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DeportesBiografía

Smith, Dean (1931-VVVV).

Entrenador de baloncesto estadounidense, nacido el 28 de febrero de 1931 en Emporia (Kansas). Más de cuarenta años entrenando a equipos de la NCAA (National College Athletic Asociation, primera competición universitaria de baloncesto estatal), en especial a los Tar Heels de la Universidad de North Carolina, avalan la reputación de Dean Smith como uno de los más sólidos, serios e importantes técnicos en la historia de este deporte.

Comenzó a jugar al baloncesto en la Kansas University de su estado natal, a las órdenes del legendario Forrest Phog Allen, durante tres temporadas. En la segunda de ellas, la 1951-52, los Jayhawks de Kansas se proclamaron campeones de la NCAA, venciendo en la final a la Universidad de Saint John's por 80-63. Smith, con su 1'73 de estatura, no tuvo una participación importante en ninguna de las temporadas que jugó en Kansas, pero sí destacaba por su autodisciplina y por un espíritu encomiable en los entrenamientos. Tanto fue así que, de mutuo acuerdo con Phog Allen, tras finalizar su carrera fue contratado como entrenador-ayudante de Kansas, donde estuvo hasta la temporada 1955-56. Al siguiente año, durante el cual debía cumplir con el servicio militar, fue destinado a las Fuerzas Aéreas. Aprovechando la cuestión, y dada su experiencia en los banquillos, el entrenador-jefe (head coach) de la Air Force University, Bernie Carnevale, le ofreció el puesto de asistente. Casualmente, Carnevale sostenía una gran amistad con uno de los más prestigiosos técnicos del momento, Frank McGuire, entrenador de la Universidad de North Carolina; tras el año en la Air Force, y gracias a la recomendación de Carnevale, Dean Smith comenzó a trabajar en la que fue su casa hasta su retirada: el pabellón de Chapel Hill, sede de los Tar Heels de North Carolina. Poco tardó en hacerse con las riendas del equipo, puesto que cuatro años más tarde, antes de comenzar la temporada 1961-62, McGuire aceptaba la oferta de South Carolina, dejando tras de sí una estela de irregularidades que, prácticamente, quebraron el programa de baloncesto de Chapel Hill. Los incentivos económicos, algo absolutamente prohibido en la liga universitaria al tratarse de una competición no profesional, fueron utilizados por McGuire para conseguir nuevos talentos, por lo que la NCAA resolvió sancionar a la Universidad. Desde ese momento, Dean Smith decidió recuperar el prestigio partiendo desde cero y, además, hacerlo desde unos impecables postulados éticos y legales.

Los primeros años de Smith fueron difíciles y nada brillantes, a pesar de contar con la gran estrella universitaria de la época, el gran Billy Cunningham. Recuperado el nivel de reclutamiento, en la temporada 1966-67 los Tar Heels ganaron su conferencia, la dificilísima ACC (Atlantic Coast Conference, en la que también se encuentran las prestigiosas universidades de Duke y Wake Forest), llegando a la Final Four. Al año siguiente, 1967-68, elevaron el nivel un peldaño más, disputando la gran final de la NCAA contra la entonces imbatible universidad de UCLA (Universidad de California en Los Ángeles), dirigida por el mítico John Wooden y que contaba en sus filas con el jugador más dominante de la competición: Kareem Abdul Jabbar, entonces aún llamado Lewis Alcindor. Pese a la derrota, un detalle de aquella temporada ha de quedar reflejado para ilustrar el carácter de Smith: el líder del equipo, Charlie Scott, se convirtió en el primer jugador negro que disputaba un partido encuadrado en una universidad del sur, donde las leyes segregacionistas estaban a la orden del día. A pesar de las presiones, Smith sólo dijo "es muy bueno. Jugará con nosotros".

