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HistoriaBiografía

Sánchez Carrión, José Faustino (1787-1826).

Ideólogo de la independencia; destacó como defensor del modelo republicano en la polémica contra los defensores de la monarquía. Adoptó el sobrenombre de "El solitario de Sayán"; fue secretario y ministro de Bolívar en el Perú, falleciendo poco después.

"El tribuno del pueblo", como también lo bautizador sus seguidores, nació el 13 de febrero de 1787 en el pueblo de Huamachuco, en la sierra liberteña, entonces parte de la intendencia de Trujillo. Su padre era un activo minero en la región, Agustín Sánchez Carrión, que llegó a ser alcalde de Huamachuco en 1805 y 1816, y su madre se llamaba Teresa Rodríguez Ledesma. Fue el quinto de siete hermanos de una familia signada por la fatalidad, pues de ellos sólo sobrevivieron él y su hermana Fermina; la madre murió en 1794, dejándole huérfano a los siete años. El padre contrajo nuevas nupcias años después.

La familia trató de consagrarlo a la carrera eclesiástica y lo envió en 1802 al Real Seminario de San Carlos y San Marcelo en la ciudad de Trujillo. Ahí estudió Gramática, Latín, Física, Lógica y Filosofía. Destacó como poeta y orador, encargándosele el acto de la oración latina en la apertura del año académico en Trujillo en 1803 y 1804.

En 1804 marchó a Lima a continuar su educación en el Convictorio de San Carlos; en la rama de leyes, decidiendo no continuar la carrera eclesiástica. Conoce a Toribio Rodríguez de Mendoza, maestro de buena parte de los hombres que integrarán en 1822 el primer Congreso peruano y sembrador de ideas ilustradas y separatistas. En 1811 se encargó a Sánchez Carrión el dictado del curso de Filosofía en San Carlos.

Las elecciones de 1812 para designar los delegados peruanos a las Cortes de Cádiz convulsionaron el mundillo intelectual peruano. Sánchez Carrión fue un ejemplo emblemático. Como colegial carolino no podía votar, pero organizó una manifestación con otros compañeros, permitiéndoseles finalmente el voto. Su candidato era el Conde de la Vega del Rhén, José Matías Vásquez de Acuña. Consecuencia de este acto fue una reprimenda del virrey Abascal, quien fue informado por Baquíjano y Carrillo de la inconducta del colegial.

El Convictorio de San Carlos adquirió fama de foco de las ideas separatistas, por lo que fue cerrado temporalmente por el virrey Pezuela para proceder a su reorganización, dirigida ésta por Manuel Pardo Rivadeneyra. O el trabajo de éste fue poco celoso, o Sánchez Carrión mantenía sus ideas bien abrigadas, el hecho es que no perdió su puesto en la nómina de profesores, y aún más, fue elegido para pronunciar el discurso de agradecimiento al virrey en el acto de reapertura en noviembre de 1817.

Al año siguiente obtuvo su título de abogado e inscripción en el Colegio de Abogados de Lima, donde anotó que su rama sería el derecho criminal en el cargo de "Abogado de pobres". Por entonces se casó y tuvo una hija, en diciembre de 1820, a la que llamó Juana Rosa. Enviudó rápidamente y consoló su pena con su cuñada, Mercedes Dueñas, con quien volvió a casarse y tuvo un varón y otras dos niñas.

No se sabe exactamente por qué salió de Lima hacia 1820. Algunos esgrimen que fue expulsado por sus ideas; otros, que fueron motivos de salud o de trabajo. Estuvo en el pueblito de Sayán, en la sierra de Lima y en 1821 volvió a Huamachuco, donde su padre acababa de morir. Entonces intervino en la proclamación de la independencia en Trujillo. A fines de 1821 regresó a Lima y fue testigo de los debates acerca de la conveniencia de optar ente la monarquía o la república en la Sociedad Patriótica fundada por San Martín y Monteagudo. Su alegato, escrito en forma de anónimos firmados por el entonces enigmático "Solitario de Sayán" se convirtió en uno de los más brillantes ataques a las ideas monarquistas.

