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LiteraturaBiografía

Silva Castro, Raúl (1903-1970).

Periodista y crítico literario chileno nacido en Santiago el 8 de diciembre de 1903 y fallecido el 13 de junio de 1970.

Vida

Hijo de Alfredro Silva Wilson y de Lucrecia Castro, recibió su primera educación en el Instituto de Humanidades, de donde pasó, en 1917, al Instituto Nacional. Su vocación periodística le impulsó, apenas conseguido su título de bachiller, a fundar la revista Germinal y, en octubre de 1920, sin haber cumplido los diecisiete años, otra a la que dio el nombre de Claridad. En 1924 el intelectual Carlos Silva Vildósola, director de El Mercurio, se dio cuenta de las posibilidades del joven Silva y lo contrató para encargarse de la sección de crítica literaria de este periódico, trabajo que simultaneó con la redacción de Las Últimas Noticias, y en el que se destacó por su afilada pluma y fino humor. En 1927, cuando el coronel Carlos Ibáñez del Campo asumió la presidencia de la República, Enrique Molina le requirió para dirigir la revista universitaria Atenea, cargo que ocupó hasta 1931, y desde el cual tuvo oportunidad de publicar trabajos como "Para la futura novela chilena", "La madurez en la literatura" o "Paradojas sobre las clases sociales en la literatura", en los números 64, 66 y 67 de la citada revista.

No quedó ahí la cosa, pues ese mismo año de 1927 se incorporó a la plantilla de la Biblioteca Nacional en calidad de jefe de sección, puesto que le permitió continuar sus investigaciones en lo que era su mayor interés: la Historia Literaria de Chile. De hecho, su gran ambición era dar a la luz una magna obra que glosara de forma exhaustiva este campo, para lo cual se aprestó a formar un ingente archivo de notas. Años después, en 1951, escribiría Los primeros años de la Biblioteca Nacional, en reconocimiento a esta institución. En 1933 opositó a una plaza de profesor de Literatura Chilena y Americana en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, desde la que extendió su magisterio.

Durante este tiempo publicó diversas obras, entre las cuales cabe destacar algunas como Retratos literarios (1932), Fuentes bibliográficas para el estudio de la literatura chilena (1933), Antología de poetas chilenos del siglo XIX y Los cuentistas chilenos (1937). Aunque sus estudios abarcaron toda la historia de la literatura chilena, mención especial merecen los dedicados a Juan Egaña, a los poetas Eusebio Lillo y José Antonio Soffia, a la casi desconocida figura del clérigo Crescente Errázuriz y sus trabajos en historiografía religiosa, así como a la obra casi inabarcable de Diego Barros Arana. Sabedor de la influencia que tuvieron los cambios políticos del país sobre los hombres de letras, extendió también a este campo el objeto de sus investigaciones, lo que le llevó a interesarse por los escritos de Fran Camilo Henríquez, y del que fuera candidato a la presidencia, Luis Barros Borgoño. Otros autores chilenos objeto de su atención fueron Alberto Edwards, José Toribio Medina y Eduardo de la Barra, así como Andrés Bello, Justo Arteaga Alemparte, Rubén Daríoy Pablo Neruda, muchos de los cuales eran desconocidos para el gran público. Una obra suya sobre este último autor fue galardonada con el Premio Atenea de la Universidad de Concepción en 1965, el mismo año en que editó.

Trabajador infatigable, Silva Castro fue dando a la imprenta otras obras suyas, casi en años sucesivos, como fueron Creadores chilenos de personajes novelescos (1952), Cartas chilenas (1954), Panorama de la novela chilena entre 1812 y 1952 (México: Fondo de Cultura Económica, 1955), La linterna mágica (1950), Prensa y periodismo en Chile (1812-1956) (1958), Antología general de la poesía chilena (1959) Adiciones y ampliaciones a la estadística bibliográfica de Ramón Briseño (1960) y Panorama literario de Chile (1961). A estos hay que añadir un análisis suyo sobre la biografía y obra de Alberto Blest Gana, publicado en 1941 por la Universidad de Chile, además de numerosos artículos en los que dio a conocer el resultado de sus investigaciones y varias prólogos en obras de autores nacionales.

Patriota y nacionalista, su trayectoria intelectual se inscribió también en las más prestigiosas instituciones culturales del país; fue miembro de la Sociedad Chilena de Historia y Geografía, cuya presidencia honoraria finalmente ocupó. En 1950 fue elegido individuo de número de la Academia Chilena de la Historia, a la que se incorporó al año siguiente con una elogiada intervención acerca de "Las cartas de Pedro de Valdivia", y en 1954 ingresó en la Academia Chilena de la Lengua, que años antes, en 1951, ya había premiado un estudio suyo sobre la figura del historiador Miguel Luis Amunátegui, titulado Miguel Luis Amunátegui Reyes (1861-1949). Asimismo, fue presidente de la Sociedad de Bibliófilos Chilenos

Entre las muchas condecoraciones y reconocimientos que obtuvo a lo largo de su vida se cuentan la invitación que el Departamento de Estado de Estados Unidos le hizo en 1942 por tres meses para que impartiera su docencia, invitación que se repetiría años después en calidad de profesor universitario. Fue también asesor de la OEA para la redacción de la Revista Interamericana de Bibliografía y del Diccionario de Literatura Latinoamericana, y colaborador de la Enciclopedia Chilena y por largo tiempo del diario porteño La Nación. Perú lo condecoró en 1945 con el título de comendador de la Orden del Sol, y Nicaragua en 1958, con la Gran Cruz de la Orden de Rubén Darío.

Contrajo matrimonio con María Teresa Dodds Mora, también escritora, de la cual tuvo un hijo.
Véase Chile: Literatura.

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