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LiteraturaBiografía

Roussel, Raymond (1877-1933).

Poeta, narrador, dramaturgo y ensayista francés, nacido en París en 1877 y fallecido en Palermo (Italia) en 1933. Autor de una singular producción literaria de deslumbrante fuerza imaginativa y sorprendente originalidad, se aplicó con auténtica fijación obsesiva a la experimentación aplicada a las técnicas descriptivas y llegó a desplegar una suerte de escritura automática que le convirtió en uno de los más lúcidos precursores del movimiento surrealista.

Vida

Nacido en el seno de una familia acomodada perteneciente a la alta burguesía parisina, contó desde su juventud con la fortuna de los suyos para dedicarse libremente al cultivo de la literatura y publicar a su antojo su obra de creación. Era hijo de Eugène Roussel, un acaudalado especulador y corredor de bolsa afincado en el céntrico boulevard Malesherbes de París, donde tenía por vecinos y amigos a algunos escritores de la talla de Marcel Proust (1871-1922) y Jean Cocteau (1889-1963). El matrimonio, que también poseía una lujosa mansión en Neuilly-sur-Seine, se completaba con Marguerite Roussel, madre del escritor, una mujer de vivas inquietudes artísticas que nunca llegaron a producir grandes logros debido a su incorregible adicción a la morfina.

La pasión de su progenitora por la música caló hondo en el pequeño Raymond, quien desde su primera infancia empezó a recibir clases de piano para pasar, poco después, a convertirse en un precoz compositor. Pero su innata vocación literaria le impulsó a abandonar radicalmente esta meteórica trayectoria musical a los diecisiete años de edad, cuando decidió consagrarse de lleno a la escritura, aunque sin abandonar por ello algunas aficiones en las que también había destacado desde niño, como el ajedrez y las prácticas de tiro (que le hicieron merecedor de una medalla de oro en 1909). Al margen de estas actividades, cultivó siempre una imagen y unas pautas de conducta que subrayaban su carácter original y excéntrico, y llegó a ser conocido en su tiempo por sus extravagancias, aunque no vio cumplido su sueño de ser unánimemente aclamado por el gran público entre todos los autores de su generación. Dentro su rocambolesca existencia, cobraron singular importancia las acusaciones moralistas que racayeron sobre él por su supuesta condición de homosexual, que él siempre negó, a pesar de que su extraño comportamiento y su misteriosa vida íntima parecían subrayar dicha tendencia homoerótica; con el paso del tiempo, llegó a saberse que, recurriendo a la considerable fortuna de su familia, pagó a una mujer llamada Charlotte de Frêne para que desempeñara el papel de "eterna compañera" suya, y que ambos llevaron a tal extremo esta ficticia relación amorosa que, poco antes de la muerte del escritor, llegaron a compartir residencia para vivir como "compañeros platónicos".

Al parecer, esta tensión permanente generada por su condición de homosexual y su necesidad de disimularla no sólo acentuó los rasgos extravagantes de su comportamiento en público, sino también su desequilibrio emocional interior, lo que a su vez le condujo al consumo descontrolado de drogas y otras substancias estupefacientes. Viajero infatigable, había recorrido medio mundo (la India, Australia, Nueva Zelanda, Tahití, China, Japón, los Estados Unidos de América, etc.) cuando, durante una estancia en Italia, apareció muerto en extrañas circunstancias en la habitación que ocupaba en un hotel de Palermo. Su óbito se atribuyó al suicidio, aunque nunca llegó a aclararse si la sobredosis de barbitúricos que acabó con su vida fue ingerida por él voluntariamente o de forma accidental.

Obra

Con tan sólo veinte años de edad, Raymond Roussel se dio a conocer en el panorama literario francés de finales del siglo XIX por medio de La doublure (El sustituto, 1897), una espléndida y original narración escrita en versos alejandrinos, y ambientada en los carnavales de Niza. Ya bien entrada la nueva centuria, dio a la imprenta una interesante obra poética titulada La vue (La vista, 1904), en la que, bajo el curioso pretexto de reproducir diferentes escenas de la vida de una estación balnearia contemplada a través de una bola de vidrio, dejó patente su interés por la experimentación con las posibilidades descriptivas del hecho literario.

