A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
LiteraturaPeriodismoBiografía

Sagarra, Josep María de (1894-1961).

Poeta, dramaturgo, narrador y periodista español en lengua catalana, nacido en Barcelona el 5 de mayo de 1894 y fallecido en su ciudad natal en 1961. Humanista fecundo y polifacético, cultivó profusa y delicadamente su lengua vernácula, y dejó impreso en ella un riquísimo legado literario que, en su asombrosa variedad, progresa por los cauces genéricos más diversos para envolver -siempre con exuberante sensualidad y desbordada imaginación poética- su apasionado amor hacia su tierra natal y su exquisito tratamiento estilístico de la lengua catalana. Por la alta calidad literaria de su obra y por su firme compromiso personal con la cultura de su pueblo, está considerado como una de las figuras cimeras de la literatura catalana contemporánea.

Vida.

Nacido en el seno de una familia aristocrática, fue hijo del erudito Ferrán de Sagarra i de Siscar, tuvo acceso desde niño a una esmerada formación académica que contribuyó poderosamente a la consolidación de su innata vocación humanística y le permitió, ya en plena juventud, formalizar su ingreso en la Facultad de Leyes de la Universidad de Barcelona, de donde egresó con el título de Licenciado en Derecho. Sin embargo, apenas dedicó tiempo al ejercicio de la abogacía, ya que, por un lado, la acomodada posición de su familia no le exigía ganarse la vida con el desempeño de un oficio; y, por otro lado, pronto descubrió nuevas aficiones que le satisfacían más que el estudio de la materia legal y sus posibilidades profesionales. Así, v. gr., en su época de estudiante universitario se interesó vivamente por la zoología, alentado por los trabajos e investigaciones de su hermano Ignacio, que ya por aquel entonces era uno de los más célebres naturalistas de España; pero esta afición sólo desempeñó en su trayectoria vital un papel anecdótico al lado de la acusada vocación literaria que se le hizo del todo patente durante un prolongado recorrido por Italia, realizado también durante aquel período estudiantil.

Firmemente convencido, pues, de que su andadura profesional se orientaba de forma inequívoca hacia el sendero de la creación literaria, antes de haber cumplido los veinte años de edad consiguió su primer éxito literario al ser galardonado con la "Englantina de Oro" en los Juegos Florales de Barcelona de 1913; y sólo un año después dio a la imprenta una interesante colección de composiciones líricas a la que tituló, significativamente, Primer llibre de poemes (Primer libro de poemas, 1914), pues era consciente del fecundo y enriquecedor recorrido que estaba llamado a emprender dentro de la lírica contemporánea escrita en catalán. Y, en efecto, durante aquella segunda década del siglo XX y, sobre todo, en el transcurso del siguiente decenio, Josep Maria de Sagarra se consolidó como una de las voces más poderosas e imaginativas de la poesía catalana, al tiempo que comenzaba a cultivar otros géneros en los que pronto habría de mostrarse también como un consumado especialista (primero el teatro y, cuando ya era uno de los principales dramaturgos en su lengua vernácula, la prosa de ficción).

Merced a esta importante obra de creación -y, simultáneamente, al prestigio adquirido en su condición de articulista y crítico teatral en los principales rotativos del panorama cultural catalán-, el escritor barcelonés se convirtió, durante los períodos políticos de la dictadura de Primo de Rivera y la II República, en una de las voces más representativas no sólo de la cultura, sino también de los intereses mayoritarios de su pueblo. Heredó, en esta línea creativa e ideológica, el entorchado del gran poeta y ensayista Joan Maragall, al que había llegado a conocer en sus postreros años de existencia (falleció en 1911, cuando sólo contaba cincuenta y un años de edad). No es de extrañar, por ende, que el violento estallido de la Guerra Civil le obligase, en su condición de catalanista destacado, a abandonar con urgencia el país y exiliarse en Francia, donde permaneció por espacio de un lustro (1936-1941).

