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LiteraturaFilologíaBiografía

Tovar Llorente, Antonio (1911-1985).

Filólogo, lingüista, ensayista y profesor universitario español, nacido en Valladolid en 1911 y fallecido en Madrid en 1985.

Vida

Humanista fecundo y polifacético, versado en numerosas disciplinas del saber, cursó estudios superiores de Derecho en el Colegio Mayor María Cristina del El Escorial, adscrito a la Universidad Complutense de Madrid, y regresó luego a su ciudad natal para seguir en su universidad la carrera de Filosofía y Letras. Por aquel tiempo descubrió su acusada inclinación hacia la cultura grecolatina, por lo que se especializó en el estudio de las lenguas clásicas. Tras ampliar sus estudios de latín y griego en el Centro de Estudios Históricos de Madrid, Antonio Tovar se desplazó hasta París para seguir profundizando en la filología clásica bajo la tutela del gran lingüista francés Émile Benveniste (1902-1976), y posteriormente viajó a Berlín con el propósito de asistir a las lecciones de J. Pokorny.

A los veinticinco años de edad, durante dicho viaje de estudios a Berlín, tuvo noticia del estallido de la Guerra Civil, por lo que regresó a España y, haciendo gala de su condición de falangista, asumió numerosas funciones de propaganda política a favor de las tropas insurrectas. Nombrado Jefe del Servicio de Radiodifusión del gobierno de Burgos y director de Radio Nacional de España, sus proclamas en contra del gobierno republicano le valieron, ya concluida la contienda fratricida, los cargos políticos de director general de Enseñanzas Técnicas y subsecretario de Prensa y Propaganda; ejerció además como consejero nacional de Falange Española y de las JONS y fue nombrado rector de la Universidad de Salamanca, donde, en justa coherencia con su ideología, invistió doctor honoris causa al dictador Francisco Franco (1892-1975) en 1974.

Alejado después de la vida política, se consagró a sus labores de docencia e investigación, primero en dicha universidad salmantina (donde impartió clases de latín entre 1942 y 1963), posteriormente en Madrid (donde, a partir de 1965, siguió explicando dicha materia) y, finalmente, en la universidad alemana de Tübigen (en la que, desde 1967 hasta el momento de su jubilación, ocupó la cátedra de Lingüística Comparada). A lo largo de tan dilatada trayectoria profesional, Antonio Tovar ejerció también la docencia en la Universidad de Buenos Aires (como profesor de lengua griega, entre 1948 y 1949), en la Universidad de Tucumán (como profesor de Lingüística, entre 1958 y 1959) y en Illinois (donde, entre 1960 y 1961, impartió lecciones de filología clásica). En el ámbito universitario español se le recuerda especialmente por su fecundo período al frente del rectorado de la Universidad de Salamanca (1951-1956), donde, alentado por su vocación humanística, elevó de forma notable el nivel de la enseñanza de las lenguas muertas; realizó una notable labor como impulsor de publicaciones, tanto en la esfera de la edición científica (con revistas tan notables como Minos y Zephyrus) como entre los medios de difusión estrictamente estudiantiles (en los que se agradeció su esfuerzo por sacar adelante algunas publicaciones como Trabajos y Días y Lazarillo); creó la Sección de Lenguas Modernas; organizó los fastuosos actos de conmemoración del VII Centenario de dicho centro de Enseñanza Superior; y dejó, en definitiva, un inolvidable magisterio del que surgieron excelente profesores e investigadores. A raíz de las revueltas estudiantiles que, irradiadas desde la Universidad de Madrid, convulsionaron la vida pública española en 1956, cesó voluntariamente en su funciones como rector y continuó en la Universidad de Salamanca consagrado únicamente a la docencia y la investigación.

