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PeriodismoBiografíaFotografía

Weegee (1899–1968).

Fotógrafo estadounidense de origen austríaco, nacido en Zloczwe en 1899 y fallecido en 1968 en Nueva York, cuyo verdadero nombre fue Arthur H. Fellig.

Vida

Célebre reportero de prensa sensacionalista cuyas imágenes van más allá del puro sensacionalismo para instalarse en la denuncia, la crítica e incluso la caricatura de la sociedad norteamericana del momento. Originario de Austria, emigró junto a su familia a Nueva York y se establecieron en el Lower East Side, donde conoció la miseria y la precariedad. Abandonó prematuramente sus estudios en 1914 para poder sostener económicamente a su familia con la venta de golosinas, aunque consideró la fotografía como uno de los pequeños comercios posibles. Abandonó a su familia con 18 años y subsistió con trabajos ocasionales, viviendo en las estaciones de ferrocarril y los asilos de vagabundos, hasta que encontró trabajo como fotógrafo de documentos de identidad. Con 24 años empezó a trabajar en la agencia de prensa Acme Newspictures, donde ejercía labores de técnico de laboratorio, aunque no perdió la ocasión de fotografiar incendios nocturnos y otras catástrofes.

Entonces, primero las fotos de pasaporte, y después las jornadas continuas de cuarto oscuro, le llevaron a hacerse reportero independiente porque “sólo los independientes pueden acercarse más fácilmente a los temas sensacionalistas a condición de llegar los primeros tanto al acontecimiento como al periódico”. Así, en 1935, empieza a trabajar para la revista P.M. y otras muchas, mientras fotografíaba con avidez acontecimientos sensacionales como crímenes violentos, incendios, accidentes de tráfico, explosiones domésticas, manifestaciones... Gracias a la amistad que mantenía con agentes del Cuartel Central de Policía de Manhattan, Weegee era informado de todos los delitos y los accidentes con la misma rapidez que los propios funcionarios. En 1938 llegó a conseguir permiso para conectar la radio de su coche con la emisora de policía, privilegio no habitual que le permitiría llegar el primero al hecho y el primero a la redacción. Para ello equipó el portaequipajes de su coche con un laboratorio aunque no le faltaban agallas para revelar las fotos en el suelo de una ambulancia, en un taxi o en el metro. Llevaba una “Speed Graphic” 4x5 pulgadas preparada para enfoque a tres metros a 1/200 de segundos de velocidad de obturación y f:8 de apertura de diafragma. Firmaba sus pruebas con el título “Weegee the famous” ('Foto del famoso Weegee') y era casi siempre el primero en captar el cadáver que yacía en su propia sangre, las personas que se precipitan por la escalera de su casa en llamas o el asesino en el interior del coche de policía... La colaboración con el Cuartel Central de Policía de Manhattan duró diez años durante los cuales realizó más de cinco mil reportajes que le convirtieron en uno de los cronistas más célebres del Nueva York violento y brutal. No escapó a su objetivo el retrato de la alta sociedad neoyorquina que reflejó en torno sarcástico y burlón mientras, al tiempo, mostraba toda su riqueza y decadencia.

Su estilo es brutalmente realista, no en vano documentó las huellas de la depresión económica y la violencia callejera en imágenes de gran impacto, tan directas como opresivas. Ese realismo se acompaña con una puesta en escena ciertamente expresionista, procedente de la iluminación con flash que tuvo gran desarrollo en esta época, un sistema que permitía al fotógrafo tomar imágenes -incluso de la acción más rápida-, en condiciones precarias de luz (a costa, eso sí, del escaso control sobre la calidad de la iluminación). La bombilla de flash, sin ruido y sin humo fue adoptada de inmediato por los fotógrafos periodísticos. La evolución tecnológica permitió rápidamente que el disparo del obturador se sincronizara mecánicamente con la descarga de la corriente eléctrica con lo que la cámara podía sostenerse en la mano. Los resultados parecían grotescos porque la luz dura frontal achataba los rostros y producía sombras muy desagradables iluminando de forma tan abrupta los primeros términos que los fondos aparecían siempre muy oscuros. No obstante, esta iluminación artificial fue utilizada con mucha eficacia por Weegee consiguiendo efectos muy dramáticos en los juegos de luces y sombras que acentuaban los contrastes. No era una expresión de su creatividad artística sino una necesidad de publicación en la prensa sensacionalista. No obstante, su obra fue pionera en el género del foto-reportaje.

En 1974 marchó a Hollywood, donde se adaptó su primer libro Ciudad desnuda, que suscitó una crítica calurosa en su publicación hacia 1945, trabajó como técnico y actor secundario y recopiló material para su obra Hollywood al desnudo. En 1952 regresa a Nueva York dedicándose principalmente a realizar fotos caricatura de personalidades de la escena política y social para lo que desarrolló un caleidoscópico fijado a la cámara al que denominó “Weegeecoleidoscopio”.

Este genial reportero se hubiera reído mucho si alguien le hubiera dicho que era un artista; pero la franca honestidad de su trabajo, asombroso y conmovedor, empezó a llamar la atención incluso en el Museo de Arte Contemporáneo que expuso sus obras en 1944. A partir de ese momento trabajó para Life e incluso Vogue, y hoy sus trabajos pueden considerarse documentos impresionantes de la vida moderna de la gran metrópoli, esa gran ciudad que él “conocía de memoria y amaba”.

Bibliografía

  • NEWHALL, Beaumont. Historia de la fotografía. (Barcelona: Gustavo Gili, 1983).

  • LEMAGNY & ROUILLÉ. Historia de la fotografía. (Barcelona: Alcor, 1986).

MMMM

Autor

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