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QuímicaFísicaBiografía

Strassmann, Fritz (1902-1980).

Físico y químico alemán, nacido en Boppard el 22 de febrero de 1902 y fallecido en Maguncia el 22 de abril de 1980. Fue el descubridor, junto con su compatriota Otto Hahn (1879-1968) y la física sueca Lise Meitner (1878-1968), de la fisión del Uranio en 1938. Recibió el prestigioso premio "Enrico Fermi" en 1966, "por sus contribuciones a la química nuclear y sus estudios experimentales extensos, que culminaron en el descubrimiento de la fisión".

Vida

Volcado desde su adolescencia hacia el estudio de los saberes científicos, cursó la carrera de Física y Química en la Technical University de Hannover, donde obtuvo el grado de doctor en dichas materias en 1929. Emprendió, entonces, una fecunda carrera docente e investigadora en ese mismo centro de enseñanza superior, donde pronto dio muestras de estar llamado a aportar grandes hallazgos a la Ciencia contemporánea, al desarrollar un valioso método para la datación de las rocas, partiendo del análisis de los elementos radiactivos rubidio y estroncio.

Estos tempranos éxitos en su trayectoria científica le permitieron incorporarse, en la década de los treinta, al prestigioso equipo de investigadores que trabajaba en el Instituto Kaiser Wilhelm, de Berlín, donde pronto tuvo ocasión de colaborar estrechamente con los ya citados Hahn y Meitner. Fruto de esta colaboración fue el descubrimiento de la fisión del uranio, que hizo posible, pocos años después, la fabricación de la primera bomba atómica.

Durante la II Guerra Mundial (1939-1945), Otto Hahn y Fritz Strassmann continuaron trabajando en el campo de la física nuclear, con especial atención al estudio de los productos resultantes de la fisión del uranio (como el bario y el kriptón). Pero, enemigos ambos de la política de Hitler (1889-1945), se negaron rotundamente a participar en un programa de fabricación de armamento nuclear (paralelo a ese Proyecto Manhattan que, en la localidad estadounidense de Los Álamos, desarrollaban por aquel tiempo los científicos norteamericanos), con tal de que las tropas nazis no dispusieran nunca de tan mortífero instrumento de destrucción. Hahn llegó a confesar a Strassmann que, si llegase a sospechar en algún momento que su trabajo había servido para que Hitler dispusiera de la bomba atómica, en ese mismo punto se quitaría, sin dudarlo, la vida.

Acabada la guerra, tanto Hahn como Strassmann recuperaron el status del que se habían visto privados en Alemania por culpa de su aversión a Hitler. Hahn pudo por fin recoger el Premio Nobel, que le había sido entregado en secreto en 1944, para no incrementar el recelo de las autoridades nazis contra el laureado científico; por su parte, Strassmann fue recompensado en 1946 con la cátedra de Química inorgánica y nuclear en la Universidad de Maguncia, donde fundó y dirigió el Instituto de Química Inorgánica y Nuclear. Más adelante fue nombrado director del Instituto de Química Max Planck.

Aportaciones de Strassmann

En los comienzos de su carrera como investigador, el científico de Boppard se ocupó de los elementos radiactivos empleados en geocronología (ciencia dedicada a la datación de rocas y fenómenos geológicos). Fue así como desarrolló un nuevo método de datación de rocas, basado en la descomposición del rubidio-87 radiactivo, que se convierte en estroncio-87 emitiendo una partícula beta. Strassmann demostró que el rubidio-87 es uno de los isótopos radiactivos más abundantes en la corteza terrestre (con una presencia de 33,6 partes por millón), y que su vida media es también la más larga (se estima en unos 47.000 millones de años). Así, según su método, se puede calcular la edad de las rocas analizando sus proporciones de rubidio y estroncio.

Ya en el Instituto Kaiser Wilhelm de Berlín, Fritz Strassmann fue requerido por Otto Hahn y Lise Meitner para que colaborase con ellos, pues necesitaban la ayuda de un brillante químico analítico. Meitner, nacida en Austria, se había afincado en Berlín como ayudante de su antiguo maestro Max Planck (1858-1947), y allí adquirió un notable prestigio por su método para medir las longitudes de onda de los rayos gamma. Profesora de Física en la Universidad de Berlín desde 1917, a mediados de los años treinta empezó a trabajar estrechamente con Otto Hahn en el proyecto que habría de desembocar en el descubrimiento de la fisión del uranio.

Pero pronto hubo de abandonar el equipo, pues su condición de judía austriaca puso en peligro su vida. Tras el auge de Hitler y sus partidarios en Alemania, pensó en abandonar el territorio dominado por los nazis; pero el trabajo que estaba desarrollando en Berlín era tan importante que decidió anteponer sus investigaciones a su propia seguridad. Al lado de Hahn y Strassmann se sentía, al mismo tiempo, bastante protegida de delaciones y persecuciones, pues el primero ya se había significado por su rechazo frontal a la política totalitaria de Hitler, mientras que el joven Strassmann había mostrado idéntica animadversión, al negarse a afiliarse al Partido Nazi.

