Sun Yat-sen (1866–1925): El Padre Fundador de la China Moderna

Sun Yat-sen (1866–1925): El Padre Fundador de la China Moderna

Introducción a la figura de Sun Yat-sen

Sun Yat-sen es una de las figuras más emblemáticas de la historia de China y, sin duda, uno de los líderes más importantes en la transición del país hacia la modernidad. Nacido en 1866 en Zhongshan, provincia de Guangdong, Sun Yat-sen se convirtió en el principal impulsor de la Revolución de 1911, que derrocó a la dinastía Qing, poniendo fin a más de dos mil años de imperio y dando paso a la República de China. Durante toda su vida, Sun se dedicó a luchar por la unificación del país y por la construcción de una China moderna y libre del yugo imperialista. Su pensamiento, fuertemente influenciado por el Occidente y figuras revolucionarias internacionales, lo colocó como el verdadero fundador de la República de China.

Primeros años y educación en el extranjero

Sun Yat-sen nació en el seno de una familia de origen campesino en la región de Guangdong, en el sur de China. Su familia participó activamente en la rebelión de los Taiping, un levantamiento contra la dinastía Qing que marcó el inicio de una serie de revueltas en el país. Desde su infancia, Sun fue testigo de las difíciles circunstancias sociales y políticas que afectaban a China, y su familia se vio profundamente marcada por los efectos de las rebeliones.

A los trece años, Sun dejó su hogar y emigró a Honolulu, Hawái, para reunirse con su hermano Sun Mei, quien ya residía allí. En las escuelas misioneras británicas que asistió, comenzó a formarse en una educación influenciada por el pensamiento occidental. Fue durante su tiempo en Hawái que Sun desarrolló una profunda admiración por las ideas democráticas y republicanas, que serían la base de su pensamiento político.

A lo largo de su estancia en Hawái, Sun Yat-sen no solo adquirió conocimientos académicos, sino que también comenzó a reflexionar sobre las condiciones de su país natal, China, y cómo las ideas modernas podían ser una vía para su progreso. En 1883 regresó a Zhongshan, pero su creciente fascinación por el mundo occidental y sus ideas liberales fueron mal recibidas en su país, lo que lo llevó a emigrar nuevamente, esta vez a Hong Kong. En Hong Kong, la convivencia de culturas chinas y occidentales era más fluida, lo que permitió a Sun una inmersión aún más profunda en el pensamiento europeo y americano.

La influencia del pensamiento occidental

El cambio de residencia a Hong Kong fue un punto de inflexión en la vida de Sun Yat-sen. Allí, se matriculó en la Escuela Diocesana y, más tarde, en la Escuela Estatal Central. Fue en este entorno multicultural donde desarrolló su postura política y social. Influenciado por el pensamiento de filósofos occidentales y reformistas, comenzó a ver la monarquía china como un obstáculo para el progreso del país y se dedicó a luchar por la creación de una república democrática.

En 1892, Sun Yat-sen completó sus estudios en medicina en el Medical College de Hong Kong. Aunque obtuvo su título de médico, su verdadera pasión se encontraba en la política. En lugar de ejercer la medicina, Sun se dedicó a escribir y organizar movimientos revolucionarios contra el régimen imperial chino. Su descontento con la dinastía Qing se profundizó cuando observó la pobreza y la debilidad del país frente a las potencias extranjeras. La decadencia del gobierno Qing y la desigualdad económica fueron elementos que impulsaron a Sun a luchar por una China más moderna y autosuficiente.

Sus primeros pasos en la política y revolución

La primera incursión política significativa de Sun Yat-sen ocurrió cuando fundó, en Honolulu, la Sociedad para la Reconstrucción de la China. Esta sociedad secreta tenía como objetivo derrocar a la dinastía Qing y establecer un gobierno republicano. En 1895, tras la derrota de China en la guerra chino-japonesa, Sun intentó llevar a cabo una insurrección en Cantón, que fracasó rotundamente. Este fracaso resultó en la ejecución de varios de sus compañeros revolucionarios y lo obligó a exiliarse nuevamente.

A pesar de este revés, Sun Yat-sen no abandonó su sueño de unificar China. Durante su exilio, viajó por diversas partes del mundo, incluyendo Estados Unidos, Europa y Asia, buscando apoyo para su causa entre la diáspora china. En Londres, casi fue secuestrado por un grupo de agentes de la dinastía Qing, quienes intentaban llevarlo de vuelta a China para ejecutarlo. Sin embargo, el secuestro fue frustrado gracias a la intervención de la prensa, específicamente el London Times, lo que aumentó su popularidad entre los chinos en el extranjero. Sun aprovechó este momento para promover su imagen como un héroe nacional y líder revolucionario.

