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Ocio y entretenimientoBiografía

Sainz Martínez, Juan, "Saleri II" (1891-1958).

Matador de toros español, nacido en Romanones (Guadalajara) el 19 de junio de 1891, y muerto en la capital de España el 7 de octubre de 1958. En el planeta de los toros es conocido por el sobrenombre de "Saleri II".

Aficionado desde que era apenas un crío a lidiar becerros por las capeas que tanta tradición tienen en tierras de su Alcarria natal, cumplió veinte años sin haberse propuesto orientar su trabajo hacia lo que para él no era más que una entretenida afición. Pero el día 29 de agosto de 1912 llegó a un pequeño pueblo de Salamanca en el que le permitieron estoquear a un toro perteneciente al hierro de Angoso; y cuentan los cronistas de su tiempo que sorprendieron tan gratamente la facilidad y el arrojo que Julián Sainz Martínez derrochó en aquella estocada, que a partir de entonces empezó a tomarse en serio la posibilidad de aprender el oficio de torero. Por lo pronto, comenzó a cobrar modestas cantidades por intervenir en vario festejos de las provincias de Ávila, Salamanca y Zamora, festejos en los que, a la par que iba difundiendo su nombre, fue cobrando seguridad y destreza en el manejo de los engaños y el acero, y aquilatando su cada vez más acreditado valor. Por todo ello, no es de extrañar que a finales de aquella temporada de 1912 ya hubiera reunido méritos más que suficientes para ser contratado como banderillero por la empresa que regentaba la plaza de Madrid, puesto en el que no sobresalió demasiado.

Sin embargo, consiguió que su nombre fuese reconocido por la afición madrileña, que acudió a verle torear cuando, en 1913, se presentó a las puertas de la Villa y Corte, en la pequeña plaza de Tetuán de las Victorias. Por fin, el día 2 de mayo de dicha temporada, acompañado por los jóvenes novilleros "Limeño" y "Alcalareño", consiguió hacer el paseíllo en la primera plaza del mundo, pero tuvo la mala fortuna de enfrentarse con un lote que hacía imposible el lucimiento. A pesar de ello, volvió a ser anunciado en los carteles madrileños el día 15 de agosto de aquel mismo año, fecha en la que sí consiguió un importante triunfo que le reportó varios contratos en España e Hispanoamérica.

De regreso a su país natal, afrontó la temporada de 1914 con el firme propósito de prepararse a fondo para tomar la alternativa. Y así, en el transcurso de aquella campaña intervino en treinta y ocho novilladas -casi todas verificadas ante la severa afición madrileña-, bagaje más que suficiente para aceptar el ansiado compromiso de recibir su doctorado. Para ello, el día 13 de septiembre de aquel año de 1914 cruzó la arena de la plaza de toros de Madrid, flanqueado por su padrino, el genial diestro madrileño Vicente Pastor y Durán ("El Chico de la Blusa"), y acompañados ambos por el coletudo sevillano Francisco Martín Gómez ("Curro Vázquez"). Julián Sainz ("Saleri II") se doctoró dando lidia y muerte a estoque al toro Manguero, marcado con la divisa de Pérez Tabernero. Al parecer, "Saleri II" anduvo muy templado y lucido en la lidia de este ejemplar, lo que vino a confirmar los buenos presagios que tenían quienes le habían visto triunfar en calidad de novillero.

Éste y otros triunfos similares le valieron para anunciarse en los carteles de la Villa y Corte durante casi todas las temporadas en que permaneció en activo, lo que tampoco le impidió acrecentar su fama en Hispanoamérica. En 1916 cumplió cincuenta contratos, sesenta y dos en la campaña siguiente, y setenta y dos en la de 1918. Estaba, a la sazón, en el momento culminante de su carrera, como quedó patente en la célebre corrida que lidió en Bilbao el día 18 de agosto de aquel año, donde toreó espléndidamente al natural a un toro de Parladé, al que lugo mató recibiendo.

Sin embargo, a partir de entonces comenzó a ver mermardas sus facultadas físicas por culpa de ciertos problemas de salud, razón por la que firmó varios contratos en tierras de Ultramar, a sabiendas de que allí el público es menos exigente y el ganado más templado y manejable. Allí, además, a partir de 1922, comenzó a desarrollar su nueva faceta como empresario taurino.

En la temporada de 1923 intervino en treinta festejos, los mismos que lidió durante la campaña siguiente. Pero sus actividades en Hispanoamérica le absorbían todo su tiempo, por lo que no volvió a pisar los ruedos españoles hasta diez años después, cuando, en 1934, anunció que volvía a vestirse de luces ante sus paisanos. Sin embargo, sólo cumplió dos ajustes en aquella campaña, y uno en la de 1935, en las arenas de Almagro (Ciudad Real), el día 25 de agosto. Fue ésta la última ocasión en que hizo el paseíllo. Los buenos aficionados del primer tercio del siglo XX lamentaron la retirada de uno de los toreros más completos que habían conocido, largo en su repertorio, valiente y esteta a partes iguales, que sabía manejar muy lucidamente el capote, poner banderillas con riesgo y soltura, muletear de forma soberbia y ejecutar recibiendo la suerte suprema.

Autor

  • JR.