A su regreso a España, la feroz persecución de la cultura catalana por parte del régimen fascista del general Franco le redujo durante algunos años a la clandestinidad, pues resultaba imposible en aquellos primeros compases de la posguerra dar a la imprenta cualquier obra que no estuviera escrita en castellano. Gracias a la relevancia de que había gozado en todos los foros culturales catalanes antes de la contienda fratricida, Josep Maria de Sagarra contó con la ayuda de algunos mecenas del mundo editorial y logró subsistir durante aquellos años grises dedicándose a la traducción, para volver a hacer gala de sus vastos conocimientos humanísticos con una espléndida versión en catalán de la Divina Comedia (labor que había emprendido durante su exilio en Francia, al tiempo que redactaba su famoso poema "Montserrat") y de diversas obras de Shakespeare (textos que, por su condición de clásicos universales, pasaron las duras cribas de la censura franquista). En esta productiva faceta de traductor, Josep Maria de Sagarra volcó también a su lengua vernácula diferentes piezas teatrales de los franceses Molière y Pagnol, así como del italiano Luigi Pirandello.

Pero, a partir de 1946, decidió reencontrarse valientemente con la literatura y los lectores catalanes y, sin temor a las consecuencias político-administrativas que esta audacia le pudiera deparar, volvió a servirse del idioma de Verdaguer para cultivar la escritura dramática, ahora dentro de una corriente que abandonaba su anterior tendencia al drama poético simbolista (a veces, al mero poema dramático) para explorar los senderos del teatro burgués. No era ya, desde luego, el Sagarra de exuberante y copiosa sensualidad de sus primeras composiciones líricas y dramáticas, pero sí ese gran patriarca de las letras regionales que, a pesar del cambio de registros temáticos y estilísticos, seguía engrandeciendo la literatura catalana con un extraordinario registro de personajes, tradiciones y ambientes propios de la cultura autóctona. En esa posición de privilegio le sorprendió la muerte en su Barcelona natal, a los sesenta y siete años de edad.

Obra.

Poesía.

Tras su precoz triunfo en los Juegos Florales de 1913 y la publicación de ese Primer llibre de poemes (1914) al que ya se ha hecho referencia en la anterior semblanza biográfica del escritor barcelonés, Josep Maria de Sagarra comenzó a desplegar una brillante producción poética en la que toda su aguda sensibilidad artística y su desbordado amor hacia su patria chica se pusieron al servicio de la exaltación gozosa del paisaje catalán, contemplado -en esta fase primeriza de su obra- sólo en su dimensión pintoresca y localista, sin ahondar mucho más allá de esa capa externa que permitía al poeta lucir todo el alcance de su lirismo fantasioso y popular. En sucesivos poemarios tan gratos a la crítica y los lectores catalanes del momento como El mal caçador (El mal cazador, 1916), Cançons d'abril i novembre (Canciones de abril y noviembre, 1918), Cançons de taverna (Canciones de taberna, 1922), Cançons de rem i de vela (Canciones de remo y de vela, 1924) y Cançons de totes les hores (Canciones de todas las horas, 1925), el exquisito y delicado poeta barcelonés adaptó su estilo colorido y caudaloso a la canción popular e intimista del folklore catalán, hasta alcanzar un excelente tono popularizante que, al tiempo que conservaba lo mejor del legado tradicional, revelaba los hallazgos personales de un original autor empecinado en la exaltación de los valores culturales de su pueblo.

Este obsesivo culto a las tradiciones y a los antepasados cobró también protagonismo en otros poemarios de diversa naturaleza temática, pero siempre centrados en la cultura catalana, como el largo poema narrativo El comte Arnau (El conde Arnaldo, 1928), que explora una antigua leyenda regional, y El poema de Nadal (El poema de Navidad, 1931), que refleja las tradiciones navideñas del pueblo catalán. En general, tanto estas bellísimas versiones de los mitos, las leyendas y las tradiciones de su tierra como las ya mencionadas reproducciones popularizantes de la lírica local pusieron de manifiesto la existencia de una voz poética de inusitada brillantez en el panorama literario catalán de aquellos años, y desde luego capaz de abordar empresas creativas de mayor calado. Esto último quedó bien patente con la aparición, en plena Guerra Civil, de La rosa de cristal (1937), un espléndido poemario que vino a demostrar cómo el verbo florido y torrencial de Josep Maria Sagarra había ido ganando en madurez expresiva y profundidad conceptual hasta alcanzar cimas poéticas sólo coronadas por los mejores poetas simbolistas.

Entre las numerosas selecciones y recopilaciones antológicas de la obra en verso del escritor barcelonés, cabe mencionar las tituladas Antología de la obra poética de Josep Maria de Sagarra (Barcelona: Ediciones Polígrafa, 1973), a cargo de C. Martí Farreras, y Antología poètica de Josep Maria de Sagarra (Barcelona: Pirene Editorial, 1994), editada por Rosa Maria Font i Massot. Además, uno de los principales estudiosos de su obra, Lluís Permanyer, publicó una interesante colección de Poemes satírics de Josep Maria de Sagarra (Barcelona: Edicions La Campana, 1990).