El pensamiento de Sun Yat-sen: los Tres Principios del Pueblo

A medida que su carrera revolucionaria se desarrollaba, Sun Yat-sen formuló un conjunto de ideas que llegaron a ser conocidos como los Tres Principios del Pueblo (San-min Zhuyi). Estos principios, que Sun promovió como el fundamento de su ideología política, eran: Nacionalismo, Democracia Popular y Bienestar Popular.

El Nacionalismo que defendía Sun Yat-sen estaba orientado a la restauración de la soberanía de China y a la expulsión de las potencias extranjeras que controlaban partes del territorio chino. En cuanto a la Democracia Popular, Sun se inspiró en los ideales de la Revolución Francesa y en la filosofía política de figuras como Abraham Lincoln, Giuseppe Mazzini y Otto von Bismarck, proponiendo un sistema de gobierno basado en la participación popular y un sistema electoral justo. Finalmente, el Bienestar Popular apuntaba a mejorar las condiciones económicas y sociales de la población china, con reformas que promovieran una distribución más equitativa de los recursos.

Estos principios fueron esenciales para el desarrollo del pensamiento político de Sun Yat-sen y la formulación de sus planes para transformar China. Sun creía que solo a través de una reforma profunda y un gobierno constitucional podrían resolverse los problemas de China, que se encontraban en una fase de atraso comparado con las potencias occidentales y Japón.

La Revolución de 1911 y la fundación de la República de China

La Revolución de 1911, también conocida como la Revolución Xinhai, fue el punto culminante de los esfuerzos de Sun Yat-sen por derrocar la dinastía Qing. El 10 de octubre de 1911, estalló una rebelión en la ciudad de Wuchang, y rápidamente se extendió por varias provincias del sur y el centro de China, que proclamaron su independencia del gobierno manchú. Este levantamiento finalmente resultó en el derrocamiento de la última dinastía imperial de China, poniendo fin a más de dos mil años de gobierno imperial.

El mismo día que la rebelión de Wuchang estalló, Sun Yat-sen, que en ese momento se encontraba en los Estados Unidos, fue proclamado presidente provisional de la República de China. A pesar de este éxito revolucionario, Sun carecía del apoyo militar necesario para consolidar el poder y evitar la fragmentación del país. En lugar de enfrentar un conflicto militar prolongado, Sun cedió el cargo a Yuan Shikai, un líder militar del norte, con la esperanza de que él pudiera unificar el país bajo un gobierno republicano.

Sin embargo, lo que Sun no anticipó fue que Yuan Shikai, tras asumir el poder, pronto se proclamaría emperador, intentando restaurar la monarquía en China. Esto desató un conflicto entre ambos y entre los republicanos, que veían la posibilidad de regresar a un gobierno imperial como una traición a los ideales revolucionarios. Aunque la República de China fue oficialmente proclamada, el poder real seguía dividido entre los distintos señores de la guerra y líderes regionales.

La creación del Kuomintang y sus esfuerzos por modernizar China

Tras su derrota política y la falta de apoyo para unificar China de manera pacífica, Sun Yat-sen reorganizó la Liga de la Causa Común, rebautizándola como Kuomintang (KMT), o Partido Nacionalista Chino, con el objetivo de continuar la lucha por la república. A través del KMT, Sun y sus seguidores promovieron la idea de una China unificada, moderna y libre de la dominación extranjera y de los intereses imperialistas.

Además de sus esfuerzos políticos, Sun también trató de llevar a cabo reformas económicas y sociales, buscando modernizar sectores clave como la infraestructura de transporte. Durante su tiempo al frente del gobierno republicano, Sun Yat-sen se desempeñó como director de ferrocarriles, impulsando varios proyectos para la modernización del transporte en China. Sin embargo, su influencia en el gobierno central se vio limitada debido a la fuerte oposición de los militares y los señores de la guerra.

El KMT, a pesar de sus esfuerzos, sufrió varias derrotas y dificultades durante la siguiente década. Sun pasó parte de este tiempo en el exilio, buscando apoyo en Japón y en otros lugares. En Japón, el gobierno japonés y empresarios influyentes se alinearon con Sun, proporcionándole recursos financieros y apoyo logístico. Durante este período, Sun reforzó su ideología política y organizó a los movimientos revolucionarios en el sur de China.

