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Wamba. Rey visigodo (672-680)

Wamba. Plaza de Oriente de Madrid.

Rey de la España visigoda. Varón ilustre perteneciente a la nobleza goda, asistente a varios concilios de Toledo; tuvo a su cargo las exequias y el entierro de Recesvinto, muerto el 1 de septiembre del año 672.

Estando los nobles reunidos en Gerticos (actual Wamba, en Valladolid), y viendo que se avecinaban tiempos de conflictos, decidieron, por unanimidad, elegir a Wamba como rey, ya que era la única persona capaz de encarar los problemas del reino con la energía necesaria. Negándose éste a aceptar la corona a causa de su avanzada edad, un oficial del palacio le amenazó con la espada, diciendo que sólo saldría de la sala en que se encontraba, o hecho rey, o bien muerto. En tales circustancias, Wamba aceptó la corona y fue ungido por el obispo Quirico en Toledo, el 19 de septiembre.
En Septimania, el noble godo Hilderico, gobernador de Nimes, que aspiraba a la corona, se rebeló contra Wamba. Estaba apoyado por Gunhildo, obispo de Maguelona; los ejércitos por él reunidos y un numeroso grupo de judíos, que estaban descontentos por las medidas antisemíticas que se habían llevado a cabo con anterioridad, aprovecharon la ocasión para tomar las armas contra sus opresores. La cruel conducta tomada por Hilderico motivó las protestas de Gunhildo, que fue encerrado y sustituido por Ranimero al frente de la diócesis. Wamba mandó sofocar la rebelión en la Galia al astuto general de origen griego Pablo, el cual, nada más llegar a Nimes, convenció a sus propios oficiales de que se rebelaran contra el anciano e incapaz rey. Los rebeldes de Hilderico hicieron causa común con Pablo, que fue aclamado como rey por sus oficiales y coronado en la iglesia de Gerona.
Wamba, que estaba combatiendo una insurrección de los vascones, después de conseguir su sometimiento se dirigió con todos sus ejércitos hacia Narbona; en pocos días rindió casi todas las plazas fuertes, quedando por último Nimes, donde se había refugiado Pablo. Esta ciudad fue vencida después de un sangriento asalto el 3 de septiembre de 673.
Restablecida la paz y asegurado el gobierno de la Galia, Wamba volvió a Toledo, donde entró triunfalmente, a la usanza de los césares romanos, seguido por los prisioneros sublevados con la cabeza rapada y los pies descalzos, y entre ellos Pablo, vestido como un rey de burla.
Durante su reinado hubo un intento serio de desembarco de tropas árabes en el sur; Wamba hizo fracasar la intentona, hundiendo 270 barcos de la flota invasora.
La política interior de Wamba se caracterizó por un intento de reforzar el poder de la corona en contra de los nobles y el clero; por ello dictó nuevas leyes y modificó otras del Liber Iudicorum. Destacan las tendentes a la reorganización del ejército y reclutamiento de tropas para la guerra, en las que se obliga tanto a nobles como a clérigos a participar en él, y a llevar consigo a sus siervos, bajo pena de destierro y confiscación de bienes. Dos años después de la promulgación de la ley, convocó el XI concilio de Toledo, al que sólo acudieron obispos y clérigos de la Cartaginense. Allí se dictaron medidas para evitar los abusos que frecuentemente cometían los obispos, como tomarse la justicia por su mano sin esperar la intervención de los jueces, ordenar a otros obispos por dinero, así como incautarse de los bienes de los encausados. En el mismo año 675, también convocó el concilio de Braga, capital de la provincia Gaélica.
El 14 de octubre del 680, Wamba, por un accidente o enfermedad según unos, o por un envenenamiento según otros, sufrió una afección que le dejó inconsciente, por lo que, pensando en su próxima muerte, le fue afeitada la cabeza y se le vistió de monje como era costumbre de la época, según la cual los que exhalaban el último suspiro en esta disposición obtenían la gracia en la otra vida.
Pasadas veinticuatro horas, Wamba recuperó el conocimiento y, al comprender lo sucedido, reconoció que, según el derecho godo, que impedía reinar a los que hubiesen vestido hábito, debía renunciar al trono, dejando la corona a Ervigio. Se piensa que esta estratagema para alejarle del poder sin causarle la muerte estuvo planeada por Julián, obispo de Toledo e historiador de la primera parte del reinado de Wamba, y por el propio Ervigio, que habría sido quien le suministró el brebaje.
Ervigio fue ungido como Rey en Toledo, y Wamba se retiró a un monasterio para el resto de sus días. A su muerte, su cuerpo fue enterrado en la puerta de la iglesia de Pampliega hasta que Fernando III ordenó el traslado de sus restos a la iglesia de Santa Leocadia, en Toledo, junto a la del rey Recesvinto.
Wamba fue el último rey godo notable; la posible trama de su invalidación para reinar se debe precisamente a su intento de atajar el creciente poder de los nobles y el clero, que en su propio beneficio minaban al pueblo y la cohesión del estado.

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  • Enciclonet