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Terralla y Landa, Esteban, o "Simón Ayanque" (¿-1797).

Poeta e historiador español, nacido en lugar y fecha desconocidos (probablemente en Cádiz, en la primera mitad del siglo XVIII), y fallecido en Lima (en el antiguo Virreinato del Perú) en 1797. Autor de varias composiciones poéticas de carácter circunstancial y laudatorio, ha pasado a la historia de la literatura colonial hispanoamericana por su excelente colección de romances satíricos agrupados bajo el título de Lima por dentro y por fuera (1792), publicados bajo el seudónimo de "Simón Ayanque".

Nada se sabe acerca de los primeros años de su vida, que debieron de transcurrir en suelo español. Al parecer, el deseo de hacer fortuna le impulsó a abandonar la Península Ibérica y trasladarse a México, en donde residió durante un breve espacio de tiempo. Finalmente, se estableció en Perú, donde, alrededor de 1784, obtuvo licencia para explotar algunas concesiones mineras en Cajamarca y Huamachuco, actividad que, por lo que se deduce de sus escritos posteriores, no debió de reportarle los beneficios esperados. En los últimos años de su vida se instaló en Lima bajo la protección del virrey Teodoro de Croix, y se dedicó al cultivo de su vena poética, de la que surgieron algunos poemas de circunstancias destinados a lamentar o celebrar los grandes acontecimientos del virreinato o las noticias que llegaban procedentes de la corte española. Surgieron, así, de la pluma de Esteban de Terralla y Landa algunas composiciones tan características de la lírica de su tiempo como las tituladas Lamento métrico general, llanto fúnebre y gemido triste [...], escrita en 1790 con motivo del fallecimiento del monarca Carlos III; Alegría universal. Lima festiva y encomio poético, compuesta también en 1790 como homenaje al virrey Gil de Taboada y Lemos, uno de los gobernantes que mayor impulso dieron a la cultura, la ciencia y las artes en el virreinato del Perú; y El sol en el medio día: año feliz y júbilo particular, fechada asimismo en 1790, y destinada a festejar la coronación del nuevo rey Carlos IV.

Sin embargo, a partir de aquel fructífero año de 1790 Esteban de Terralla comenzó a perder el favor de los poderosos, lo que le llevó a apartarse cada vez más de los sectores oficiales del virreinato y a trocar el espíritu áulico y encomiástico de sus versos por un nuevo filón satírico que habría de permitirle dejar uno de los testimonios poéticos más frescos, directos y desinhibidos de la América colonial española. Sirviéndose de un seudónimo que pudiera ampararle de las reprobaciones y represiones que pensaba recibir tras la difusión de sus sátiras ("Simón de Ayanque"), en 1792 dio a la imprenta los dieciocho romances que componen su celebérrima obra titulada Lima por dentro y fuera en consejos económicos, saludables, políticos y morales que da un amigo a otro con motivo de querer dejar la ciudad de México para pasar a la de Lima (Lima, 1792). El escándalo que produjo la divulgación de estos poemas de Esteban de Terralla en la capital del virreinato alcanzó proporciones mayúsculas, e incluso circuló por instancias oficiales una denuncia de un tal Pedro Tadeo Bravo de Rivera, que solicitaba la inmediata recogida de los ejemplares impresos. Sin embargo, la obra gozó de esa buena salud que facilita la recepción y transmisión de las mejores piezas satíricas, por lo que pronto se vio reproducida en numerosas ediciones impresas publicadas en España y en diferentes lugares de Hispanoamérica, y al cabo de más de medio siglo de su primera salida a la calle aún fue objeto de una edición de lujo realizada en París (1854).

Del resto de la vida de Esteban de Terralla y Landa, que se prolongó durante un lustro desde la aparición de Lima por dentro y fuera, tampoco ha quedado noticia alguna.

Lima por dentro y fuera.

Inspirado en las obras de los maestros de la mejor tradición satírica clásica y barroca (Juvenal, Horacio, Francisco de Quevedo y, entre otros, Luis Vélez de Guevara), el extenso poema de Esteban de Terralla está compuesto -como ya se ha anticipado en parágrafos anteriores- por dieciocho romances que, según el estudioso Alan Soons (autor de una edición anotado de Lima por dentro y fuera), responden a las reglas formales de la sátira romana, aunque enriquecida con numerosos tópicos procedentes del barroco español. Algo hay también, qué duda cabe, de la tradición picaresca hispana, cuya huella resulta patente en dos interesantes aspectos formales del poema: la utilización desde el comienzo de un "yo" que dirige toda la composición, a guisa de monólogo extravertido, hacia un destinatario (con el propósito de ponerle al tanto de los peligros que corre el extranjero en la capital peruana y sus alrededores); y la exposición de los hechos ajustada a la estructura de un supuesto relato de viajes que, en su desastrosa y accidentada trayectoria desde México hasta Lima, recurre con talento humorístico a la denominación previa de cada uno de los romances como "descanso", para acentuar las fatigas y penalidades sufridas durante el recorrido.

Como es de rigor en toda obra satírica, Lima por dentro y fuera presenta su censura acompañada siempre de otros dos objetivos fundamentales: la lección moral y el afán de entretener y divertir al lector. En lo que se refiere al primero de ellos, "Simón de Ayanque" se muestra como un interlocutor racionalista imbuido en el espíritu de la Ilustración, por lo que rinde culto a ciertos valores sociales, culturales y económicos primados por dicha ideología (como el esfuerzo individual y colectivo, el aprovechamiento del tiempo productivo, el desarrollo científico y tecnológico, la capacidad de ahorro, la exaltación del comercio como fuente de progreso y adelanto, etc.), junto con otros valores morales que, aunque de corte universal, fueron también exaltados por los ilustrados dieciochescos (el orden, la honradez, la disciplina, la moderación, el equilibrio, el cumplimiento de la legalidad, el espíritu benéfico, etc.). Al hilo de esta exposición moral, Terralla y Landa sitúa todos estos valores en la ciudad de México, que se convierte así, a lo largo de todo el poema, en el espacio simbólico de la cultura y la racionalidad, frente al desorden, el caos, la barbarie y la irracionalidad que dominan el espacio ocupado por Lima y sus pobladores.

