Hernando de Soto (1500–1542): Conquistador y Explorador Español de la América Colonial

Hernando de Soto (1500–1542): Conquistador y Explorador Español de la América Colonial

Orígenes y Formación Familiar

Hernando de Soto nació alrededor del año 1500 en Jerez de los Caballeros, una localidad situada en la provincia de Badajoz, en la región de Extremadura, España. Provenía de una familia hidalga, lo que significaba que gozaba de una posición de nobleza menor, pero sin grandes riquezas. Su padre, Francisco Méndez de Soto, era originario de la Bureba, y su madre, doña Leonor Arias Tinoco, era de ascendencia portuguesa. Aunque los detalles sobre su infancia y los primeros años de su vida son muy escasos, se sabe que fue criado en un entorno relativamente modesto, pero que la nobleza de su familia le permitió tener acceso a una educación básica que, sin duda, marcó el inicio de su carrera.

Una de las primeras descripciones conocidas de Hernando de Soto proviene de Pedro Pizarro, quien lo describió como “hombre pequeño, diestro en la guerra de los indios, valiente y afable con los soldados”. Esta imagen de un hombre ágil, experimentado en la lucha y con un carácter accesible, puede dar una idea de la personalidad que desplegaría a lo largo de su vida.

Primeros Años en América

A principios del siglo XVI, como muchos jóvenes de la nobleza española, Hernando de Soto decidió embarcarse hacia el Nuevo Mundo en busca de aventuras y riquezas. En 1514, se unió a la gigantesca expedición de Pedrarias Dávila, quien encabezó una incursión hacia la región de Castilla del Oro (actual Panamá) con más de 1.500 hombres. Este viaje marcó el comienzo de su carrera militar y de exploración en las Américas.

En las primeras etapas de su estancia en América, Hernando de Soto sirvió como soldado bajo las órdenes de Gaspar Espinosa. Su participación en varias campañas militares, incluida la lucha contra el líder indígena Urracá, le permitió ascender rápidamente dentro de las filas del ejército y obtener el título de Capitán. Entre 1520 y 1522, participó activamente en la fundación de Santiago de Natá, una villa ubicada en lo que hoy es Panamá, que sirvió como un asentamiento clave en la expansión española por la región.

Exploraciones y Conquista de Nicaragua

Tras sus primeras experiencias en Panamá, Hernando de Soto se trasladó a Nicaragua, donde se unió a las fuerzas de Hernández de Córdoba en la conquista de este territorio. Fue en esta región donde se involucró profundamente en la fundación de importantes ciudades como León y Granada en 1524. A lo largo de este periodo, se consolidó como un hombre clave en el establecimiento del dominio español en América Central.

En Nicaragua, Hernando de Soto también se relacionó con la mujer indígena con la que tuvo dos hijos, María y Andrés, aunque solo el primero fue reconocido oficialmente. A pesar de estar profundamente involucrado en las actividades de colonización y el establecimiento de nuevas ciudades, también se dedicó a las actividades comerciales, principalmente al lucrativo tráfico de esclavos, en asociación con Hernán Ponce.

La Aventura Peruana: Alianza con Francisco Pizarro

El destino de Hernando de Soto dio un giro significativo cuando el famoso conquistador Francisco Pizarro solicitó su ayuda para la conquista del Imperio Inca. Pizarro, que ya había comenzado su expedición hacia Perú, ofreció a Soto el cargo de teniente general, aunque finalmente este puesto sería otorgado a Hernando Pizarro, hermano del propio Francisco.

A pesar de esta decepción inicial, de Soto no dudó en unirse a las fuerzas de Pizarro, fletando cuatro barcos y reclutando 100 hombres para embarcarse en la aventura. El encuentro entre Soto y Pizarro ocurrió en la isla de Puná, en las costas del Ecuador, donde de Soto, ya convertido en uno de los principales colaboradores de la expedición, participó activamente en la toma de decisiones cruciales.

Conquista del Imperio Inca

Uno de los momentos más significativos de la carrera de Hernando de Soto fue su papel durante la conquista del Imperio Inca. Acompañó a Pizarro hasta Cajamarca, donde desempeñó un papel crucial en la captura de Atahualpa, el último emperador inca. Según las crónicas, durante el encuentro con Atahualpa, de Soto realizó una cabalgata frente al Inca, quien, según los relatos, no mostró signos de temor. El día siguiente, en la batalla que resultó en la victoria española, de Soto lideró uno de los tres escuadrones de caballería, junto con Benalcázar y Hernando Pizarro.

Después de la captura y ejecución de Atahualpa, de Soto continuó su participación en la conquista de la capital inca de Cuzco, donde acumuló grandes riquezas. En este proceso, surgieron tensiones dentro de la expedición, especialmente con Juan Pizarro, lo que llevó a una rivalidad dentro de las filas españolas. Sin embargo, la mediación de Francisco Pizarro resolvió el conflicto.

Con su fortuna obtenida en Perú, Hernando de Soto regresó a Nicaragua y, finalmente, a España, donde en 1537 se casó con Isabel de Bobadilla, hija de Pedrarias Dávila, quien también había sido una figura destacada en la colonización del Nuevo Mundo.

Regreso a España y el Proyecto de la Florida

El regreso a España no significó el fin de la carrera de Hernando de Soto. En 1537, al conocer las noticias de los recientes fracasos de otros conquistadores en la región de la Florida, como Ponce de León, Vázquez de Ayllon y Pánfilo de Narváez, se sintió atraído por la idea de emprender una nueva expedición.