El gobierno no debía adaptarse a la sociedad, sino salvaguardar que estuviera regida por los más rectos y racionales principios, los del liberalismo. Si nos ajustáramos a las costumbres sociales, por buscar la armonía, correríamos el peligro de no hacer otra cosa que prolongar una mentalidad avezada en tres siglo de colonialismo. El carácter del peruano era blando, decía Carrión, por lo que "un trono en el Perú sería acaso más despótico que en Asia".

San Martín retornó de la entrevista de Guayaquil con Bolívar y organizó las elecciones al primer congreso peruano. Éstas se llevaron a cabo únicamente en los departamentos liberados: Lima, Tarma, Huaylas, Trujillo, Santa y Chancay. Para representar a los de Arequipa, Puno, Cuzco, Huamanga, Huancavelica, Mainas y Quijos se recurrió a los naturales de esas plazas que residieran en Lima. Entre los elegidos estuvo Sánchez Carrión. Era uno de los 22 representantes que habían sido discípulos de Rodríguez de Mendoza. Este fue elegido Presidente de la Mesa Provisoria; Sánchez Carrión fue elegido uno de los dos Secretarios.

El congreso recibió en el momento de su instalación (20 de setiembre de 1822) la renuncia al poder del general San Martín. Luego debió decidir el nombramiento de un ejecutivo. Cayó entonces en la tentación, malsana según la mayoría de historiadores, de retener para la Asamblea el poder ejecutivo. Fue Sánchez Carrión quien reaccionó contra esta posición, sostenida por Mariano José de Arce, recordando el error de la Convención en Francia cuando ésta quiso que el mismo órgano encargado de dictar las leyes cumpliera con su ejecución: "Marañones de sangre corrieron en la capital y en las provincias". No logró, empero, impedir que predominara el espíritu asambleísta. Se nombró un triunvirato sumamente dependiente del congreso, lo que en la práctica significó carecer de un Poder Ejecutivo. El congreso nombró una comisión que debía redactar la Constitución. En ella figuraron Rodríguez de Mendoza, Hipólito Unánue, Manuel Pedemonte, Figuerola, Paredes, Pezet, Francisco Javier Mariátegui y Sánchez Carrión. Sobre éste recayó en gran parte la autoría de la primera Carta Magna del país.

Luego de los desastres de la campaña militar, que llevaron al motín de Balconcillo, el congreso decidió llamar a Bolívar, partido que defendió ardorosamente el Solitario de Sayán. Ya que el Perú carecía de cabeza, quizás una prestada sirviera para el efecto. Junto con Joaquín Olmedo, Sánchez Carrión fue comisionado para buscar al libertador de la Gran Colombia.

Cuando Bolívar entró al Perú en setiembre de 1823 halló en Carrión uno de sus más eficaces colaboradores. Aquél lo convirtió en su Ministro General de los Negocios del Perú. Dijo el libertador de nuestro personaje: "El señor Carrión tiene talento, probidad y un patriotismo sin límites". Dada la manera como el caraqueño se expresó de otros líderes peruanos, el elogio se aquilata todavía más. Sánchez Carrión, con la salud quebrantada, debió recorrer Huaraz, Huánuco, Huariaca, Cerro de Pasco, Huancayo, Huamanga, Jauja, Huamachuco (en su casa natal alojó al libertador), Tarma, entre otros lugares.

En febrero de 1825 Bolívar lo nombró miembro del Consejo de Gobierno, junto con Unánue y La Mar, al tener que ausentarse. Pero Sánchez Carrión estaba ya muy enfermo. Se retiró a Lurín, donde se había hecho de un fundo. Desde allí escribió al libertador aquejado por la enfermedad y la pobreza: "Aseguro a V.E. que sólo la pobreza suma en que me hallo, la larga familia que me rodea, pudieron obligarme a pasar por el vergonzoso conflicto de pedir y mucho más cuando mis servicios han sido ningunos." El 2 de junio de 1825 la vida lo abandonó, cuando contaba sólo 38 años.

Hubo rumores de que fue asesinado, por lo que el congreso nombró al médico Cayetano Heredia para que practicara una autopsia, que descartó el crimen. Cuando intentó llevar a la capital sus restos, éstos no fueron hallados y se tuvo que trasladar un poco de tierra de Lurín como acto simbólico.

Autor

  • Carlos Contreras