Sin embargo, en 1938, a raíz de la anexión de Austria a Alemania, comenzaron a circular rumores de que Meitner podría perder su plaza de profesora en la Universidad y quedar relegada al ostracismo, ya que también se sospechaba que, dada su condición de judía, se le impediría salir de Alemania, para evitar que otras potencias internacionales se aprovecharan de los descubrimientos y avances que había hecho en colaboración con Hahn y Strassmann. Así las cosas, el 13 de julio de dicho año la científica austríaca huyó apresuradamente de Berlín, dejando allí todas sus pertenencias; gracias a la ayuda que le prestaron algunos destacados miembros de la comunidad científica europea, se refugió primero en Holanda y luego en Dinamarca, para recalar finalmente en Suecia, donde el genial físico Karl Manne Siegbahn (1886-1978) le ofreció un puesto de trabajo en el Instituto Nobel de Estocolmo. Allí adoptó la nacionalidad sueca, y continuó desplegando una intensa labor científica, ayudada por su sobrino y colaborador Otto Robert Frisch (1904-1979).

Hahn y Strassmann quedaron, pues, solos en el proyecto de trabajo iniciado a mediados de los años treinta. Entretanto, en un laboratorio francés Irène Curie-Joliot (1897-1956) y su ayudante yugoslavo Pável Savitch habían logrado aislar, después de bombardear el uranio con neutrones y cubriendo sus muestras con una capa gruesa de bronce, una substancia cuya vida media era de 3.5 horas. Debido al comportamiento químico que observaron en ella, creyeron que esta substancia era torio.

Pero Otto Hahn y Fritz Strassmann, después de haber analizado en profundidad el trabajo de Curie-Joliot y Savitch, llegaron a la conclusión de que dicha substancia no era torio, y así se lo hicieron saber a sus colegas de Francia, quienes, tras repetir sus experimentos, publicaron en 1938 un artículo en el que reconocían que esa enigmática substancia se parecía mucho al lantano, no se comportaba como el actinio y, probablemente, tampoco era torio (como bien habían observado Hahn y Strassmann).

Pero lo más significativo de este artículo es que la célebre hija de los esposos Curie, junto con su ayudante yugoslavo, afirmaban que la problemática substancia obtenida en sus experimentos se podía separar por fraccionamiento, lo que abría directamente la puerta a la consecución de la perseguida fisión nuclear. Unos años después, Hahn sostuvo que, probablemente, dicha substancia era el mismo lantano (al que, según Curie-Joliot y Savitch, se parecía mucho); y que, si ambos colaboradores lo hubiesen identificado como tal, habrían llegado antes que Strassmann y él al descubrimiento de la fisión nuclear.

Tras la aparición del citado artículo en el verano de 1938, Hahn y Strassmann, ya despojados de la ayuda de Meitner (aunque en directa comunicación con ella y con su sobrino Frisch), decidieron repetir sus experimentos y descubrieron un producto radiactivo que se comportaba en parte como el radio, si bien era cierto que, por otra parte, mostraba también el mismo comportamiento químico que el actinio. Al establecer con minuciosidad las propiedades de este supuesto radio, advirtieron que éstas eran idénticas a las del bario; esto explicaba -como reconoció humorísticamente Otto Frisch, el sobrino de Meitner, unos años después- que ese radio artificial obtenido por Hahn y Strassmann no se pudiera separar del bario... "¡por la sencilla razón de que era bario!".

Hahn y Strassmann comunicaron por escrito a Lise Meitner los conclusiones que habían extraído tras sus últimos experimentos, realizados en diciembre de 1938. En la Navidad de aquel mismo año, durante una visita a su tía en Suecia, Otto R. Frisch tuvo ocasión de leer la carta de los dos científicos alemanes que acababa de recibir su tía, y en un principio se mostró renuente a aceptar que el bario pudiera originarse tras un bombardeo de uranio con neutrones. Sin embargo, en sus largas caminatas junto a su tía sobre el paisaje nevado de Kungalv (cerca de Gotebörg, donde la exiliada austríaca tenía su residencia), se le ocurrió que el proceso descrito por Hahn y Strassmann en su epístola podría tener una explicación recurriendo a la vieja idea del genial físico danés Niels Bohr (1885-1962), quien había concebido el núcleo atómico como una especie de gota líquida, capaz de elongarse y dividirse. Reflexionando sobre todo ello, aceptó la validez de los experimentos de Hahn y Strassmann y utilizó por vez primera en un artículo el término fisión, que le había sido sugerido por el biólogo estadounidense William A. Arnold (era, en efecto, la voz empleada entre los expertos en citología para referirse a la división de una célula).

Por su parte, Hahn y Strassmann decidieron divulgar, en un artículo publicado a comienzos de 1939, las conclusiones que habían extraído de los experimentos realizados por ambos a finales del año anterior. A pesar de que ambos estaban convencidos de haber dado con el proceso de la fisión nuclear, optaron por ser muy cautelosos en este primer anuncio oficial que hacían acerca de ello, ya que, por una parte, aún esperaban los resultados de ciertas pruebas muy importantes, y, por otra parte, temían que la comunidad científica internacional mostrase ciertos reparos al conocer que un objetivo perseguido por los principales físicos de todo el planeta había sido alcanzado, en realidad, por dos especialistas en Química. Esta cautela les llevó a hablar, en este primer escrito, del "estallido" del uranio en vez de aludir directamente a ese proceso con su auténtico nombre de "fisión". Pero, a las pocas semanas, los artículos de Lise Meitner y su sobrino Otto Frisch, que autorizaban desde los más severos criterios de la Física académica las conclusiones de los dos químicos alemanes, vinieron a ratificar científicamente -con argumentos autorizados nada menos que por el trabajo clásico de Niels Bohr- que Hahn y Strassmann habían descubierto la fisión nuclear.

JRF

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.