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Biografía

Vauban, Sébastien Le Prestre de (1633-1707).

Militar e ingeniero francés, nacido en Saint-Léger-de-Fougeret (actual Saint-Léger-Vauban) el 1 de mayo de 1633 y muerto en París el 30 de marzo de 1707. A la pericia técnica y la originalidad constructiva de Sébastien de Vauban se deben las espléndidas muestras de arquitectura militar que, como vestigio del imperialismo de Luis XIV, jalonan en todos sus confines las fronteras de Francia. En su dilatada carrera como ingeniero mayor del ejército francés, Vauban se encargó de la construcción y reforma de unas 300 fortalezas, además de dirigir buena parte de las acciones decisivas de asedio de plazas en las campañas exteriores del Rey Sol.

Nació Vauban en el seno de una familia empobrecida perteneciente a la pequeña nobleza del Yonne. Huérfano desde muy niño, tuvo una educación pobre y desordenada y, en 1650, cuando contaba diecisiete años, se alistó en el ejército del príncipe de Condé. Éste dirigía en esos momentos la rebelión antirrealista conocida como Guerras de la Fronda. Pronto se destacó el joven Vauban por sus capacidades para la guerra de asedio. En 1653 cayó prisionero del ejército realista y el cardenal Mazarino, valido de Luis XIV, le encomendó al caballero de Clerville, comisario general de fortificaciones, bajo cuyas órdenes perfeccionó Vauban sus conocimientos de ingeniería militar. Dos años después consiguió el título de ingeniero del rey y se unió al ejército comandado por Turena y Condé en la guerra de Flandes. Tras la paz de los Pirineos de 1659, recibió el encargo de fortificar la frontera con los Países Bajos españoles. A partir de entonces, desempeñaría un papel clave en las numerosas campañas militares del Rey Sol. La audacia de la táctica empleada por Vauban en el asedio de Lille (1667) le valió la protección regia. La renovación urbanística de esta plaza fue su primer gran proyecto y, junto a la posterior reconstrucción de las fortificaciones de Arras, le convirtió en el arquitecto militar más reputado de su tiempo. El diseño urbanístico empleado en estas plazas le serviría como modelo para sus siguientes proyectos mayores. En 1675 fue ascendido a mariscal de campo y, dos años después (tras participar en la creación del Cuerpo de Ingenieros junto al ministro Louvois), a comisario general de fortificaciones.

En 1678, tras la firma de la paz de Nimega, Vauban emprendió la construcción de una gran cerco fortificado que protegiera las fronteras marítimas y terrestres de Francia. Se ocupó asimismo de obras civiles, como el acueducto de Maintenon, destinado a abastecer de agua al palacio de Versalles, o el canal Saint Omer. Pero quizás su proyecto más ambicioso y mejor considerado sea el diseño para las fortificaciones de la plaza bávara de Landau, de 1687. Este proyecto le valió el nombramiento como teniente general del ejército francés al año siguiente. En los años posteriores tomó parte activa en la guerra de la Gran Alianza, dirigiendo con éxito los asedios de Mons (1691) y Namur (1692). Su carrera militar culminó en 1703, al ser nombrado por el rey mariscal de Francia.

Vauban utilizó los métodos de sus grandes predecesores en la ingeniería militar, especialmente de Blaise de Pagan, pero supo mejorar las técnicas constructivas y las tácticas de combate mediante su adaptación a las innovaciones del armamento. Impelido por la intensa actividad bélica durante el reinado de Luis XIV, Vauban se planteó como principal objetivo la reducción drástica de las bajas en las operaciones de asedio, al acelerar al máximo la velocidad del ataque y minimizar la duración de los sitios. Para ello se inspiró en las técnicas empleadas por el ejército otomano y concibió un sistema de trincheras subterráneas, trazadas en línea y unidas entre sí por ejes paralelos, que formaban un estrecho cerco alrededor de la plaza asediada. El asedio progresaba de esta forma en etapas sucesivas, cubierto por baterías de artillería, cuyo fuego discrecional abría huecos en las fortificaciones enemigas. Vauban perfeccionó el uso de la artillería al inventar el tiro con rebote, por el que las balas de cañón, disparadas con efecto, demolían de un solo tiro las defensas y las baterías de artillería enemigas. Asimismo, dotó a la infantería de armas mejor adaptadas a la acción frontal rápida, como la bayoneta.