Entre los numerosos honores y distinciones que jalonaron su brillante y extensa actividad humanística, figuran su elección como miembro de honor de la Real Academia de la Lengua Vasca; como miembro correspondiente del Deutsches Archäologisches Institut, de la Akademie der Wissenschaften de Heidelberg, de la Academia delle Scienze de Bolonia, de la Academia de Artes y Ciencias de Puerto Rico, de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, de la Academia Colombiana, de la Académie des Inscriptions et Belles Lettres, y de la Academia de Atenas; como miembro titular de la Real Academia Española, del Centro Soriano y de la Académie Européene des Sciences, des Arts et des Lettres. Asimismo, Antonio Tovar fue investido doctor honoris causa por las universidades de Múnich, Buenos Aires y Sevilla, y doctor in literis Celticis por la Universidad Nacional de Irlanda. Sobre su figura y su obra recayeron, además, el Premio Goethe de la F.V.S. de Hamburgo y el Premio Carlomagno. A su muerte, se puso su nombre a un Instituto de Enseñanza Media de su Valladolid natal, y se creó en la Facultad de Filología de la Universidad Complutense de Madrid la denominada "Cátedra Antonio Tovar de Lenguas Amerindias".

Obra

Fiel a su temprana devoción hacia las lenguas clásicas, el humanista vallisoletano centró sus mayores afanes de investigación en la Antigüedad grecolatina, cuya cultura contribuyó a esclarecer con algunos estudios y ensayos tan valiosos como Gramática histórica latina (1946), Vida de Sócrates (1947) -obra reeditada en numerosas ocasiones, y traducida al francés- y Un libro sobre Platón (1956). Especial atención merece la obra citada en segundo lugar, en la que Antonio Tovar ensayó una ambiciosa reconstrucción, más que del pensamiento de Sócrates ampliamente difundido por cualquier manual de Filosofía, del drama interior del sofista ateniense, acuciado por el dilema entre la herencia del racionalismo de la filosofía jónica y el nuevo pragmatismo del pensamiento sofístico. Desde este peculiar enfoque, Tovar presenta a un Sócrates que se niega también a renunciar a los valores espirituales de esa religiosidad tradicional todavía demasiado arraigada en la cultura ateniense de su época.

Idéntica perspectiva eligió Antonio Tovar para acercarse al pensamiento y la vida de Platón, con especial interés en la demostración de la pervivencia de su legado en la cultura de Occidente. En un Libro sobre Platón, el profesor vallisoletano repasa la peripecia vital del filósofo y los principales temas que conforman su pensamiento, haciendo hincapié en las claves que convierten su legado en una de las fuentes más ricas de la filosofía, la espiritualidad y, en general, la cultura posterior. Sin embargo, no todos sus esfuerzos ensayísticos fueron encaminados al elogio de Sócrates y Platón, ya que también se sintió poderosamente atraído por el pensamiento de los filósofos presocráticos y llegó a dedicar una espléndida monografía al legado filosófico de Demócrito de Abdera.

A pesar del valor de estos estudios sobre la Antigüedad clásica, la auténtica importancia del trabajo de investigación de Antonio Tovar se localiza en sus libros y artículos sobre materias filológicas, en los que pasó a revista a cuantas realidades lingüísticas pudo observar en su entorno inmediato y a lo largo de sus numerosos desplazamientos laborales. Resultan imprescindibles, en cualquier facultad de filología actual, sus valiosas aportaciones sobre el euskera, el ibérico, el celta, el gótico, el antiguo eslavo, las lenguas precolombinas, etc., y, principalmente, sobre las remotas lenguas de la Península Ibérica anteriores al proceso de latinización (su condición de pionero en el estudio del euskera, al que se acercó por vez primera desde el rigor y los métodos propios de la lingüística moderna, le valió su elección como miembro de la Academia Vasca, honor reservado a pocos humanistas nacidos fuera de las fronteras de Euskadi). Y en lo que atañe a su interés por las antiguas lenguas prehispánicas de Sudamérica, cabe destacar sus profundas revelaciones sobre el mataco y el guaraní, ampliamente estudiados -junto a otros idiomas precolombinos- en su monumental Catálogo de las lenguas de América del Sur (1961).

Capítulo aparte merecen sus lúcidos y esclarecedores artículos de crítica literaria, faceta que cultivó a lo largo de toda su vida. Gran parte de sus escritos de esta naturaleza quedaron recogidos en varios libros recopilatorios como los titulados Ensayos y peregrinaciones (1960), Tendido de sol I (1968), Tendido de sol II (1969) y el Telar de Penélope (1971).

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.