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Torralba, Eugenio de (1485-1531).

Célebre nigromante y mago español, nacido en Cuenca y muerto en lugar y fechas desconocidos.

Eugenio de Torralba fue el mago más célebre de todo el Renacimiento español. Nacido en el seno de una familia de cristianos viejos hidalgos, viajó muy joven a Italia, posiblemente como sirviente de algún clérigo de elevada posición. En la Roma de comienzos del siglo XVI estudió Filosofía y Medicina, y fue protegido del obispo de Volterra, quien sería nombrado cardenal en 1503. En la misma ciudad se adentró también en las ciencias ocultas, en la astrología y en la nigromancia, estudió la obra del recientemente desaparecido clérigo y filósofo ocultista Giovanni Pico della Mirandola(1463-1494). Prácticamente todo lo que conocemos acerca de su vida es lo que él mismo declaró al Santo Oficio durante su proceso de 1527-1531. Por sus declaraciones sabemos que, hacia 1507, Torralba conoció a un tal fray Pedro (muerto en torno a 1522), clérigo nigromante, que puso a su servicio de por vida un espíritu familiar llamado "Zaquiel", "Çaquiel" o "Çequiel", con la misión de que le protegiese, le asesorase y le sirviese siempre. Este espíritu, que él siempre consideró un ángel bueno, aunque para poder defenderse durante su proceso reconoció que podía haber sido un demonio malo, hablaba en latín y en italiano, y no consentía que nadie le tocara. Procedía, según Torralba, de las tierras del Preste Juan de la India. Entre sus capacidades más sorprendentes estaba la de poder comunicar, antes, durante e inmediatamente después de que tuviesen lugar, las noticias más importantes que, entre 1510 y 1527 se produjeron en Italia, Francia y España. Efectivamente, de las declaraciones de Torralba se infiere que, gracias al aviso de Zaquiel, el 30 de agosto de 1510, días antes de que llegasen las noticias a la corte, él anunció al Gran Capitán y al Cardenal Cisneros la derrota de los Gelves. Durante una estancia en Roma, Torralba fue también avisado por Zaquiel de la muerte del rey Fernando el Católico en 1516. Gracias a él, también el duque de Béjar fue avisado del alzamiento de las comunidades en 1519. Aunque el suceso sin duda más célebre protagonizado por Torralba y su sirviente diabólico fue el que tuvo lugar en la noche del 6 de mayo de 1527, cuando Zaquiel condujo a su amo por los aires desde Valladolid hasta Roma, le permitió contemplar el sangriento saqueo de la Ciudad Santa, antes de conducirle de vuelta a España para que diese noticia inmediata del hecho.

Poco después de aquella pretendida hazaña, a mediados de 1527, Torralba fue delatado ante el tribunal del Santo Oficio de Cuenca por un antiguo amigo suyo, don Diego de Zúñiga. A finales de ese año o a comienzos del siguiente fue encarcelado, y compareció el 10 de enero de 1528 ante el inquisidor doctor Ruesta. Cuando a finales de ese año recibió tormento, renegó del diablo Zaquiel, al que hasta entonces había tenido por espíritu bueno. En 1530 hizo otra retractación, y en marzo de 1531 fue admitido a reconciliación y conminado a que dejara de comunicarse para siempre con Zaquiel. A partir de entonces desaparece todo tipo de dato histórico sobre su vida, aunque algunas fuentes lo dieron por excarcelado y practicante durante años de su oficio médico.

La fama del doctor Torralba fue extraordinaria en su época y en las posteriores, y su figura quedó progresivamente adornada de todo tipo de invenciones y leyendas que han llegado hasta la tradición folclórica del siglo XX. Aparece como personaje en el Carlo famoso (1566) de Luis de Zapata. En el capítulo XLI de la Segunda Parte del Quijote (1615) de Cervantes, hay una célebre y confusa evocación del "verdadero cuento del licenciado Torralba, a quien llevaron los diablos en volandas por el aire, caballero en una caña, cerrados los ojos, y en doce horas llegó a Roma y se apeó en Torre de Nona, que es una calle de la ciudad, y vio todo el fracaso y asalto y muerte de Borbón, y por la mañana ya estaba de vuelta en Madrid, donde dio cuenta de todo lo que había visto; el cual asimismo dijo que cuando iba por el aire le mandó el diablo que abriese los ojos, y los abrió y se vio tan cerca, a su parecer, del cuerpo de la luna, que la pudiera asir con la mano y que no osó mirar a la tierra, por no desvanecerse". También en la célebre aventura quijotesca del caballo Clavileño se aprecian ecos de su leyenda. El padre Feijoo se refirió a las fábulas que sobre él circulaban en la España del siglo XVIII. Y Ramón de Campoamor escribió un poema en ocho cantos titulado El licenciado Torralba (1887) en que introducía una fabulosa historia de amor en el marco de la vida del nigromante.

Aunque el perfil histórico de ambos personajes parece que fue independiente, las leyendas sobre el doctor Torralba confluyeron desde muy temprano con las de Joanes de Bargota o Johanes de Barbota, también conocido como Brujo de Bargota o Cura de Bargota, nigromante posiblemente algo mayor pero en parte contemporáneo de él, cuya vida es prácticamente desconocida, y al que se atribuyen hechos similares a los protagonizados por Torralba.

Bibliografía.

  • CARO BAROJA, J., "El doctor Torralba", Vidas mágicas e Inquisición, 2 vols. (reed. Madrid, 1992) I, pp. 231-294.

J. M. Pedrosa.

Autor

  • jmp