La capital peruana aparece, pues, sometida a la rudeza y la ociosidad de sus habitantes, que, en el poema de Terralla, salen tan malparados como el propio espacio urbano y su extrarradio (muy señaladamente, y en la línea de la mejor tradición misógina barroca, las mujeres limeñas). Volcado, en ocasiones, hacia una escritura que recoge la herencia costumbrista del siglo XVII español (v. gr., Juan de Zabaleta y Francisco Santos), el escritor español carga contra las autoridades económicas, administrativas y judiciales de la capital, pero también contra la suciedad de sus calles, el parasitismo de sus gentes, la carencia de educación y, sobre todo, la ausencia de una mentalidad racional que pudiera ordenar ese espacio caótico e inculcar en sus habitantes un espíritu laboral productivo. Naturalmente, Terralla y Landa carga las tintas en la descripción negativa que ofrece de Lima, lo que no es óbice para poder valorar, más de doscientos años después de la publicación de su obra, la inapreciable información que nos legó acerca de los estratos sociales que conformaban la capital del virreinato, dominada a la sazón -según el escritor español- por el emergente nacionalismo anti-hispano de los criollos, por el odio de los indios hacia todo lo procedente de Europa, y, en general, por el espíritu xenófobo de todos los limeños. Además, el acopio de pinceladas y brochazos negativos no logra ocultar otros detalles de gran interés para el lector actual, como la muestra de la enorme diversidad étnica que enriquecía la ciudad, la plasmación de las costumbres y los vicios de sus pobladores, sus hábitos de alimentación, sus indumentarias, su variado léxico coloquial, etc. Asimismo, resulta especialmente interesante la descripción que ofrece el poema de los paisajes y ambientes peruanos, que por vez primera en la literatura del período colonial adquiere una identidad propia que se aleja de las metáforas y los tópicos estereotipados con que solían pintarse todos los lugares del Nuevo Continente. En suma, toda la crítica social y la censura moral que Esteban de Terralla vertió contra Lima se diluye en el resultado global de la obra: el magnífico retrato de una compleja y variopinta sociedad colonial sujeta a un intenso proceso de transformación.

Respecto a la intención humorística de "Simón de Ayanque", conviene señalar los estudiados excesos de una sátira que, en ocasiones, cae de lleno en el subgénero de la diffamatio, por medio de la acentuación de los rasgos más grotescos de ciertos ambientes, personajes y situaciones. Sin embargo, el sentido del humor de Esteban de Terralla no siempre se muestra tan directo y agresivos contra lugares, personas e instituciones, ya que también sabe explayarse a través de la mera exposición o descripción burlesca, desprovista de cualquier intención satírica. Ello se hace patente, sobre todo, en el broche que cierra el poema, compuesto por un testamento y un epitafio burlescos del propio autor, en los que sus críticas y objeciones no van dirigidas especialmente contra Lima y los limeños, sino que pueden entenderse como simples dardos humorísticos de alcance universal.

Cabe añadir, por último, en lo tocante al estilo de que hace gala "Simón de Ayanque" en la escritura de Lima por dentro y fuera, que el poema está plagado de numerosos recursos procedentes del conceptismo y de otros muchos juegos verbales que tienen su origen en las distintas corrientes estéticas del barroco español. Sin embargo, no puede asegurarse que la modalidad de escritura empleada por Esteban de Terralla sea específicamente barroca, puesto que, al margen de la utilización de los procedimientos expresivos recién enumerados, el léxico utilizado no cae en la esfera de los registros cultos del lenguaje, y la formulación sintáctica de las oraciones -sujeta a las necesidades argumentativas de un espíritu ilustrado- tampoco reviste gran complejidad. Antes bien (y enlazando directamente, a guisa de conclusión, con el talante burlesco comentado en el parágrafo anterior), las referencias cultas y los procedimientos retóricos más enrevesados que aparecen en Lima por dentro y fuera deben entenderse como una burla del autor dirigida contra la legión de seguidores del barroco que, a lo largo del siglo XVIII, continuaba dominando algunos de los ambientes académicos e intelectuales de España y sus dominios coloniales.

Véase Perú: Literatura.

Bibliografía.

  • - JOHNSON, Julie G. "Lo grotesco en Terralla y Landa", en Revista de Crítica Literaria Latinoamericana (Lima/Berkeley), XIV, 28 (1988), págs. 317-325.

- MEECHAN, Thomas C. y CULL, John T. "El poeta de las adivinanzas: Esteban de Terralla y Landa", en Revista de Crítica Literaria Latinoamericana (Lima/Berkeley), X, 19 (1984), págs. 127-157.

- PALMA, Ricardo. "El poeta de las adivinanzas", en Tradiciones peruanas completas (Madrid: Aguilar, 1957), págs. 711-724).

- SÁNCHEZ, Luis Alberto. Los poetas de la colonia y la revolución (Lima: Universo [Colección de Autores Peruanos], 1974).

- SOONS, Alan. "Introducción", en TERRALLA Y LANDA, ESTEBAN: Lima por dentro y por fuera (Exeter: Exeter University Printing Unit, 1978).

J. R. Fernández de Cano.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.