Pedro Salinas (1891–1951): El Poeta de la Generación del 27 que Abrazó el Exilio y la Reflexión

Pedro Salinas (1891–1951): El Poeta de la Generación del 27 que Abrazó el Exilio y la Reflexión

Los primeros años y la formación intelectual (1891-1924)

1.1 Contexto histórico y familiar

Pedro Salinas nació en Madrid el 22 de noviembre de 1891, en el seno de una familia que, aunque no se destacó por su relevancia política ni económica, vivió de cerca la agitación política y social de principios del siglo XX en España. El país, aún bajo el reinado de Alfonso XIII, atravesaba una fase de profundas transformaciones sociales, políticas y culturales que afectaron de manera notable a la generación de intelectuales y artistas en la que Salinas se inscribiría.

Desde muy joven, Salinas estuvo marcado por el ambiente intelectual de la capital española. Su formación fue diversa, pero también apuntó hacia la cultura literaria y la búsqueda de un mundo más vasto que el que se le ofrecía en su entorno inmediato. En su caso, la educación formal estuvo fuertemente influenciada por el tradicional Instituto San Isidro de Madrid, un lugar con una larga historia educativa, vinculada al estudio de las grandes figuras literarias del Siglo de Oro español, como Lope de Vega y Quevedo, cuyas huellas dejarían un fuerte eco en los poetas españoles del siglo XX.

Además de su bachillerato en el San Isidro, Salinas emprendió estudios superiores en la Universidad Central de Madrid, donde comenzó a estudiar Derecho, aunque no terminó esta carrera. Más tarde, se volcó en Filosofía y Letras, con un enfoque en literatura, lo que marcaría el rumbo de su vida académica y profesional. Durante este tiempo, se acercó al mundo literario de manera más activa, y fue en este ambiente que comenzó a relacionarse con otros intelectuales que compartían sus inquietudes poéticas.

1.2 El entorno cultural y las primeras influencias

Madrid, en aquellos años, vivía un florecimiento cultural sin precedentes, especialmente dentro de la bohemia literaria de la Generación del 98 y sus continuadores en la Generación del 27. Salinas fue testigo de una España que comenzaba a mostrar signos de crisis pero también de una vibrante renovación artística y literaria. El ambiente en el que se formó fue el caldo de cultivo perfecto para que se gestara su propia identidad literaria, marcada por las tensiones y las transformaciones estéticas de la época.

Su acercamiento a la poesía fue gradual, influido principalmente por el modernismo, especialmente por la figura de Rubén Darío y el simbolismo. Sin embargo, también encontró inspiración en Miguel de Unamuno, quien, con su filosofía existencialista, reflejó en Salinas un interés por las grandes preguntas de la vida y el ser. A lo largo de los años, el joven Salinas se sintió atraído por la riqueza lírica de Juan Ramón Jiménez, quien sería una de sus figuras literarias más influyentes. La relación entre Salinas y Jiménez era casi de maestro a discípulo, siendo este último un referente para el joven poeta que aspiraba a emular su finura y profundidad en el trato de la poesía.

Salinas también se vio influenciado por la poesía francesa, especialmente por poetas como Jules Laforgue y Emile Verhaeren, cuyas obras proponían una visión más moderna y libre de la poesía. Laforgue, con su lenguaje a medio camino entre la poesía y la prosa, le mostró a Salinas la importancia de escribir con una lengua más cotidiana, algo que luego influiría profundamente en su estilo, considerado por algunos como «prosías», es decir, una poesía cercana a la prosa.

1.3 Matrimonio y primeras experiencias profesionales

En 1911, Salinas pasó un verano en Santa Pola, una localidad costera que sería clave en su vida personal, ya que allí conoció a Margarita Bonmatí, quien se convertiría en su esposa en 1915. El matrimonio fue un hito fundamental en su vida, y la relación con Margarita influyó notablemente en su producción poética, ya que en muchos de sus versos posteriores, especialmente en aquellos que componen su etapa de madurez, se puede rastrear una fuerte dedicación al amor como motor de la creación literaria.

En cuanto a sus primeros pasos profesionales, Salinas no solo se dedicó a la creación literaria, sino que también asumió roles significativos en el ámbito académico. En 1913, se licenció en Filosofía y Letras y, al mismo tiempo, fue nombrado secretario de la sección de literatura del Ateneo de Madrid, una institución de prestigio en la capital, que fue clave en el desarrollo intelectual de muchos autores de la época.