Ese mismo año, solicitó y obtuvo el cargo de Adelantado de la Florida, además de ser nombrado Gobernador de Cuba. Utilizó toda su fortuna para financiar una ambiciosa expedición con 600 hombres, entre los cuales se encontraban veteranos de la conquista del Perú y algunos portugueses. Preparó siete barcos y tres bergantines, y en 1538 zarpó hacia el Caribe. Durante su estancia en Cuba, se dedicó a reforzar la fortaleza de la Habana y a preparar su próxima invasión.

Conquista de la Florida

El 18 de mayo de 1539, Hernando de Soto zarpó de la Habana con su expedición rumbo a la península de la Florida. En esta etapa, la expedición contaba con 515 hombres, 237 caballos, y los recursos necesarios para asegurar el éxito de la misión. Al llegar a la bahía del Espíritu Santo (actual Tampa Bay) el 25 de mayo, de Soto y su ejército encontraron a Juan Ortiz, un superviviente de la expedición fallida de Pánfilo de Narváez, quien había estado viviendo con los indígenas durante doce años. Ortiz les proporcionó valiosa información sobre el territorio, lo que fue de gran ayuda para los exploradores españoles.

Sin embargo, las dificultades comenzaron casi de inmediato. De Soto dejó un grupo de 100 hombres en el puerto y envió las naves de vuelta a Cuba con la intención de que regresaran después de un tiempo. Luego, comenzó el arduo viaje hacia el interior de la península de la Florida. Durante los tres años siguientes, de Soto y sus hombres recorrieron incansablemente vastas áreas del sur y sureste de lo que hoy es Estados Unidos, enfrentándose a múltiples desafíos, tanto naturales como humanos.

Su expedición pasó por lo que hoy es Georgia, Alabama, y Mississippi, pero a medida que se internaban más en el territorio, comenzaron a desvanecerse los mitos y leyendas de riquezas que motivaban la marcha de los conquistadores. La búsqueda de oro y ciudades ricas en tesoros llevó a de Soto y a su ejército a internarse en territorios desconocidos, enfrentando numerosas tribus indígenas hostiles, además de la desnutrición y las enfermedades que diezmaban a la expedición.

El viaje de Hernando de Soto fue, en muchos sentidos, un constante vaivén entre la esperanza de descubrir algo valioso y la desilusión de no hallar lo prometido. En 1540, tras haber atravesado una serie de dificultades, el grupo llegó a Apalachee (actual Florida) donde pasaron el invierno. De Soto continuó su exploración hacia el noreste a través de lo que hoy es Georgia, y más tarde, hacia el norte, en el área de Tennessee.

El Descubrimiento del Río Mississippi

En mayo de 1541, después de haber recorrido una vasta extensión del sur de América del Norte, de Soto y sus hombres llegaron a la orilla del río Mississippi, un descubrimiento que sería uno de los hitos más significativos de su carrera. Este río, al que los indígenas llamaban Meact Massipí (o “padre de las aguas”), fue llamado por los españoles Río Grande del Espíritu Santo.

El hallazgo del Mississippi fue un acontecimiento trascendental para la exploración de América del Norte. Sin embargo, el hecho de que los hombres de Soto tuvieran que construir piraguas para cruzar el río, lo que les llevó casi un mes, es un claro indicio de las dificultades logísticas que enfrentaban en sus exploraciones. A pesar de la magnitud del hallazgo, de Soto y su ejército no encontraron la riqueza esperada en las orillas del gran río, y continuaron su travesía hacia el noroeste a lo largo de las tierras de Arkansas.

En este punto, el contingente se encontraba reducido a menos de la mitad de su tamaño original, con solo unos 300 hombres y 42 caballos, debido a las constantes batallas, enfermedades y falta de suministros. Sin embargo, de Soto no abandonó su objetivo y continuó la marcha hacia el sur, en busca de la costa del océano, con la esperanza de encontrar algún tipo de puerto o salida al mar.

Muerte y Legado

La marcha de Hernando de Soto continuó durante el invierno de 1541-42, mientras sus hombres se adentraban en el territorio de Arkansas. Sin embargo, las condiciones empeoraron considerablemente. En marzo de 1542, de Soto comenzó a mostrar signos de enfermedad, aquejado por fuertes fiebres. Al poco tiempo, la situación empeoró, y el líder conquistador se vio obligado a llamar a sus capitanes y nombrar a Luis de Moscoso como su sucesor.

El 21 de mayo de 1542, Hernando de Soto falleció a orillas del río Mississippi, lejos de las tierras que había soñado conquistar y en medio de una expedición que, aunque histórica, terminó en tragedia. Sus hombres, profundamente afectados por su muerte, envolvieron su cuerpo en una manta y lo sumergieron en las aguas del río que él mismo había descubierto. Este acto simbólico fue un reconocimiento al legado de un hombre que, a pesar de sus fracasos, dejó una huella imborrable en la historia de la exploración americana.

A pesar de su muerte, la expedición continuó bajo el mando de Luis de Moscoso, quien construyó bergantines y siguió la navegación por el río Mississippi durante 50 días, hasta que finalmente alcanzaron la desembocadura del río en 1543, logrando salir al golfo de México.

El legado de Hernando de Soto es, por un lado, el de un hombre valiente y decidido, pero también el de un conquistador cuyas expectativas fueron muy superiores a los logros reales de su expedición. A lo largo de su vida, de Soto exploró vastas áreas de América, contribuyendo al conocimiento de las tierras del sur de lo que hoy son los Estados Unidos y dejando una marca perdurable en la historia de la exploración española en el continente americano.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Hernando de Soto (1500–1542): Conquistador y Explorador Español de la América Colonial". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/soto-hernando-de [consulta: 5 de octubre de 2025].