que se han formado bajo su tutela y deleitarse con sus fundamentos técnicos: el juego de pies de Walton, los ganchos de Jabbar, las penetraciones de Wicks, el tiro de media distancia de Goodrich, la habilidad de Marques Johnson. Sin duda alguna, John Wooden, muchos años después de su retirada, sigue acrecentando una leyenda que vuelve a cobrar actualidad en los homenajes y dedicatorias que se le tributan desde diversos ámbitos del deporte norteamericano y mundial. Entre ellos destaca el torneo de baloncesto que lleva su nombre, el John R. Wooden Classic, que enfrenta cada año a cuatro equipos punteros de la División I de la NCAA.

Enlaces en Internet

http://www.fansonly.com/cgi-bin/cframe.cgi?/ucla/sports/m-baskbl/ucla-m-baskbl-body.html Página oficial del equipo de baloncesto masculino de UCLA.
http://www.woodenclassic.com;Página oficial del torneo de baloncesto John R. Wooden Classic.

Autor

  • Óscar Perea Rodríguez