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QuímicaBiografía

Thénard, Louis-Jacques (1777-1857).

Químico francés, nacido en La Louptière (cerca de Nogent-sur-Seine, en el departamento de Aube) el 4 de mayo de 1777, y fallecido en París el 21 de junio de 1857. Fue el descubridor del boro, del agua oxigenada y del pigmento que lleva su nombre (azul Thénard).

Nacido en el seno de una humilde familia campesina, mostró desde su temprana niñez una asombrosa capacidad para estudio, con especial inclinación hacia las Ciencias. Así, en busca de unas posibilidades de desarrollo y prosperidad que sus padres no podían en modo alguno ofrecerle, marchó a París cuando era apenas un adolescente, e intentó matricularse como alumno y aprendiz en el laboratorio del célebre químico, biólogo y mineralogista Nicolas Vauquelin (1763-1829).

Fueron las hermanas de éste quienes intercedieron para que el inexperto pero voluntarioso Thénard fuera admitido en su laboratorio, ya que el joven campesino no contaba con recursos suficientes para afrontar el pago mensual de veinte francos que Vauquelin exigía a sus discípulos. Dispuesto a corresponder a esta generosa iniciativa de la familia Vauquelin, Thénard asimiló las enseñanzas de su maestro con tal provecho que, en poco más de tres años, ya estaba en condiciones de impartir lecciones y dictar conferencias sobre los últimos adelantos de la Química de finales del siglo XVIII.

Pero la alta sociedad parisina se burló, en la primera charla que tuvo ocasión de ofrecer, de su acento pueblerino, su aspecto vulgar y sus ropas modestas. Thénard se vio entonces forzado a privarse de algunas necesidades para mejorar su imagen, asistir al teatro y, en definitiva, tomar parte activa en la vida social y cultural de la alta burguesía de París, único modo de hacerse un hueco entre sus eruditos y profesores dignos de respeto.

A los veintidós años (1799) publicó su primera memoria de contenido científico, y a partir de entonces no dejó de sorprender a los químicos más destacados de su tiempo. Sus grandes hallazgos y descubrimientos -entre ellos, el denominado azul Thénard, un maravilloso pigmento que, a petición del ministro del interior, elaboró en apenas un mes de trabajo, para dotar de un color único a las porcelanas de la famosa factoría de Sèvres- le permitieron finalmente alcanzar esa progresión económica y social a la que venía aspirando desde su temprana juventud. También le ayudó en su escalada el haber sido aceptado como ayudante personal por el celebérrimo químico Fourcroy (1755-1809), profesor de la Sorbona.

Así, pronto alcanzó él mismo la condición de maestro querido y respetado por un gran número de discípulos, y llegó a reunir en su trayectoria docente el honroso privilegio de haber impartido clases en las tres primeras cátedras de Química que hubo en Francia: la de la Faculté des Sciences (Facultad de Ciencias) de París, la del Collège de France (Colegio de Francia) y la de l'École Polytechnique (Escuela Politécnica).

Su meteórica progresión en el ámbito cultural y académico de la Francia de comienzos del siglo XIX le condujo, en 1810, hasta el Instituto -organismo precursor de la Academia de Ciencias-. En 1821 fue nombrado decano de la Facultad de Ciencias, y al cabo de seis años había ascendido tanto en la escala social que fue elegido diputado por el departamento de Yonne. Partidario de los defensores de las libertades civiles, votó a favor de las mejoras constitucionales y, tras la revolución de 1830, progresó aún más en la política al ser elevado al rango de miembro del Consejo de Instrucción Pública. Poco después ocupó la Vicepresidencia de esta institución, y continuó desplegando una intensa actividad política de la que no se desentendió hasta 1852, cuando, ya con tres cuartos de siglo a sus espaldas, decidió retirarse de cualquier ocupación pública para aguardar sosegadamente el final de sus días. A pesar de ello, no pudo mantenerse totalmente apartado de ese ámbito científico y académico que había constituido su principal centro de interés a lo largo de toda su vida; y así, en 1856, un año antes de su muerte, fundó una Sociedad de Ayuda de los Amigos de las Ciencias, a la que aportó de su propio peculio la elevada cantidad de 20.000 francos.

Fruto de su tenacidad en el empeño de progresar en la escala social fue su ennoblecimiento, en 1825, con el título de barón, que le concedió el rey Carlos X (1757-1836).

Sus últimos años de vida estuvieron marcados por el dolor, la tristeza y la melancolía, pues tuvo la desgracia de ver morir a la mayor parte de sus seres queridos. Marcado por este sufrimiento, llegó a cumplir los ochenta años de edad, aunque no alcanzó a conocer el rendido homenaje que le tributaron los naturales de su pequeño pueblo natal, quienes, a los ocho años de su muerte, solicitaron y consiguieron que, a partir de entonces, la aldea donde había venido al mundo el afamado químico pasase a denominarse Louptière-Thénard.

Principales descubrimientos de Thénard

La Ciencia universal debe numerosas aportaciones a Louis-Jacques Thénard. Entre otros trabajos, sobresalió por sus estudios el ácido acético, el protóxido de hierro, el sulfuro de arsénico y los distintos éteres. En estrecha colaboración con Louis-Joseph Gay-Lussac (1778-1850), aportó valiosas informaciones sobre el potasio, el sodio y el boro, y realizó uno de los descubrimientos que más notoriedad le han dado: el del agua oxigenada (también llamada dióxido de hidrógeno o peróxido de hidrógeno). Además, realizó fructíferos experimentos con el fósforo, y creó -como ya se ha indicado más arriba- el azul Thénard, un aluminato de cobalto (CoAl2O4) obtenido por el estilo del verde Rinmann, al calcinar una mezcla de hidrato de aluminio o alumbre con nitrato, sulfato o fosfato cobaltosos:

Al2O3 + CoO ®CoAl2O4

Thérard estableció la conveniencia de añadir a la mezcla un poco de sulfato de cinc, con lo cual el pigmento azul resulta mucho más puro, pues en caso contrario tiende al rojizo.

El químico de Louptière -que también inventó una especie de pasta o resina hidrófuga- se propuso reunir todos sus descubrimientos y sus conocimientos científicos en una magna obra que redactó durante tres años (1813-1816), y que, publicada bajo el título de Tratado elemental de química teórica y práctica, se reeditó en numerosas ocasiones a lo largo del siglo XIX, durante el cual fue objeto de estudio obligado en las facultades de Ciencias de todo el mundo.

JRF

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.