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Biografía

Suvórov, Alexandr Vasilievich, Conde (1729-1800).

Militar ruso, nacido en Moscú el 13 de noviembre de 1729 y muerto en San Petersburgo el 6 de mayo de 1800. Considerado como uno de los más importantes e innovadores militares de la Rusia zarista, el conde Suvórov fue un instrumento esencial en la expansión imperialista rusa de fines del siglo XVIII. Su capacidad para concitar el patriotismo, incluso entre las clases más depauperadas de la población rusa, le convirtió en un héroe del Estado zarista.

Nacido en el seno de una familia de la alta nobleza, desde su niñez fue destinado a la carrera militar. A los quince años ingresó en el regimiento Semionovski y en 1754 fue nombrado teniente de infantería. Sus éxitos durante la Guerra de los Siete Años (1756-1763) le valieron el ascenso a coronel del regimiento Suzdal. Suvórov dedicó a dicho regimiento un manual de disciplina y educación militar, en el que preconizaba el entrenamiento de los soldados en maniobras de simulacro de combate, oponiéndose a la práctica habitual, heredada del ejército prusiano, del adiestramiento en desfiles y encuadramientos en plazas de armas. Después de cinco años de servicio y de ser ascendido a general mayor del ejército ruso, Suvórov combatió en la Guerra Ruso-polaca (1768-1772). La originalidad y audacia de sus tácticas y su poco tratable temperamento le dieron fama de excéntrico. Al finalizar la contienda en Polonia, Suvórov tomó parte en la Primera Guerra Ruso-turca (1768-1774), uniéndose al ejército del conde Rumiantsev en el frente del Danubio. En 1774, su arriesgado asalto a Turtukai, su eficaz defensa de Hirsov y su triunfo en la batalla de Kozludji le convirtieron en un héroe nacional. Ese mismo año, Suvórov reprimió con singular ferocidad la revuelta campesina de Pugachev y, posteriormente, fue destinado a la defensa de Crimea.

Habiendo alcanzado lo que parecía la cima de su carrera militar, a partir de 1775 Suvórov vivió un período de declive, tanto en lo profesional como en lo personal. Sus maneras destempladas y su indomable arrogancia le crearon numerosos enemigos en la corte, donde era un personaje poco estimado. Ello sería causa de su progresivo alejamiento de los centros del poder militar. En 1775 se le encomendó una misión exploratoria que tenía como objetivo valorar las posibilidades de invadir Persia desde la región de Astracán. Pero la misión fracasó y Suvórov languideció en Astracán, a la espera de un nuevo destino. En 1782 fue enviado al Caúcaso, donde pasó cinco años ignorado por el gobierno zarista. En 1784, tras una grave crisis personal, se separó de su esposa y repudió a su hijo Arkadi, al que no reconocía como suyo. Finalmente, al estallar la Segunda Guerra Ruso-turca (1787-1792), el gobierno de Catalina II reconsideró la utilidad de su amplia experiencia en el combate contra los turcos y Suvórov fue nombrado general. Se ocupó en primer lugar de la defensa del litoral del Mar Negro contra las incursiones otomanas. En octubre de 1787, su aplastante victoria en Kinburn le devolvió su antiguo renombre. Sin embargo, su temeraria defensa de la fortaleza de Ochakov, en 1788, hizo que de nuevo cayera en desgracia ante la emperatriz, que le acusó de estar ebrio durante la batalla. Pasó después a Moldavia para dirigir las operaciones conjuntas ruso-austríacas contra los turcos. Sus triunfos en Focçani (1789) y en el sangriento asalto a la fortaleza de Ismail (1790) volvieron a situarle en la cúspide de la fama y le valieron el ser nombrado conde. Pero Suvórov se consideraba desplazado de los centros de acción política. Cuando en 1791 fue destinado a Finlandia, su resentimiento hacia los círculos cortesanos y militares se avivó, lo que aumentó aún más su excentricidad.

En 1794 fue nuevamente requerido para reprimir la revuelta revolucionario-nacionalista de Polonia. Ferozmente antirrevolucionario, Suvórov recibió con entusiasmo la misión, empleándose en la liquidación de los rebeldes con tal encono que la matanza perpetrada en Varsovia bajo sus órdenes conmovió a los círculos políticos occidentales. El general justificó su actuación por la necesidad de atajar la guerra y de "salvar vidas". Como retribución por sus leales servicios, Catalina II le hizo entrega de 7.000 siervos y le ascendió a mariscal de campo.

Pasó después Suvórov a dirigir el ejército del sur. En él trató de poner en práctica su concepción del ejército, expuesta en su obra Arte de la victoria, en la que defendía como principios básicos la movilidad de los efectivos y la velocidad de ataque, el asalto cuerpo a cuerpo con bayoneta y el uso preciso del fuego artillero. Pero, al subir al trono Pablo I (1786-1801), se volvió a los antiguos esquemas prusianos; no pudiendo ocultar su oposición, Suvórov fue relevado del mando y sometido a una investigación por hacerse sospechoso de traición. Finalmente fue exculpado y restituido en su cargo, pero sus continuas soflamas contra la concepción militar imperante motivaron una segunda destitución al poco tiempo.

En 1799, al iniciarse la guerra de la Segunda Coalición contra la Francia revolucionaria, Suvórov fue de nuevo nombrado mariscal de campo y destinado a dirigir las operaciones del ejército ruso contra la invasión francesa del norte de Italia. Allí llevó a cabo un campaña relámpago entre abril y agosto, en la que cosechó rápidas victorias (Cassano, Trebbia, Novi), que le dieron el control sobre Milán y obligaron a los franceses a replegarse más allá de los Alpes. Convertido en un héroe de la coalición antirevolucionaria, Suvórov abrigó esperanzas de emprender la ocupación de Francia. Pero recibió la orden de unirse al ejército ruso que, al mando del general Rimsky Korsakov, combatía al ejército francés en Suiza. Tras una durísima travesía transalpina, Suvórov consiguió llegar a Altdorf, donde supo que el ejército ruso había sido derrotado y que los austríacos se retiraban a la desesperada. Al frente de un ejército exhausto, Suvórov emprendió la retirada y, pese a las duras condiciones climáticas y a la persecución de los franceses, consiguió salvar la mayor parte de sus tropas. En 1800 fue ascendido al rango sin precedentes de generalísimo y llamado a San Petersburgo para recibir honores militares. Sin embargo, su implicación en un turbio asunto privado le hizo caer de nuevo en desgracia ante el zar. Cuando llegó a San Petersburgo, gravemente enfermo, encontró vedado su acceso a la corte. Murió poco después, el 6 de mayo de 1800.

Bibliografía

  • LONGWORTH, P. The Art of Victory: The Life and Achievements of Generalissimo Suvorov (1729-1800). Londres, 1965.

Autor

  • Victoria Horrillo Ledesma