Jordi Solé Tura (1930–2009): Defensor de la Democracia y el Catalanismo en la Transición Española
Jordi Solé Tura (1930–2009): Defensor de la Democracia y el Catalanismo en la Transición Española
Orígenes y Formación Inicial
Jordi Solé Tura nació el 23 de mayo de 1930 en Mollet del Vallés, una localidad de la provincia de Barcelona. Hijo de panaderos, su infancia estuvo marcada por las dificultades económicas que le obligaron a abandonar la escuela tempranamente para ayudar en el negocio familiar. En un contexto de España franquista, las oportunidades para la educación eran limitadas, pero Solé Tura, impulsado por su determinación, decidió regresar a los estudios en 1951, cuando tenía 21 años. De manera autodidacta, logró completar el Bachillerato en un tiempo récord de año y medio, lo que demostraba su notable capacidad para superarse.
En 1956, logró ingresar en la Universidad Central de Barcelona, donde comenzó su licenciatura en Derecho. Durante este periodo, destacó por su carácter inquieto y su participación en movimientos estudiantiles de corte político. En 1957, a tan solo un año de iniciar sus estudios universitarios, fue expulsado de la facultad por su participación activa en el Primer Congreso de Estudiantes, una de las primeras manifestaciones de su compromiso con la política y la lucha por las libertades en España. No obstante, su pasión por el Derecho y su ímpetu por aprender lo llevaron a continuar su formación académica de forma constante.
Compromiso Político y Primeros Años en la Universidad
La Universidad de Barcelona fue un semillero de activismo político durante los años 50 y 60, y Solé Tura no fue ajeno a ello. En 1958, se licenció en Derecho con Premio Extraordinario, pero su vinculación a la lucha contra la dictadura franquista se afianzó cuando, en 1959, fundó la revista Universitat, la cual sirvió como espacio de reflexión para los estudiantes universitarios. Este fue uno de los primeros pasos que le permitió consolidarse como una figura destacada en la intelectualidad catalana de la época.
Sin embargo, la represión franquista no tardó en manifestarse. En 1960, tras la creciente persecución de los comunistas catalanes, Solé Tura se vio obligado a abandonar el país, desplazándose primero a París y luego a Bucarest, donde comenzó a trabajar en Radio España Independiente, el medio que emitía en catalán para difundir la oposición al régimen. Durante su exilio, amplió sus estudios en París, donde profundizó en las ciencias políticas y en la historia del derecho, dos campos que le servirían en su carrera tanto académica como política.
Exilio y Activismo Internacional
El exilio de Solé Tura no solo fue una forma de escapar de la represión franquista, sino que también se convirtió en una etapa crucial para la consolidación de sus ideales. En Bucarest, se dedicó al periodismo en la mencionada radio, donde pudo conectar con otros intelectuales y activistas del exilio, lo que le permitió conocer de primera mano las luchas de otros países bajo regímenes autoritarios. Durante esta etapa, sus ideas sobre la democracia, la libertad y el autogobierno de Cataluña se radicalizaron, y su visión política se consolidó como un referente tanto en el ámbito catalán como en el movimiento comunista en Europa.
Su regreso a Barcelona a finales de 1964 marcó el inicio de una nueva etapa. A pesar de los riesgos, decidió reincorporarse a la Universidad Central de Barcelona, donde retomó su labor docente. Sin embargo, la dictadura seguía vigilante, y en 1966, fue nuevamente expulsado de la universidad por su participación en la Asamblea de los Capuchinos de Sarriá, un foro que reunía a figuras destacadas del activismo político catalán.
Regreso y Nuevas Expulsiones
El regreso de Solé Tura a Barcelona fue también un retorno a la lucha política. Durante los años 60 y 70, continuó su labor como académico y traductor, realizando trabajos sobre derechos humanos y política comparada. A pesar de las restricciones impuestas por el régimen franquista, logró sacar adelante diversas publicaciones y contribuciones intelectuales, consolidándose como un pensador relevante en el ámbito del derecho político. En 1967, se doctoró en Derecho, y en 1969, su militancia lo llevó nuevamente a la prisión, donde fue condenado a seis meses de cárcel en la Modelo de Barcelona por sus actividades políticas.
Este periodo de reclusión no impidió que su actividad política y su influencia se expandieran. En 1975, cuando murió Francisco Franco y comenzó el proceso de transición hacia la democracia, Solé Tura volvió al activismo político, primero como miembro del PSUC (Partido Socialista Unificado de Cataluña) y luego en otras formaciones como Bandera Roja. Aunque sus primeros años en la política estuvieron marcados por una militancia comunista, a medida que avanzaba la transición, sus posiciones fueron evolucionando.
Carrera Académica y Política en los Años 70 y 80
A partir de 1975, el periodo de la Transición Democrática en España fue decisivo para la carrera política de Jordi Solé Tura. Después de su paso por el PSUC y su activismo en Bandera Roja, Solé Tura encontró su espacio dentro del Partido Comunista de España (PCE), lo que le permitió afianzarse como un actor clave en la política catalana. En los años posteriores, trabajó incansablemente en la construcción de la democracia y en la defensa de los derechos fundamentales, aspectos que consideraba fundamentales para un país que estaba emergiendo de la opresión franquista.
