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MatemáticasFísicaBiografía

Tsiolkovski, Konstantin (1857-1935).

Físico y matemático soviético nacido en Izhevskoye (en la provincia de Riazán, al sur de Moscú) el 17 de septiembre de 1857 y fallecido en Kaluga el 19 de septiembre de 1935. Aunque la comunidad científica internacional no tuvo apenas noticias de él hasta el estallido de la Revolución Rusa (1917), a partir de 1918 sus estudios se revelaron por todo Occidente y pronto fue reconocido como uno de los padres fundadores de la astronáutica y la misilística, junto con el alemán -de origen húngaro- Hermann Julius Oberth (1894-1990) y el estadounidense Robert Hutchings Goddard (1882-1945).

Vida y aportaciones científicas

Vino al mundo en el seno de una modesta y numerosísima familia formada por un humilde silvicultor polaco que había emigrado a Rusia en busca de mejores condiciones laborales. Cuando sólo tenía diez años de edad, el pequeño Konstantin Eduardovich -que el fue el quinto de los dieciocho hijos que tuvieron sus progenitores- contrajo la escarlatina y, como consecuencia del deficiente tratamiento que se le administró, perdió casi la totalidad de su capacidad auditiva.

Esta minusvalía le impidió asistir a la escuela como el resto de los muchachos de su edad. Sin embargo, lejos de recluirse en la ignorancia, se propuso aprender por su cuenta todo lo que podía leer en los libros que, a manera de estímulo, le proporcionaban con muchos sacrificios sus padres. Ya en su edad adulta, el propio Tsiolkovski reconoció que temprana sordera influyó de forma decisiva en sus logros científicos e intelectuales, pues le obligó, desde niño, a demostrarse continuamente a sí mismo que estaba tan capacitado o más que el resto de los mortales.

Tras varios traslados de domicilio en busca de mejores posibilidades de desarrollo económico, los Tsiolkovski se afincaron en Vyatka (al noreste de Riazán) en 1868. Allí, al cumplir los catorce años de edad (1871), el joven Konstantin intentó de nuevo asistir a la escuela; pero en ella sólo encontró la incomprensión de sus compañeros y la incapacidad de unos maestros que, lejos de calibrar sus dotes intelectuales, no supieron cómo educarle superando el obstáculo de su minusvalía, por lo que le suspendían constantemente. Por fortuna para él, sus padres sí advirtieron que tenía muchas posibilidades de triunfar si le proporcionaban una esmerada formación, por lo que, a pesar de la escasez en que vivían, hicieron lo posible por enviarle a estudiar a Moscú, una vez que hubo cumplido los dieciséis años de edad.

En la enorme ciudad, Konstantin Eduardovich Tsiolkovski continuó desarrollando su educación autodidacta, en medio de grandes dificultades económicas que le obligaron a mantenerse, durante mucho tiempo, a base de pan negro, té y patatas. Ávido lector de cuantos libros podía conseguir en la biblioteca Chertkovskaya -a la sazón, considerada la mejor de toda Rusia-, estudió en profundidad numerosos tratados de Matemáticas, Física, Química, Astronomía y Literatura clásica, y llegó, en ocasiones, a dejar de comprar alimentos para adquirir, a cambio, ácido sulfúrico y otros materiales con los que poder realizar sus primeros experimentos.

Por aquel tiempo, otro factor "novelesco" influyó de forma decisiva y sorprendente en su futura consagración a la ciencia astronáutica: el conocimiento directo que tuvo del original filósofo Nikolái Fëdorov (1828-1903), quien, entre otras teorías excéntricas, profetizaba que la natural propensión del ser humano hacia la Ciencia y el conocimiento habría de llevarle a la consecución de la inmortalidad e, incluso, a desarrollar procedimientos para resucitar a los muertos, lo que a su vez obligaría a la Humanidad a diseminarse por todo el Universo. Estas ideas peregrinas de Fëdorov, alimentadas por la lectura de las obras de Julio Verne (1828-1905) -que, en aquella edad juvenil, le tenían fascinado-, inclinaron definitivamente al joven Tsiolkovski al estudio de la astrofísica.