En 1970-71, Dean Smith consiguió llevar a su equipo al campeonato del NIT (National Invitation Tournament, torneo de consolación en el que participan los mejores equipos que no han conseguido llegar a la fase final de la NCAA), mostrando a las claras la recuperación del programa. La base del equipo estaba formada por tres futuros jugadores profesionales, dos de ellos muy conocidos en Europa: Bobby Jones, Bob McAdoo y George Karl. A la par de los logros deportivos, las tácticas de Smith comenzaban a hacerse notar: dejaba a sus hombres actuar con cierta libertad en ataque, con una táctica basada en hacer llegar el balón a aquel lugar donde mayor porcentaje de aciertos tenía cada uno de ellos. Además, Smith fue el inventor de la famosa jugada llamada "de las cuatro esquinas", hoy día repetida hasta la saciedad cuando los equipos necesitan defender una corta ventaja a poco tiempo del final del partido. A pesar de su sencillez, nadie antes de Dean Smith la había llevado a la práctica; sin embargo, donde se reveló como un maestro de la estrategia fue en la defensa: los Tar Heels, de nuevo gracias a la innovación táctica de Smith, fueron el primer equipo en practicar constantemente los traps defensivos, esto es, una defensa individual de ayudas en la que, además del defensor obligatorio, el atacante sufre la defensa de otro jugador del equipo defensivo, generalmente el más cercano al balón. Los traps de North Carolina, generalmente en las esquinas o en la línea de fondo, fueron el apoyo fundamental de los éxitos del equipo en la década de los setenta, tal y como pudieron comprobar los aficionados españoles que presenciaron, con la boca abierta, el paseo triunfal de North Carolina por el Torneo de Navidad organizado por el Real Madrid, que fue a parar a Chapel Hill en 1971 con Bob McAdoo como máxima estrella.

La honradez y valentía del técnico de Kansas, así como su visión táctica y sus continuos cambios para que el ritmo del partido no decayese, fueron valorados positivamente por las autoridades deportivas estadounidenses para que, en el año 1976, fuese nombrado seleccionador del combinado nacional que iba a representar a su país en las Olimpiadas de Montreal. Se trataba, además, de un cometido especialmente prolijo, toda vez que los norteamericanos querían vengar la afrenta sufrida en la polémica final de las anteriores Olimpiadas, Munich '72, en la que habían perdido contra la URSS. A pesar de ello, Smith vio cómo muchos de los más importantes jugadores renunciaban a la selección, pues no querían que una inoportuna lesión truncase su carrera en profesionales. Sin apenas inmutarse, seleccionó a dos de sus Tar Heels, Phil Ford y Walter Davis, quienes, junto a Adrian Dantley, Mitch Kupchack y Ron Hubbard, formaron la base del equipo yanki que arrasó Montreal ganando el oro a la potente selección de Yugoslavia y, de esa forma, recuperando el prestigio perdido en la cita muniquesa. Entonces los entrenadores no recibían medalla, y la imagen del head-coach tejano, llorando a pie de podio mientras sonaba el himno nacional, conmocionó la sensibilidad norteamericana, que hizo de él un héroe, justo lo más alejado a la personalidad de Smith.

A pesar de la fama y del prestigio que ya había logrado, a Dean Smith aún le faltaba por conseguir un triunfo en la NCAA; lo intentó de nuevo en la campaña 1976-77, en la que contaba con dos de los pilares básicos de Montreal, Davis y Ford, pero fueron derrotados por la potente Marquette University. A partir de ese momento, la prensa deportiva, olvidándose de la recuperación del programa, los excelentes jugadores formados por Smith para la NBA y la heroicidad olímpica, comenzaron a desprestigiar al técnico de Kansas, basándose en el dato que hablaba de las seis presencias en la Final Four, tres finales perdidas y cero títulos de su equipo. La venganza llegó en la temporada 1981-82, cuando de nuevo Smith plantó a su equipo en la finalísima de la NCAA, comandado por dos de sus mejores jugadores de siempre: Sam Perkins y James Worthy. Enfrente, la no menos poderosa Georgetown University, con Pat Ewing como estrella de los Hoyas. Fue un partido que permanece aún en la memoria de los buenos aficionados: la igualdad fue absoluta hasta que apareció, para gloria de North Carolina, un joven freshmen (jugador de primer año) casi desconocido, que había completado una excelente temporada y que lucía el dorsal número 23: Michael Jordan. A falta de 16 segundos, un tiro a cuatro metros del aro encestado por el freshmen, en una jugada preparada previamente por Smith en un tiempo muerto, llevó al triunfo a los Tar Heels por 63-62. El técnico, preguntado por su joven promesa, fue el primero en alentar la leyenda de Michael Jordan, al definirlo de la siguiente manera: "he can do it all" ("él puede hacerlo todo").