A pesar de su dedicación literaria, Salinas también fue un hombre de acción en el ámbito académico, e incluso durante los años de su formación, llegó a trabajar como lector de español en la Sorbona de París. Esta experiencia en la capital francesa fue crucial para su evolución intelectual, pues tuvo la oportunidad de relacionarse con pensadores y poetas internacionales, además de entrar en contacto con la vanguardia europea, lo que abriría su mirada hacia otras formas de hacer poesía.

Tras su estancia en París, Salinas regresó a Madrid en 1917, donde su carrera docente continuó a un ritmo creciente. En 1918, obtuvo una cátedra de literatura española en Sevilla, lo que lo llevó a vivir en la ciudad andaluza hasta 1929. Durante estos años sevillanos, Salinas consolidó sus lazos con otros escritores de la Generación del 27, como Luis Cernuda, a quien ayudó a publicar su primer libro Perfil del aire. Salinas no solo se destacó por su producción poética, sino también por su generosidad con sus amigos y colegas, quienes le reconocieron siempre su apoyo incondicional.

La madurez literaria y la Generación del 27 (1924-1936)

2.1 Desarrollo poético y su relación con la Generación del 27

La primera gran etapa de la carrera literaria de Pedro Salinas comienza con la publicación de su primer libro de poesía, Presagios (1924). Este trabajo recoge una serie de poemas escritos entre 1920 y 1924, mientras Salinas vivía en Sevilla. En este volumen se hace evidente la influencia de grandes figuras de la poesía española, como Juan Ramón Jiménez, pero también se perciben ecos del modernismo latinoamericano de Rubén Darío y la profunda huella de los simbolistas franceses, especialmente en la musicalidad y la búsqueda de un lenguaje cargado de sensaciones. En este sentido, Presagios establece las bases de lo que sería la poética de Salinas: un enfoque que daba gran importancia a la música del verso y a la exploración de los sentimientos humanos más profundos.

En el ámbito de la Generación del 27, Salinas se encuentra entre los poetas más jóvenes, pero a pesar de ser el miembro de mayor edad, su obra se ajusta perfectamente a los intereses literarios de la vanguardia. En su obra, hay una clara intención de renovar la tradición poética española, algo que también compartían escritores como Federico García Lorca, Rafael Alberti o Luis Cernuda. A lo largo de estos primeros años, Salinas adopta una actitud innovadora, buscando un tipo de poesía más libre, tanto en cuanto a formas como a temas. A diferencia de los poetas de generaciones anteriores, Salinas muestra un interés por explorar la poesía de una forma más experimental, que rompa las convenciones clásicas de ritmo y métrica.

Su segundo libro, Seguro Azar (1928), refleja con claridad la influencia de la vanguardia que estaba dominando las artes en Europa en ese momento. En esta obra, se aprecia un distanciamiento de los temas melancólicos y simbolistas de su primer libro, y un giro hacia la modernidad, marcada por el futurismo de Filippo Tommaso Marinetti. En este sentido, Salinas comienza a incorporar temas maquinistas y modernos, como las máquinas de escribir, los motores, y las luces eléctricas, elementos que dan forma a su visión de un mundo transformado por la tecnología.

Al mismo tiempo, en Seguro Azar, Salinas incluye poemas que exploran la vida cotidiana, como es el caso de «Underwood Girls», en el que homenajea la máquina de escribir, o «33 bujías», donde se plantea la historia de amor entre un hombre y una bombilla, utilizando la luz eléctrica como metáfora de la pasión y el deseo. La experimentación con el lenguaje y la inclusión de la modernidad tecnológica marcan un paso hacia una nueva estética, distinta de la de sus primeros poemas.

Finalmente, Fábula y Signo (1931), el tercer libro de Salinas, refleja su evolución hacia una poesía más compleja y madura, que comienza a abandonar las influencias de la vanguardia para adentrarse en temas más personales, como el amor y la reflexión sobre la vida. Este libro es considerado un punto de transición entre su primera etapa, marcada por la modernidad y la experimentación, y la segunda etapa, que se consolidará con la publicación de La Voz a ti debida. Es en este volumen donde Salinas comienza a tratar el tema del amor con mayor profundidad, un tema que se convertirá en el eje central de su obra en los años siguientes.