Fëdorov, que trabajaba en la biblioteca de Moscú, proporcionó a Tsiolkovski un modesto empleo en dicho centro, lo que le permitió, amén de subsistir en la gran Moscú, ampliar notablemente sus conocimientos y conocer a brillantes maestros y profesores universitarios que, por amistad, le dejaban asistir a sus cursos y conferencias. Así, aunque pasó sólo tres años en Moscú (1876-1876), aprendió durante aquel período tanto o más que si hubiera realizado una carrera superior.

Entre 1876 y 1879 vivió de nuevo con su familia, primero en Vyatka y luego en Riazán. Aprovechó su estancia en esta última capital para presentarse, por libre, a los exámenes de profesor de matemáticas, que aprobó con suma brillantez. Y fue así como dio inicio a una larga trayectoria docente que le condujo, en una primera etapa, hasta la pequeña ciudad de Borovks (en la región de Kaluga), en cuya escuela pública impartió clases de aritmética y geometría durante doce años.

En 1880, a los pocos meses de haber llegado a este destino, Tsiolkovski contrajo matrimonio con Varvara E. Sokolova, hija del predicador de la localidad, con la que tuvo tres hijas y cuatro hijos. En la soledad de aquel pequeño enclave, el joven profesor escribió varios tratados y realizó numerosos experimentos que pasaron inadvertidos para la comunidad científica internacional, aunque le fueron proporcionando un denso bagaje científico. Y seguía, desde luego, acariciando el sueño de construir, en un futuro no muy lejano, las primeras naves que pudieran transportar al hombre por el espacio.

Al cabo de doce años en la escuela de Borovks, Tsiolkovski fue promovido por las autoridades educativas a la ciudad de Kaluga, en la que habría de permanecer hasta el final de sus días (1935). Allí, al poco de llegar, comenzó a difundir sus inventos -entre otros, su famoso túnel del viento, construido en 1892- y a hacer públicos sus estudios sobre aeronaves capaces de surcar el espacio. Sus estudios aerodinámicos se anticiparon en muchos años a los desarrollados por la aeronáutica occidental, e incluso habló, mucho antes de que Goddard construyese el prime cohete, de naves de retropropulsión impulsadas por motores de combustible líquido, con una mezcla de comburente distinto del aire y un combustible para la propulsión de dichas naves.

Aunque nunca llegó a construir su propio cohete ni la nave interplanetaria con la que había soñado, Tsiolkovski influyó decisivamente en varias generaciones posteriores de ingenieros aeronáuticos que se sirvieron de sus hallazgos y teorías para, entre otros logros, lanzar el Sputnik y poner en el espacio al primer cosmonauta de la historia: Yuri Gagarin(1934-1968).

Autor de más de quinientos escritos -entre artículos breves y tratados extensos- en los que fue plasmando sus teorías y descubrimientos científicos junto con sus novelescas ensoñaciones de visionario, Konstantin Tsiolkovski fue sacado del anonimato en 1919 por el gobierno bolchevique, quien, con el paso de los años, le convirtió en uno de los símbolos de la supremacía científica y tecnológica de la Unión Soviética. Aquel mismo año fue elevado a la dignidad de miembro de la Academia de Ciencias de Moscú -con el consiguiente recelo de gran parte de los científicos de adusta formación académica-, y en 1920 se le otorgó una pensión anual de cerca de quinientos rublos, para que pudiese seguir investigando y escribiendo sobre la conquista espacial. En homenaje a su figura y sus aportaciones a la historia de la aeronáutica y la astrofísica, se bautizó con el nombre de Tsiolkovski uno los cráteres de la cara oculta de la Luna (el clasificado con el número 151).

Entre sus escritos más notables, cabe recordar los titulados Viaje fantástico a la Luna (1893), Consideraciones sobre la tierra y el espacio (1895), Exploración del espacio cósmico por medio de aparatos a reacción (1896) -obra que sorprende por su anticipación del posterior desarrollo de la propulsión por medio de cohetes- y El cohete en el espacio (1924).

JRF

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.