Fue en este contexto que su figura emergió con fuerza, sobre todo en el ámbito académico, donde siguió brillando como catedrático de Derecho Político en la Universidad Autónoma de Barcelona y, más tarde, en la Universidad Central de Barcelona. A partir de 1982, Solé Tura fue también Decano de la Facultad de Derecho, lo que consolidó su influencia como referente intelectual en Cataluña. Su conexión entre el activismo político y la academia le permitió mantener un perfil bajo en cuanto a su involucramiento directo en partidos y, a su vez, proponer soluciones jurídicas e ideológicas que iban a ser clave durante los siguientes años en su carrera.
A finales de los 70 y principios de los 80, las tensiones políticas en Cataluña y España se intensificaron. Jordi Solé Tura se convirtió en una figura decisiva durante la redacción de la Constitución Española de 1978. Como miembro del Comité Central del PSUC y de la Comisión Constitucional, participó en la elaboración del Estatuto de Autonomía de Cataluña, un paso fundamental en el proceso de descentralización y en la autonomía política y administrativa de las regiones españolas. Esta experiencia fue crucial, pues le permitió defender la necesidad de un modelo de autonomía para Cataluña, algo que marcaría su carrera política.
Su Participación en la Transición Democrática
En las elecciones de 1977, Solé Tura fue elegido diputado por Barcelona, lo que le permitió entrar de lleno en la arena política nacional. En el Congreso de los Diputados, fue portavoz del Grupo Parlamentario Comunista y desempeñó un papel clave en la discusión sobre la Constitución, siendo uno de los protagonistas del proceso de democratización. Además, su papel como portavoz en el debate constitucional lo consolidó como una de las figuras más influyentes dentro de la política catalana y española en los años posteriores.
Durante estos años, también ocupó varios cargos importantes en comisiones parlamentarias, como en la Comisión Constitucional, donde contribuyó de manera significativa en la elaboración de la ley que sentaría las bases del sistema político democrático español. Su participación en estos procesos no solo le permitió adquirir una gran visibilidad, sino que también lo posicionó como un defensor de la democracia, de la autonomía catalana y de la unidad política dentro de España. Sin embargo, no fue un camino sin dificultades. En 1982, en las elecciones generales, no logró un escaño, lo que le llevó a replantearse su futuro político. Pese a este revés, continuó siendo una figura clave dentro de la política catalana y española.
Ministro de Cultura y Logros en el Gobierno
El regreso de Solé Tura a la política activa ocurrió en 1986, cuando se unió al Partido Socialista de Cataluña (PSC) en su candidatura para las elecciones autonómicas de 1988. A partir de ahí, consolidó su camino hacia el poder, y en 1989 fue elegido diputado del PSC-PSOE por Barcelona en las elecciones generales. Su carrera alcanzó un hito cuando, en 1991, el presidente del Gobierno, Felipe González, lo nombró Ministro de Cultura, sustituyendo a Jorge Semprún.
Solé Tura asumió el cargo con una clara visión: poner en el mapa internacional la cultura española, especialmente en Hispanoamérica. Su mandato estuvo marcado por proyectos ambiciosos, como la remodelación de la Biblioteca Nacional y el Teatro Real, aunque ambos proyectos se prolongaron más allá de su gestión. Además, fue fundamental en la creación del Museo Thyssen-Bornemisza en Madrid, que se inauguró en 1992. El Centro Reina Sofía, dedicado al arte contemporáneo, se consolidó durante su mandato como uno de los centros de mayor prestigio en España, y en 1992, bajo su dirección, el emblemático Guernica de Picasso fue trasladado al Museo Reina Sofía, donde permanecería como uno de los tesoros más importantes del arte moderno.
Durante su mandato, Solé Tura también se centró en la cooperación cultural y en la producción audiovisual, haciendo de la cultura un elemento clave en la proyección exterior de España. En 1992, recibió el Premio Erasmus en Ámsterdam, reconociendo sus esfuerzos por la internacionalización de la cultura española.
Últimos Años y Retiro
En 1993, tras su cesión del Ministerio de Cultura, Solé Tura continuó siendo una figura relevante en la política española. Fue nombrado presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso de los Diputados, un cargo que ocupó con gran dedicación. En paralelo, Solé Tura comenzó a alejarse poco a poco de la vida pública, especialmente cuando en 2004 fue diagnosticado con la enfermedad de Alzheimer. Ante su salud deteriorada, decidió retirarse de la política, pero su legado perduró tanto en su trabajo académico como en sus contribuciones a la política española.
En 2009, pocos días antes del 31 aniversario de la Constitución Española, Jordi Solé Tura falleció en Barcelona. Su vida fue testimonio de lucha, compromiso y dedicación tanto a la democracia como a la cultura catalana y española. Su hijo, Albert Soler, realizó un documental sobre su vida titulado Bucarest, la memoria perdida, el cual recibió reconocimiento en el ámbito cinematográfico, obteniendo un premio Goya. Solé Tura dejó una huella indeleble en la historia política de España y Cataluña, y su figura sigue siendo recordada por su valentía en la lucha por la libertad y la justicia social.
MCN Biografías, 2025. "Jordi Solé Tura (1930–2009): Defensor de la Democracia y el Catalanismo en la Transición Española". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/sole-tura-jordi [consulta: 5 de octubre de 2025].