Vauban adaptó el diseño de fortificaciones a estos nuevos principios de ataque. Consideraba que la plaza fuerte debía dominar y ordenar su entorno geográfico, de forma que permitiera la observación táctica de los movimientos del enemigo y dificultara en lo posible el tiro de su artillería. Ello se traducía en el diseño de fortalezas de gran perímetro, encaramadas sobre altísimos terraplenes artificiales y reforzadas por espesos cimientos a prueba de tiro. Las murallas, jalonadas por bastiones lo bastante espaciados como para resistir el fuego de artillería, estaban protegidas por contrafuertes y muros escalonados. Estos últimos obstaculizaban el avance del enemigo, que debía salvar los distintos niveles de fortificación uno a uno.

En sus diseños, Vauban tuvo muy presente los recursos geográficos y las características orográficas del terreno donde debía elevarse la fortificación. Introdujo numerosas innovaciones constructivas en función del enclave geográfico, como las torres albarranas reforzadas con sólidas casamatas para la artillería (torre Rivotte de Besançon) o los muros exteriores dobles, cuyo ejemplo más logrado es la fortaleza de Huningue, en Alsacia. En lugares de montaña, como Briançon, el terreno accidentado le obligó a retomar las técnicas medievales de construcción, con el fin de mantener el sistema de escalonamiento de murallas. En terrenos llanos, empleó a menudo el agua como elemento esencial de la defensa de la plaza y, siguiendo la táctica utilizada por los holandeses, construyó esclusas con el fin de inundar en momentos de peligro el terreno circundante y dificultar así el avance del enemigo. En los diseños de Vauban, la ciudadela, lugar de mando y refugio de la guarnición, adquirió una especial relevancia que varió por completo la concepción constructiva del recinto, al alejarla lo más posible de las murallas exteriores y de la ciudad. Ello implicaba el aumento considerable del perímetro fortificado, ya que todos los elementos defensivos debían formar parte orgánica de un mismo recinto. La edificación de estas ciudadelas alejadas de la población (Arras, 1668; Besançon, 1674-1687; Estrasburgo, 1681) alteró el crecimiento urbanístico de los nuevos barrios, separados de la ciudadela por un gran espacio vacío o explanada.

Vauban concibió el proyecto de la fortificación sistemática de la fronteras francesas como una doble línea de plazas fuertes que debían proteger los pasos más vulnerables, tanto en el interior como en las costas. Durante las guerras de la Liga de Augsburgo y de Sucesión española, Vauban fue encargado de la defensa de las costas francesas, para lo cual ideó un tipo de pequeño fuerte semicircular, cuyos bastiones estaban adaptados al tiro rasante sobre el agua propio del ataque desde el mar (torre Vauban de la fortaleza de Camaret). Asimismo, dedicó gran atención a la protección del frente terrestre de las fortificaciones costeras. Preconizó la construcción de una línea de faros, compuestos por una torre principal y una torrecilla escalonada (faro de Stitt, en la isla Ouessant), y defendió ante el rey la necesidad de renovar los puertos de guerra, encargándose personalmente de la construcción del de Dunkerque, que unió a alta mar mediante un canal, con el fin de evitar la encalladura de los navíos.