El triunfo no cegó a Smith, que siguió trabajando con su equipo para hacerlo aún más competitivo. La pérdida sucesiva de jugadores como Worthy, Perkins o Jordan hubiera acabado con cualquier programa deportivo que no estuviera dirigido por Dean Smith; Chapel Hill continuó produciendo extraordinarios jugadores para la NBA, como Brad Daugherty, Rick Fox, Kenny Smith o Joe Wolf, pero el nivel de 1982 no sería tan fácil de recuperar, toda vez que la Universidad de Duke, también englobada en la ACC, fue una dura competencia. Sin embargo, y como suele ser habitual en el baloncesto universitario, un buen equipo de North Carolina (Donald Williams, Brian Resse, Derrick Phelps, George Lynch y Eric Montross), pero ni mucho menos el mejor del que había dispuesto Smith, acabó por darle la segunda mayor alegría a su técnico en la Final Four de 1993. Sus rivales aquella noche, posiblemente el mejor equipo de baloncesto universitario de la década de los noventa, los Fabulous Five de Michigan University, con Chris Weber, Jalen Rose y Juwan Howard a la cabeza. Un increíble error de Weber en los últimos segundos del partido, al solicitar un tiempo muerto cuando los Spartans ya tenían agotado su cupo, así como el temple de Donald Williams en los tiros libres, dieron las segundas redes de su vida a Dean Smith. Una nueva presencia en la Final Four de los Tar Heels tuvo lugar en 1995, en un equipo en el que destacaban Rashed Wallace y Jerry Stackhouse, aunque cayeron en las semifinales ante los futuros campeones, los Razorbacks de Arkansas University.

En la última temporada que Smith dirigió a North Carolina, la 1996-97, de nuevo su equipo consiguió llegar a la fase final de la NCAA (Final Four), por undécima vez desde que él lo entrenaba. Pese a ello, el momento estelar de su última temporada al frente de los Tar Heels ocurrió el 15 de marzo de 1997, cuando su equipo ganó a Colorado University por 73-56 en un partido más de la liga de la ACC. La gloria venía derivada por ser la victoria número 877 de su técnico; superaba de este modo la anterior marca de victorias en la NCAA, ostentada por el barón Adolph Rupp, legendario entrenador de los Wildcats de Kentucky. En el momento de su retirada, además del récord mencionado, el balance de victorias/derrotas de Smith fue de 879-254 (77'6%), lo que le sitúa en un lugar de privilegio dentro del baloncesto mundial. Además de ello, Dean Smith fue elegido como miembro del Hall of Fame (Salón de la Fama, en Springfield -Massachusetts-) en el año 1983, dos años después de ocupar similar plaza en la nómina de personajes famosos de la Universidad de North Carolina. Su impresionante trayectoria queda avalada por sus nueve elecciones como entrenador del año (1967, 68, 69, 71, 76, 77, 79, 88 y 93), el haber situado a su equipo ininterrumpidamente desde 1981 hasta 1989 entre las diez mejores universidades de la liga o en un dato escalofriante: en sus treinta y seis años al frente de los Tar Heels, únicamente en cuatro temporadas su equipo no superó el 50% de tiros de campo, una marca realmente asombrosa para un deporte tan exigente como el baloncesto. Pese a todo, y para resaltar el carácter honesto de Smith, mucho más allá de su labor como técnico existe otro récord suyo que será mucho más difícil de batir que el de victorias: el 96% de jugadores que pasaron por sus manos consiguieron aprobar sus estudios universitarios mientras compaginaban el deporte de la canasta al más alto nivel. En una liga en la que el crematístico mundo profesional acecha cada vez más, en la que los certificados de pobreza (para que el salto de los jugadores a la NBA sea antes) cada vez son más habituales, en la que los incentivos económicos solapados de reclutamiento están a la orden del día, y en la que, en definitiva, el dinero parece tener ganada la batalla a la ética y la cultura, es prácticamente obligatorio destacar a Dean Smith como un gran forjador de estrellas de la NBA (Michael Jordan es el ejemplo más claro), pero también, y mucho más importante, como un gran forjador de personas.

Enlace en Internet

http://www.fansonly.com/schools/unc/sports/m-baskbl/mtt/unc-m-baskbl-dean-smith.html; Homenaje a Dean Smith en la página oficial del equipo de baloncesto masculino de North Carolina.

Autor

  • Óscar Perea Rodríguez