Teatro.

Coherente con la acusada inclinación al lirismo que quedaba patente en todos sus versos, la producción teatral de Josep Maria de Sagarra adoptó desde sus primeros estrenos un marcado tono poético que, aunque consciente del vigor y el éxito que a comienzos del siglo XX estaba cobrando el teatro realista y reflexivo, postulaba en cambio una audaz subida a los escenarios de la fantasía y la imaginación, por más que ello implicase un anacronismo de localizaciones, situaciones, personajes y conflictos que podía ser mal asimilado por un público acostumbrado a la verosimilitud del drama burgués. Y en lo que se refiere a los temas, también el dramaturgo de la CIudad Condal se dejó llevar por ese amor a la tierra que regía la selección de contenidos en su quehacer poético, por lo que sus dramas, cuadros costumbristas y comedias regionalistas poblaron los escenarios catalanes de ambientes y personajes propios de la Cataluña campesina tradicional, pero pasados por ese tamiz de la idealización que imponía siempre el lirismo característico en esta primera etapa de su trayectoria literaria.

Entre las piezas teatrales más significativas de su primera producción dramática, figuran algunos títulos tan aplaudidos por sus coetáneos como Joan Enrich (1918), El jardinet del seu amor (1922) y Marçal Prior (1926), a los que pronto vinieron a sumarse -en una segunda fase de su trayectoria teatral- una serie de comedias regionalistas que gozaron de idéntico favor entre la crítica y los espectadores, como Les llàgrimes d'Angelina (1928), L'hostal de la glòria (1931) -obra galardonada con el prestigioso premio "Ignasi Iglesias", en su convocatoria de 1932-, La rambla de les floristes (1935) y La corona d'espines (1936).

Consagrado, en fin, por aquellos años de la década de los treinta como el primer dramaturgo en lengua castellana, a su regreso a España después del forzado exilio que le retuvo en Francia eligió -como ya se ha indicado en su semblanza biográfica- el género teatral para volver a expresarse en lengua catalana. Fue entonces cuando sorprendió de nuevo gratamente al público y a la crítica con un perfecto dominio del drama burgués, plasmado en algunas piezas tan notables como El prestigi dels morts (1946), La fortuna de Silvia (1947), Ocells i llops (1948), Galatea (1948), L'hereu i la forastera (1949), Els comediants (1950), Les vinyes del Priorat (1950) y La ferida lluminosa (1954).

Obra en prosa.

Josep Maria de Sagarra cultivó también con notable acierto la prosa de ficción, género al que aportó algunas de las mejores novelas escritas en catalán en la primera mitad del siglo XX, como Paulina Buxareu; All i salobre; Café, copa i puro; y, muy especialmente, Vida privada (1932), distinguida con el premio "Joan Creixells", en la que el autor catalán legó a la posteridad una magnífica descripción de los ambientes, las tensiones y las ilusiones que dominaban la ciudad de Barcelona en los momentos previos a la proclamación de la II República. Sumo interés revisten asimismo sus recuerdos autobiográficos, publicados -más de veinte años después de la aparición de Vida privada- bajo el título genérico de Memòries (1954).

Como dato anecdótico dentro de su bibliografía en prosa, cabe recordar el relato titulado La bruixa dels panellets, una inspirada incursión de Josep Maria de Sagarra en el complejo género de la literatura infantil.

Bibliografía.

  • - ESPINÀS, Josep Maria [et alii]. Centenari de Josep Maria de Sagarra (1894-1994) (Barcelona: Entitat Autònoma del Diari Oficial i de Publicacions, 1994).

- GALLÉN, Enric [et alii]. Sagarra i Barcelona (Barcelona: Entitat Autònoma del Diari Oficial i de Publicacions, 1995).

- LLORCA I BERROCAL, Viçenc. Petita història de Josep M. de Sagarra (Barcelona: Editorial Mediterrània, 1994).

- PERMANYER, Lluís. Sagarra (Barcelona: Ediciones de Nuevo Arte Thor, 1982).

-------------. Sagarra, vist pels seus íntims (Barcelona: Edhasa, 1982).

------------- [et alii]. Josep M. de Sagarra en els seus millors escrits (Barcelona: Miguel Arimany, S. A., 1986).

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.