2.2 Años en Sevilla y su influencia en otros poetas

Entre 1917 y 1929, los años que Salinas pasó en Sevilla fueron decisivos para su desarrollo literario. Durante esta época, se dedicó a la enseñanza como catedrático de literatura española en la Universidad de Sevilla, pero también a la interacción con jóvenes escritores y poetas. Fue en esta ciudad donde conoció a Luis Cernuda, uno de los poetas más destacados de la Generación del 27. Salinas tuvo una gran influencia en la formación literaria de Cernuda, al punto de que fue él quien ayudó a su amigo a publicar su primer libro, Perfil del aire.

La relación entre Salinas y Cernuda fue más allá de la colaboración literaria: Salinas fue un mentor para Cernuda, y su generosidad para con sus allegados se convirtió en una característica apreciada por quienes lo conocieron. Salinas no solo enseñaba literatura, sino que se dedicaba también a apoyar a los poetas jóvenes que compartían sus inquietudes y sus sueños literarios. Esta actitud de colaboración fue clave en la consolidación de la Generación del 27, que se caracterizó por el apoyo mutuo entre sus miembros y la creación de un clima de intercambio intelectual y artístico.

En Sevilla, Salinas también tuvo contacto con otros poetas y escritores de la vanguardia, lo que le permitió mantenerse al tanto de las novedades literarias que surgían en Europa. La ciudad fue, por tanto, un punto clave en su vida, no solo como lugar de trabajo y de inspiración, sino también como el escenario de sus primeras colaboraciones literarias con otros miembros de la Generación del 27.

2.3 El impacto de la situación política y el regreso a Madrid

A lo largo de estos años, la situación política y social en España comenzaba a tensarse, y la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) trajo consigo una serie de restricciones a la libertad de expresión que afectaron directamente a los intelectuales y artistas. Si bien Salinas siguió comprometido con su labor literaria, la situación política del país comenzó a inquietarle, y su vuelta a Madrid en 1929 marcó el comienzo de una nueva etapa en su vida y en su obra.

Regresó a la capital española donde, además de seguir con su labor poética, se incorporó al Centro de Estudios Históricos bajo la dirección de Menéndez Pidal, un cargo que le permitió seguir en contacto con el mundo académico y literario español. Aunque su producción poética había sido en gran medida silenciosa durante estos años en Sevilla, ahora Salinas comenzaba a sentirse más cómodo y estable en su entorno, lo que le permitió iniciar nuevas publicaciones.

En 1931, la proclamación de la Segunda República en España supuso una nueva esperanza para muchos intelectuales, aunque también trajo consigo una mayor polarización política. Salinas, que ya había sido testigo de las dificultades sociales y culturales del país, se preparaba para una nueva etapa marcada por la reflexión personal y la evolución de su lenguaje poético.

El exilio y el giro hacia la reflexión existencial (1936-1949)

3.1 El exilio y la llegada a Estados Unidos

En 1936, Pedro Salinas se vio obligado a abandonar España debido a la creciente inestabilidad política y la guerra civil que estalló ese mismo año. Invitado por el Wellesley College en los Estados Unidos, Salinas encontró un refugio académico en la Universidad americana. Este fue el primer paso en un largo período de exilio que cambiaría su vida y su poesía.

La guerra civil española, con su contexto de división y sufrimiento, dejó una profunda huella en la obra de Salinas. El poeta, que había sido una figura prominente en la literatura española antes del conflicto, se vio obligado a reconfigurar su vida y su obra en un entorno completamente diferente. A pesar de la distancia geográfica, el sufrimiento y las tensiones que se vivían en su patria nunca dejaron de acompañarlo en su exilio. Su trabajo en Wellesley College permitió a Salinas dedicarse a la enseñanza del español y la literatura española, pero, más allá de su actividad académica, su relación con la lengua y la cultura española fue crucial para su vuelta a la poesía.

En 1939, después de pasar varios años en Wellesley, Salinas se trasladó a la John Hopkins University en Baltimore, donde continuó con su carrera académica hasta su muerte. En este período de su vida, la situación política en España y la Segunda Guerra Mundial marcaron profundamente su estado de ánimo y su visión del mundo. En sus escritos, comenzó a explorar temas de amor, guerra, la destrucción de Europa y la crisis existencial derivada de los acontecimientos históricos.

