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PinturaBiografía

Villegas Cordero, José (1848-1921).

Pintor español, nacido en Sevilla el 26 de agosto de 1848 y muerto en Madrid el 10 de noviembre de 1921.

Vida

Su gran vocación artística le hizo matricularse en la Escuela de San Fernando de su ciudad natal para estudiar pintura, estudios a los que se oponía su padre, pero para los que contaba, sin embargo, con el amparo de su madre. Comenzó, pues, a estudiar bajo la dirección de Eduardo Cano, pasó luego a la Escuela de Santa Isabel de Hungría, y de allí a Madrid, donde frecuentó la amistad de Mariano Fortuny y de Federico Madrazo. Marchó luego a Roma a ampliar su formación y allí permaneció una breve temporada, durante la cual vivió con la exigua pensión que le pasaba su padre.

Ya de vuelta en la Corte, viajó hasta Marruecos con su amigo Peralta del Campo, de donde volvió con algunos cuadros y numerosos apuntes para futuras obras. A finales del año 1868 volvió de nuevo a la Roma, alquiló un estudio con otros artistas y se dedicó a pintar durante el día, mientras por la noche frecuentaba la Academia Chigi, en la que también estableció contacto con Jiménez Aranda, todo lo cual le permitió participar del ambiente artístico de la Ciudad Eterna. Durante la etapa comprendida entre 1870 y 1886 pintó gran cantidad de obras, básicamente acuarelas, las cuales nunca quiso vender porque prefería dejarlas inconclusas. Es de resaltar durante esta época romana la amistad que mantuvo con Rosales, quien fue para Villegas maestro, amigo y mentor, y cuya muerte marcó un cambio de rumbo en su carrera, pues le dejó encomendado regresar a España, de donde ya no volvería.

Muerto Rosales, tomó por guía al sevillano Fortuny, bajo cuya influencia pintó Villegas varias obras, entre las cuales se encontraban Reñidero de gallos, Cuadrilla que descansa, El zapatillero árabe y la famosa obra Después de la corrida; en todas puede verse los colores brillantes y la atención al accesorio (tanta o más que a la propia figura humana) tan propia de la escuela fortunyana. Para entonces, ya se había convertido en uno de los pinceles más afamados de su tiempo, al extremo de que el conocido marchante de arte Goupil había querido firmar un contrato en exclusiva con él, a lo cual no accedió el artista, si bien pintaba mucho para el francés.

Artista de dotes excepcionales, la calidad de sus obras, unida a una brillante paleta y a un sentimiento de la línea delicadísimo, convirtió al sevillano en el pintor más cotizado de su tiempo. Otras telas de esta época son La prueba de gallos, La sultana infiel, La lección del Corán, La siesta en el harén, Se acabó la fiesta y El bautizo del hijo del coronel, que merece mención especial por ser su primera obra célebre, compuesta en París, y por la que le ofrecieron una cantidad de dinero escandalosa para la época.

A partir de 1876 vendió muchas obras en Alemania y Francia, así como en Italia, países en los que su versatilidad en los temas le convirtió en uno de los artistas más cotizados. Aunque viajó mucho, a partir de 1887 pasaba largas temporadas en Italia, así que decidió hacerse construir allí una casa cuyo proyecto, una suerte de mezcla hispano-árabe, diseñó él mismo. Plasmó con maestría los canales, vistas y tipos humanos de la que fue su ciudad favorita, Venecia. De hecho, podría hablarse de una segunda etapa en la trayectoria artística de Villegas; fruto de largas horas de estudio en las galerías de arte florentinas y venecianas son esas figuras estilizadas, vestidas con largos ropajes y coronadas de flores, que recuerdan las de Della Robbia, Mantegna y maestros del cinqueccento. A esta etapa corresponden obras históricas como La paz social en Venecia, La paz de Cambray o La coronación de la dogaresa, que retrata fielmente el sentir estético de Villegas en esta época.

En 1902 pintó el Retrato de don Alfonso XIII por encargo del Banco de España, y al año siguiente hizo unos dibujos para los nuevos billetes que se pondrían en circulación por aquellas fechas. En 1903, con motivo de la toma de posesión de su plaza de académico de la Real de San Fernando, leyó un discurso sobre El estado actual de confusión en las Artes, lo que le mereció ser nombrado director del Museo del Prado, cargo que ocupó hasta 1918, año en que dimitió a causa de un robo de alhajas perpetrado en la citada institución. Otro de los cargos importantes que desempeñó fue la dirección de la Academia española de Roma, para el que fue designado en 1908. De esta época es la obra El Decálogo, que absorbió su sentir artístico durante casi veinte años.

Magnífico dibujante (había estudiado anatomía con Federico Rubio), fue un soberbio paisajista y retratista que tocó todos los temas y géneros; aparte de los ya citados -históricos y de costumbres- también los hay de género dramático y español, como La muerte del maestro, Unos tanto y otros tan poco o El último beso; ensayó incluso el tema religioso cuando una editorial holandesa le encargó, junto a otras figuras de su tiempo, ilustrar la Biblia. Son de destacar también sus acuarelas, que nada desmerecen al lado de los trabajos de sus coetáneos británicos; destacan entre éstas La antesala de Monseñor, El cardenal penitenciario, Celos o Las dos potencias. Fue un prolífico artista que dejó más de doscientos retratos, mil cuadros, tres mil dibujos e innumerables bocetos y acuarelas.

Autor

  • lu