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PinturaBiografía

Simonet Lombardo, Enrique (1863-1927).

Pintor español; nació en Valencia y murió en Madrid. Inició sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de Málaga, en la que recibió clases de Bernardo Ferrándiz. Su temprano traslado a Málaga ha sido causa de que se lo tenga por malagueño. Al concluir, marcha a Roma merced a la ayuda de su padre. Para ello, hubo de vencer el deseo de su familia de dedicarlo al sacerdocio. Ya en la capital italiana, el cuadro Huída del centauro Neso con la ninfa Deyanira le procura una pensión de la Diputación Provincial de Málaga que le permite prolongar su estancia. Contagiado del clasicismo imperante en la Academia de Roma, pinta allí La Decapitación de San Pedro, cuadro de grandes dimensiones que pasó años después a la catedral malagueña y en el que el joven pintor llevó a cabo ciertas audacias compositivas que, pese a no resultar mal, le fueron criticadas. Las críticas que recibió, asimismo, por varios anacronismos lo decidieron a viajar a Tierra Santa, de donde sacará la inspiración para Flevit super Illam..., cuadro al que nos referiremos enseguida.

A su regreso a España, ocupa el puesto de profesor de dibujo en el Instituto de Palencia. Posteriormente lo fue de pintura en la Escuela de Artes Decorativas de Barcelona y de pintura decorativa, ya como catedrático, en la Escuela de San Fernando de Madrid.
Su habilidad para el dibujo lo llevó a colaborar en la prensa madrileña, especialmente en La Ilustración Española y Americana, de la que fue corresponsal en Madrid. Asimismo, se encargó de las ilustraciones de la lujosa edición de 1901 de las Leyendas de Zorrilla. Su obra se caracteriza, tras el tropiezo inicial, por el rigor arqueológico que se muestra especialmente en Flevit super illam, cuadro por el que obtendría la primera edalla en la Exposición Nacional de 1892. El cuadro, que alcanzó notable éxito de público, presenta a Cristo llorando ante Jerusalén y prediciendo las calamidades que habían de caer sobre ella. Destacan de la pintura (hoy en el Museo de Málaga) los contrastes de color dentro del casi contraluz de las figuras, los vestidos blancos de dos de los seguidores de Cristo, así como la blancura del sol del amanecer en el fondo, sobre la ciudad.
También participo, sin obtener galardón, en la de 1887, así como en numerosos certámenes internacionales como la Exposición Universal de Chicago de 1893, en la que obtuvo medalla única, la Universal de Barcelona de 1896 (primera medalla) o, entre otras, la Universal de Atenas de 1903 (primera medalla).
Llevó a cabo pinturas de carácter religioso (San José y el Niño), mitológico (El Juicio de Paris) y de género (Un quite, En familia), así como retratos y paisajes.
Fue padre de los pintores Bernardo, Enrique, Rafael y Ramón Simonet Castro, de cuya formación se encargó él mismo.

Autor

  • G.F.S.E.