3.2 La consolidación de la voz poética: La Voz a ti debida y Razón de Amor (1933-1936)

El exilio trajo consigo una reorientación de la poesía de Salinas, cuyo lenguaje se profundizó y alcanzó nuevas dimensiones. Durante los años previos a su partida, la poesía de Salinas había comenzado a orientarse hacia la exploración más personal del amor como temática central, lo que se reflejó en dos de sus libros más importantes de esta época: La Voz a ti debida (1933) y Razón de Amor (1936).

La Voz a ti debida, el más conocido de los dos, es un libro de amor en el que Salinas experimenta con la poesía amorosa de una forma directa y comunicativa. El poema se extiende como un largo monólogo dirigido a la amada, y su título hace referencia a un verso de Garcilaso de la Vega. En este libro, el amor se presenta no solo como un sentimiento profundo, sino como una fuerza que puede inspirar la creación literaria. Salinas declara, a través de sus versos, que el amor es el motor de su escritura, y que la amada es la causa de la poesía. El tono de este libro es optimista, con una visión del amor como una fuerza creadora que da forma al ser y al mundo.

A medida que la obra avanza, sin embargo, se hace evidente que la relación amorosa también conlleva sufrimiento, frustración y, en última instancia, la separación. Los poemas de la última parte del libro se oscurecen, y la amada se convierte en una presencia distante, incluso inalcanzable. Esta dualidad en el tratamiento del amor —por un lado luminoso, por otro sombrío— marca el punto de transición hacia Razón de Amor, una obra publicada tres años después, en 1936.

En Razón de Amor, Salinas aborda los matices más dolorosos de la experiencia amorosa. Aquí, el poeta sigue buscando la luz en el amor, pero también se enfrenta a la soledad y a la incertidumbre. Esta obra se caracteriza por una cierta melancolía y el tono es más sombrío, lo que refleja la tensión interna del poeta en sus últimos años en España, justo antes de la Guerra Civil.

3.3 Retorno a la escritura y la creación de El Contemplado

Con su llegada a Puerto Rico en 1943, el poeta experimentó una especie de renacimiento literario. Su relación con la isla fue profunda y transformadora. En Puerto Rico, Salinas se reencontró con el mar, un elemento que ya había sido una constante en su obra, pero que en este contexto se convirtió en un símbolo de refugio y de regeneración. La atmósfera isleña le permitió renovar su relación con la poesía, abandonada parcialmente durante sus años de actividad académica.

Este período dio lugar a la publicación de El Contemplado, su último gran libro de poesía, que refleja la influencia del mar de Puerto Rico. Salinas, en este volumen, retoma su estilo característico de temas y variaciones, en las que explora de forma musical y repetitiva los diversos matices del paisaje marino y la existencia humana. Las variaciones dentro del libro abordan tanto el universo natural como las reflexiones existenciales sobre la vida y la muerte.

En El Contemplado, Salinas vuelve a la poesía con una renovada profundidad. Su visión del mar se convierte en un símbolo de lo eterno, algo que persiste más allá de las circunstancias materiales del ser humano. El libro refleja una de las facetas más espirituales de su poesía, en la que el poeta, contemplando el mar, se conecta con una realidad trascendental, más allá de lo cotidiano. Aquí, la naturaleza se convierte en el espejo donde el poeta observa la condición humana y la posibilidad de trascendencia.

En estos años, Salinas también disfrutó de un regreso a la escritura diaria. Desde su habitación, donde observaba el mar, el poeta se entregó nuevamente al oficio de la poesía, con una intensidad que había ido perdiendo en los años anteriores debido a su creciente compromiso con la crítica literaria y su labor académica.

Últimos años, legado y obra póstuma (1949-1951)

4.1 Últimos años en Puerto Rico y la publicación de Todo más claro

En 1949, Pedro Salinas publicó Todo más claro y otros poemas, el último libro de poesía que vio la luz en vida. Esta obra, que muestra la madurez de su voz poética, refleja las experiencias acumuladas por el poeta durante sus años de exilio en América. El tono de este libro es más breve y conciso, con solo dieciséis poemas que entrelazan tres temas clave: la continuación del tema del amor de sus libros anteriores, sus impresiones sobre la ciudad de Nueva York y una profunda reflexión sobre el exilio y la destrucción de Europa, especialmente tras los horrores de la Segunda Guerra Mundial.