En las nueve plazas que construyó ex novo en las fronteras (Huningue, Longwy y Phalsburg, 1679; Sarrelouis, 1680; Montlouis, 1681; Fort-Louis-du-Rhin, 1687; Montroyal, demolida en 1702; Montdauphin, 1692; y Neufbrisach, 1698), Vauban aplicó principios urbanísticos de gran simplicidad, que aseguraban una eficaz defensa de las plazas y facilitaban la imbricación de vida civil y actividad militar. Se componen estas plazas de una muralla de plano regula (cuyo ejemplo mejor conservado es el recinto octogonal de Neufbrisach) y de una gran plaza cuadrangular, alrededor de la cual se disponían los edificios públicos, tanto militares como civiles o religiosos, así como las viviendas. La amplitud de la plaza estaba destinada a facilitar las maniobras militares y a favorecer la vistosidad de los desfiles. El recinto delimitado por la muralla incluía, además, casernas para la artillería y arsenales, cuya edificación seguía normas estrictas, variando sólo los materiales según las regiones. También los edificios civiles estaban sometidos a este rigor constructivo que, en la concepción urbanística de Vauban, simbolizaba la pertenencia del enclave fortificado al dominio absoluto del Rey Sol. Sólo en las puertas de las murallas permitía Vauban una cierta diversidad en la decoración escultórica, dedicada a la glorificación del monarca. Las maquetas de estas fortificaciones —de las que se nos ha conservado una treintena— constituyen uno de los más preciosos legados de la obra de Vauban. Esta colección de bellas y pormenorizadas maquetas (que incluían no sólo el alzado de la fortificación, sino también una representación tridimensional de su entorno geográfico) se guardaban en el Louvre bajo secreto militar.

La inquieta inteligencia de Vauban le llevó a hacer numerosas incursiones en otros campos de la técnica y de la cultura, que se plasmaron en una incesante actividad como escritor y polemista. En la docena de volúmenes que componen sus memorias bajo el título de Mes oisivités, ou Pensées d'un homme qui n'avait pas grande chose à faire, Vauban fue desarrollando su interés por diversas disciplinas relacionadas con la vida material, como la agronomía, la demografía o las obras públicas. En 1705-1706 compendió sus conocimientos de ingeniería militar en sus obras Tratado del asalto de plazas fuertes y Tratado de la defensa de plazas fuertes. Se interesó especialmente por la navegación fluvial, que consideraba esencial para dotar a Francia de una red de comunicaciones que permitiera el desarrollo del comercio interior. Su profundo conocimiento de la geografía y la población francesas, adquirido a lo largo de sus muchos viajes, le puso en contacto con las realidades humanas del país. La observación de la miseria y de los padecimientos de la población le llevaron a defender reformas sociales y económicas de signo progresista, cuya audacia le enfrentó, en la última etapa de su vida, a la corte. Así, criticó abiertamente el proyecto del acueducto de Maintenon, cuya construcción suntuaria consideraba superflua, costosa y poco pragmática, e intentó convencer a Luis XIV de la posibilidad de acometer obras menos onerosas y más funcionales. En 1686 publicó una Memoria para el recuerdo de los hugonotes, en la que criticaba ásperamente las trágicas consecuencias que para Francia tuvo la revocación del Edicto de Nantes. En 1694 denunció los abusos del sistema de impuestos y su falta de equidad, en su Proyecto de capitación. En 1707 publicó, sin el beneplácito del rey, su obra Proyecto para un diezmo real, en la que proponía subsanar los problemas hacendísticos de Francia mediante el cambio del impuesto tradicional (la talla) por otro basado en la derrama igualitaria de un diez por ciento sobre las rentas de la tierra y el comercio. El rey condenó la obra por atacar los privilegios seculares de clero y nobleza y el parlamento parisino decretó el secuestro de la edición. Vauban murió, profundamente afectado por estos acontecimientos, pocos días después.

Bibliografía

  • Actas del Coloquio Vauban réformateur, Association Vauban. París, 1985.

  • BORNECQUE, R. La France de Vauban. París, 1983.

  • DE ROCHAS, A. Vauban. 2 vol. París, 1910.

  • GRODECKI, L. "Vauban urbaniste", en Bulletin de la Société d´'etudes du XVIIe siècle. París, 1957.

  • PARENT, M. y VERROUST, J. Vauban. París, 1971.

Autor

  • Victoria Horrillo Ledesma