Conflictos y alianzas políticas: la relación con los comunistas

En 1923, Sun Yat-sen adoptó una estrategia política poco convencional al aliarse con los comunistas chinos, con el fin de unir a las fuerzas revolucionarias contra el gobierno militarista del norte. Esta alianza sorprendió a muchos de sus seguidores, pero Sun consideraba que era necesaria para derrotar a las fuerzas de Yuan Shikai y sus sucesores. Junto con los comunistas, Sun y el KMT atacaron el norte de China, y el líder militar del KMT, Jiang Jieshi, comenzó a tomar un papel importante en la estrategia militar.

Sun Yat-sen también fundó en 1924 la Academia Militar de Whampoa, ubicada cerca de Cantón, con el objetivo de formar una élite de oficiales que pudieran liderar el ejército revolucionario para unificar el país bajo el gobierno republicano. La academia fue fundamental en el entrenamiento de los líderes militares y en la consolidación de la fuerza del KMT en el sur de China.

Además, la relación con la Unión Soviética fue clave para fortalecer las fuerzas de Sun. El apoyo de la URSS, que ofreció recursos materiales y entrenamiento, fue crucial en la construcción del KMT como una fuerza poderosa capaz de desafiar a los señores de la guerra del norte.

El intento de restaurar el orden y la unidad en China

Con el respaldo de los comunistas y la fuerza militar recién organizada, Sun Yat-sen pudo avanzar hacia el norte y tratar de obtener el control de las ciudades clave, incluyendo Pekín. En 1924, Sun logró ingresar a la capital bajo una bienvenida triunfal, como un símbolo de unidad nacional. No obstante, su gobierno en el sur de China seguía siendo precario, y su lucha por la consolidación de la República se vio constantemente amenazada por los intereses de los señores de la guerra y por la intervención de potencias extranjeras, que seguían controlando partes del país.

A pesar de los esfuerzos de Sun para unificar China, el país se encontraba inmerso en una crisis política y económica, exacerbada por la anarquía de los señores de la guerra y la continua interferencia de potencias extranjeras. A lo largo de la década de 1920, la situación política en China se complicó aún más, y Sun se vio obligado a abandonar el país en varias ocasiones debido a la inestabilidad.

El legado de Sun Yat-sen

El 12 de marzo de 1925, Sun Yat-sen murió en Pekín debido a un cáncer. A pesar de no haber logrado consolidar el poder en todo el país, su muerte marcó el fin de una era en la lucha por la independencia y la unificación de China. Sun Yat-sen es considerado el padre de la República de China, y su legado ha perdurado tanto en la República Popular China como en Taiwán, donde su figura es venerada como un héroe nacional.

Cuatro años después de su muerte, su tumba en Nanking se convirtió en un centro de peregrinaje nacional, un lugar donde los ciudadanos de China rendían homenaje a su figura y a sus ideales. La viuda de Sun, Soong Ching-ling, jugó un papel destacado en la política de la China comunista tras la Segunda Guerra Mundial, mostrando cómo la influencia de Sun perduró incluso en la China socialista.

A lo largo de su vida, Sun Yat-sen dejó un importante legado de escritos, entre los que destacan sus Fundamentos de la reconstrucción nacional, El desarrollo internacional de China y Memorias de un revolucionario chino. Estos textos siguen siendo una fuente clave para entender su visión política, que combinaba ideas democráticas, nacionalistas y de bienestar popular.

La visión de su viuda, Soong Ching-ling, en el régimen comunista

Tras la muerte de Sun Yat-sen, su viuda Soong Ching-ling se convirtió en una figura prominente en la política china. Durante la Revolución Cultural y después de la fundación de la República Popular China en 1949, Soong Ching-ling desempeñó un papel fundamental en las relaciones entre la familia de Sun y el Partido Comunista. Su apoyo al régimen comunista le permitió consolidarse como una figura importante, destacando el legado de su esposo en la política moderna de China.

Un hombre de visión global

Sun Yat-sen dejó un legado profundo que trascendió las fronteras de China. Su lucha por una China unificada, moderna y libre de la opresión imperialista sigue siendo un referente para todos los movimientos que buscan la independencia y la democracia. Hoy, tanto en la República Popular China como en Taiwán, la figura de Sun Yat-sen es considerada un símbolo de la esperanza, la lucha y la transformación de una nación que, a pesar de las adversidades, logró cambiar su rumbo hacia la modernidad.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Sun Yat-sen (1866–1925): El Padre Fundador de la China Moderna". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/sun-yat-sen [consulta: 16 de octubre de 2025].