Shua, Ana María (1951-VVVV).
Poetisa, narradora, guionista y periodista argentina, nacida en Buenos Aires en 1951. Autora de una extensa y fecunda producción literaria que abarca casi todos los géneros y se dirige a los lectores de todas las edades, está considerada como una de las voces femeninas más destacadas de la literatura argentina contemporánea.
Impulsada desde su temprana juventud por una firme vocación literaria, se dio a conocer como escritora cuando apenas contaba dieciséis años de edad, con la publicación de un libro de poemas titulado El sol y yo (1967), opera prima que mereció los elogios unánimes de la crítica especializada y fue galardonada en dos certámenes literarios. A pesar de estos felices comienzos en el campo de la lírica, Ana María Shua pronto abandonó la creación poética para centrarse en diferentes actividades profesionales que, aunque relacionadas siempre con la escritura y la creatividad (como la publicidad y el periodismo), la fueron apartando un tanto del mercado editorial, en el que no reapareció hasta la década de los años ochenta. Entretanto, cursó con singular aprovechamiento estudios superiores en la Universidad de Buenos Aires, donde, además de su correspondiente licenciatura, obtuvo un master en Artes y Literatura que le sirvió de gran utilidad para el desempeño de sus actividades periodísticas y publicitarias.
En 1976, con la llegada al poder de los militares golpistas y la implantación de un severo régimen dictatorial en Argentina, Ana María Shua vio -al igual que miles de compatriotas suyos- cómo se derrumbaba el feliz entorno que la rodeaba, empezando por la disgregación de la propia familia. Siguiendo el ejemplo de una hermana y dos primos que ya se habían visto obligados a abandonar el país, acompañada de su esposo cruzó el Atlántico y se estableció durante algún tiempo en París, donde pudo seguir manteniendo su oficio de periodista merced al trabajo que le proporcionó la revista española Cambio 16.
Su regreso a Argentina coincidió con su definitiva explosión como escritora, manifiesta a comienzos de los años ochenta en su novela Soy paciente (Buenos Aires: Losada, 1980), que fue galardonada con el primer premio en el Concurso Internacional de Narrativa "Editorial Losada". Alentada por este afortunado regreso a la escritura, al año siguiente dio a la imprenta una interesante colección de narraciones breves agrupadas bajo el título de Los días de pesca (Buenos Aires: Corregidor, 1981); y, tres años después, regresó a este género cuentístico con La sueñera (Buenos Aires: Minotauro, 1984), un volumen compuesto por relatos brevísimos que confirmaron la maestría de la escritora bonaerense en el cultivo de esta compleja modalidad narrativa, a pesar de su escasa aceptación entre el lector medio argentino (fue, en efecto, la obra suya que peor se vendió, pero, paradójicamente, la más elogiada por la crítica).
En el transcurso de aquel mismo año de 1984 vio la luz también la segunda narración extensa de Ana María Shua, publicada bajo el título de Los amores de Laurita (Buenos Aires: Sudamericana, 1984) y pronto convertida por la propia autora -al igual que su primera novela- en guión cinematográfico. La adaptación para la gran pantalla de Soy paciente fue rodada por Rodolfo Corral en 1986, y protagonizada por Rodolfo Ranni, Óscar Martínez y Gabriela Acher; por su parte, Los amores de Laurita dieron pie a la película homónima dirigida, también en 1986, por Antonio Ottone, con Alicia Zanca y Víctor Laplace como principales intérpretes. La repercusión de ambas cintas cinematográficas no alcanzó, en modo alguno, el éxito cosechado por las respectivas novelas en las que estaban basadas, que pronto fueron traducidas al alemán y al italiano.
