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PinturaBiografía

Suarez Llanos, Ignacio (1830-1881)

Pintor español; nació en Gijón el 31 de julio de 1830 y murió en Madrid el 25 de diciembre de 1881. Realizó sus estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, donde completó la formación iniciada con Bernardino Montañés. Al concluir, fue pensionado para estudiar en Roma. A su regreso en 1866, fue nombrado profesor interino de la Escuela de San Fernando en la que él mismo había estudiado, en 1868, pasa a ser profesor numerario y en 1873 gana la cátedra de Anatomía Pictórica. En 1880 fue elegido académico de número de la de Bellas Artes de San Fernando, aunque su repentina muerte le impidió leer el discurso de ingreso.

Se dedicó a la pintura histórica, aunque también cultivó generos como el retrato y la pintura de género. Al primer género responden títlulos como Cayo Gracco despidiéndose de su familia, con el que concurrió a la Exposición Nacional de 1858 y por el que obtuvo la pensión para ampliar estudios en Roma (no debe confundirse este cuadro con el del mismo título de Alejo Vera y Estaca; el título original del cuadro que nos ocupa es nada menos que Licinia deteniendo con súplicas y ruegos a su esposo cayo Graco, quien desviándola dulcemente y ahogando en lo más profundo de su pecho los sagrados sentimientos de padre y esposo, marcha a socorrer a la patria, puesta en peligro por los que no mucho ha tan horrorosamente asesinaron a su hermano Tiberio, lo que obliga a los manuales a acortarlo y resumirlo de forma que coincide con el título que Vera y estaca dio a su obra), El último viaje de Felipe II en litera al Monasterio de El Escorial (que quedó inacabado a su muerte) o Retrato de Atanagildo, que formaba parte de la serie de retratos de los reyes de España que se llevó a cabo entre varios pintores por encargo oficial. También se ocupó de temas literarios en El Lazarillo de Tormes, por el que obtuvo medalla de segunda clase en la Exposición Nacional de 1858 o Una escena de "La Tía Fingida", por el que obtuvo la de tercera clase en 1860. A caballo entre lo literario y lo histórico está el bellísimo Sor Marcela de San Félix, monja en las Trinitarias Descalzas de Madrid, viendo pasar el entierro de Lope de Vega, su padre que se conserva en em Museo Municipal de Madrid y que proporcionó a su autor medalla de primera clase en la Exposición Nacional de 1862.
Como retratisata, recibió buen número de encargos, como el Retrato de Gaspar Melchor de Jovellanos del Ayuntamiento de Gijón, los de José Posada Herrera y Casto Méndez Núñez en el Ateneo de Madrid o el de Práxedes Mateo Sagasta del Congreso de los Diputados. Dejando de lado el indudable valor artístico de estos retratos, es digno de destacarse el hecho de que se hayan convertido varios de ellos, singularemente los de Sagasta y Méndez Nüñez, en la imagen habitual de dichos personajes reproducida una y otra vez en manuales y estudios sobre la historia de España en el XIX.

Autor

  • G.F.S.E.