Los poemas dedicados al amor siguen la estela de los anteriores, pero con una mayor claridad y menos desesperanza. El tono aquí es más sereno, con una visión más filosófica sobre la imposibilidad de la unión total entre el amante y el amado. Por otro lado, los poemas dedicados a Nueva York reflejan la impresión que la ciudad le causó, y a través de un poema titulado «Nocturno de los avisos», realiza una comparación entre los anuncios publicitarios brillando en la noche y los mensajes divinos, un contraste que salta a la vista al abordar lo superficial y lo esencial de la vida urbana moderna.

Finalmente, la última parte de Todo más claro es un testimonio de la conciencia de la destrucción de su mundo anterior. El poema largo titulado «Cero», dedicado a la bomba atómica y los bombardeos en Hiroshima y Nagasaki, es una de sus obras más reflexivas y sombrías, aunque no pesimista. En este poema, Salinas aborda la violencia de la guerra, no solo como un hecho físico, sino como un desgarramiento profundo en la identidad humana, al mismo tiempo que deja espacio para la esperanza de una transcendencia en medio de la oscuridad.

4.2 Obra póstuma: Confianza y el cierre de su carrera literaria

Tras su muerte, ocurrida el 4 de diciembre de 1951 en Baltimore, se publicaron varios libros póstumos de Salinas. Uno de los más importantes fue Confianza (1955), el último volumen de poemas que fue sugerido y prologado por su amigo Jorge Guillén. En esta obra, Salinas alcanza su culminación poética, que muchos consideran la mejor de toda su carrera. En Confianza, los rasgos que marcaron su estilo desde sus primeros libros se intensifican: la perfección formal y la espiritualización de la poesía se logran sin renunciar a la claridad y la comunicación directa con el lector.

En Confianza, Salinas se enfrenta a su propia mortalidad, pero lo hace desde una perspectiva de esperanza, casi como una reflexión sobre la vida más allá de lo físico. No hay en este volumen un pesimismo destructivo; más bien, hay una confianza en la vida y en el poder de la poesía para trascender las dificultades del mundo. Este último libro reafirma la espiritualidad de Salinas, pero sin caer en el misticismo, ya que su espiritualidad está marcada por la búsqueda de lo esencial en medio de lo cotidiano.

4.3 Legado literario

El legado de Pedro Salinas dentro de la Generación del 27 es profundamente significativo. Aunque su nombre no se menciona siempre con la misma frecuencia que los de Lorca, Cernuda o Alberti, su contribución a la poesía española es invaluable. A través de su obra, Salinas logró renovar la lírica española y aportar una voz única dentro del panorama poético de la primera mitad del siglo XX.

Su poesía, a menudo centrada en el tema del amor, no solo refleja el sentimiento de pasión y deseo, sino también los dilemas existenciales y espirituales que atraviesan los seres humanos. Esta complejidad, junto con su labor como ensayista y profesor, lo convierte en un poeta cuya obra tiene una dimensión filosófica que fue clave para entender las contradicciones de su tiempo.

Además, su influencia sobre poetas de la Generación del 27 y de generaciones posteriores, como Cernuda o Marichal, es indiscutible. Aunque Salinas no publicó gran cantidad de libros en vida, su importancia en el contexto literario español está asegurada por la profundidad de su obra y su capacidad para dialogar con la tradición literaria española, sin renunciar a las transformaciones estéticas y formales que la modernidad requería.

En cuanto a su legado más allá de la poesía, su influencia en la enseñanza de la literatura española y su papel como traductor de autores europeos y latinoamericanos enriquecieron la educación y la cultura literaria en el exilio, especialmente en Puerto Rico y Estados Unidos. Su habilidad para ser un puente entre las culturas, y su generosidad para apoyar a otros autores, consolidaron su figura como un literato comprometido no solo con su arte, sino con la transmisión del mismo.

Pedro Salinas, aunque lejano a la vida literaria de su país durante los años de exilio, nunca dejó de ser una figura crucial en el panorama de la poesía española. En sus últimos años, escribió en su obra un canto a la esperanza en la trascendencia del ser humano, más allá de la oscuridad de los tiempos. Su legado literario sigue vivo en la riqueza de sus versos, en sus reflexiones filosóficas sobre el amor, la muerte y la identidad, y en su capacidad para hallar belleza en medio de la tragedia.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Pedro Salinas (1891–1951): El Poeta de la Generación del 27 que Abrazó el Exilio y la Reflexión". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/salinas-pedro [consulta: 3 de octubre de 2025].