Ana María Shua siguió cultivando con especial acierto el relato en títulos como Viajando se conoce gente (Buenos Aires: Sudamericana, 1988) y Casa de geishas (Id. Id., 1992), este último -compuesto también por narraciones brevísimas- considerado como una de las obras maestras del género en la literatura austral de la última década del siglo XX, con algunas joyas de tantos quilates literarios como "La que no está", "Doncella y Unicornio" y "Teóloga". Volvió a asomarse, asimismo, a la narrativa extensa a mediados de los años noventa, con una tercera entrega novelesca titulada El libro de los recuerdos (Sudamericana, 1994), escrita merced a una beca de la prestigiosa Fundación Guggenheim; pero, por aquel entonces, ya era mucho más conocida por sus brillantes y exitosas incursiones en el siempre complejo género de la narrativa infantil, en el que se había adentrado seis años antes por medio de La batalla de los elefantes y los cocodrilos (Buenos Aires: Sudamericana, 1988). Considerada, a partir de entonces, como una consumada especialista en la redacción de historias destinadas a los lectores más jóvenes, amplió su bibliografía en este campo con otros títulos tan difundidos como Expedición al Amazonas (Id. Id., 1988), La fábrica del terror (Id. Id., 1990), La puerta para salir del mundo (Id. Id., 1992), Cuentos judíos con fantasmas y demonios (Buenos Aires: Shalom, 1994), El tigre-gente (Buenos Aires: Sudamericana, 1995), Ani salva a la perra Laika (Id. Id., 1996) y Bruno en la bañadera (Id. Id., 1996). Muy valorados por su excelente calidad literaria, estos relatos infantiles de Ana María Shua han sido profusamente galardonados no sólo en su Argentina natal, sino también en otros países de habla hispana (como Venezuela) y, merced a su extraordinaria proyección internacional, en otros lugares del mundo tan ajenos a la realidad inmediata de la autora como Alemania y los Estados Unidos de América.
Uno de los títulos recién citados a propósito de sus afortunadas incursiones en la literatura infantil -Cuentos judíos con fantasmas y demonios- anuncia otra de las fijaciones de la autora bonaerense durante el primer lustro de la década de los noventa, en el que alternó su narrativa para adultos y sus relatos infantiles con la redacción de varios libros relacionados con la cultura y las tradiciones del pueblo hebreo, como Risas y emociones de la cocina judía (Buenos Aires: Shalom, 1993) y El pueblo de los tontos. Humor tradicional judío (Buenos Aires: Alfaguara, 1995). Se trata de obras dominadas por un enfoque humorístico que ya se había hecho presente en otro libro de la autora de difícil clasificación genérica, titulado El marido argentino promedio (Buenos Aires: Sudamericana, 1991).
Al tiempo que escribía estas últimas obras de su producción literaria, Ana María Shua continuó desplegando una intensa labor como guionista de cine y, en general, de los más variados géneros relacionados con el mundo del espectáculo. Fue autora del guión de Una señora de carne, un bello montaje de danza estrenado por la compañía de Nora Codina en el Teatro Nacional Cervantes (1989), y escribió también los textos de la cinta cinematográfica ¿Dónde estás, amor de mi vida, que no te puedo encontrar?, dirigida en 1992 por el gran cineasta Juan José Jusid, con Susú Pecoraro y Óscar Martínez como protagonistas. El espléndido trabajo de Ana María Shua en esta película fue reconocido con su nominación para el premio al mejor guión en numerosos certámenes cinematográficos (como "Sur", "Cóndor de Plata" -de la Asociación de Cronistas Cinematográficos- y "Edición Sin Cortes"), y galardonado directamente con el Premio Argentores en el género comedia, y con el Premio Panambí en el Festival de Cine de Paraguay. Asimismo, dentro del espectáculo de variedades Varietei con limene (1995), Ana María Shua se ha responsabilizado de los textos de los números titulados "La tía Judith", "El dibbuk" y "Pajarito Peisajovich".
Entre sus últimos títulos publicados, hay que anotar nuevas obras narrativas como La muerte como efecto secundario (Buenos Aires: Sudamericana, 1997), Historia de un cuento (Id. Id., 1998) y La fábrica del terror II (Id. Id., 1998), así como otros libros de naturaleza variada como Cabras, mujeres y mulas (Id. Id., 1998), Miedo en el sur (Id. Id., 1998) y Las cosas que odio y otras exageraciones (Id. Id., 1998).
J. R. Fernández de Cano.