Tras seis años de denso silencio editorial, el autor parisino volvió a los anaqueles de las librerías con una de sus obras maestras, Impressions d'Afrique (Impresiones de África, 1910), una inquietante y sugerente narración que le propio Roussel ofreció en versión teatral al año siguiente (concretamente, en septiembre de 1911), y que muchos años después prolongó en un no menos curioso y llamativo poemario titulado Nouvelles impressions d'Afrique (Nuevas impresiones de África, 1932). La novela original, tal vez su obra más conocida, cuenta las asombrosas peripecias de un grupo de náufragos que cae en manos de un atrabiliario rey negro, quien somete a sus atribulados cautivos a una serie de pruebas inesperadas -a cual más caprichosa y extravagante- antes de ponerlos en libertad. En esta obra estalla en todo su esplendor el afán descriptivo de Raymond Roussel, así como esa tendencia hacia una escritura automática que, aliada con su viva y riquísima imaginación, preludia algunos de los principales postulados estéticos que luego defenderá con ahínco el Surrealismo. En este sentido, cabe decir que André Breton (1896-1966), uno de los grandes "popes" de este movimiento, fue también uno de los mayores admiradores y difusores de la obra de Roussel, a quien calificó como "el mayor magnetizador de todos los tiempos", en una clara alusión a la poderosa fuerza atrayente de su prosa. Sin duda alguna, lo que más fascinó a Breton y al resto de los surrealistas fue esa constante indagación de Roussel en las posibilidades combinatorias del lenguaje, plasmada luego en los deslumbrantes logros de su automatismo descriptivo; pero, además, conviene señalar que entre los autores predilectos del escritor parisino figuraban -al margen de Jules Verne (1828-1905), de quien heredó el gusto por las aventuras exóticas e imaginativas- el conde de Lautréamont (1846-1870) y el incatalogable dramaturgo Alfred Jarry (1873-1907), ambos cultivadores de una estética rupturista y transgresora que anunciaba, con muchos años de antelación, ese afán innovador de la Vanguardia (y, en particular, del movimiento surrealista, que saludó a los dos autores decimonónicos como dos compañeros de aventura estética "avant la lettre"). Cabe, pues, situar a Raymond Roussel dentro de la historia de la literatura francesa contemporánea como eslabón de enlace entre las propuestas pioneras de Lautréamont y Jarry, y la eclosión definitiva de la libertad creadora que triunfa con Bréton, Aragon (1897-1982), Éluard (1895-1952) y compañía.

Tres años después del estreno de la versión teatral de Impresiones de África -puesta en escena por el prestigioso poeta y dramaturgo Edmond Rostand (1868-1918), autor de Cyrano de Bergerac, en medio de una ruidosa polémica-, Raymond Roussel volvió a los anaqueles de las librerías francesas con otra novela excepcional, Locus solus (1914), considerada unánimemente por la crítica como otra de las obras maestras de su tiempo. La poderosa fuerza imaginativa del autor parisino presentaba ahora a unos cadáveres encerrados en jaulas de cristal, y condenados a revivir eternamente las circunstancias de sus respectivas muertes. Como era de esperar, un argumento tan vanguardista hizo furor a comienzos de los años veinte, cuando, afianzándose en la estética que triunfaba en todas las modalidades artísticas del momento, Roussel estrenó la versión teatral de esta obra (1922), con la que cosechó idénticas muestras de admiración y rechazo que habían recibido otras manifestaciones de la Vanguardia -sobre todo, el Futurismo liderado por el italiano Marinetti (1876-1944), movimiento al que entonces fue adscrita esta adaptación a la escena de Locus solus-. Posteriormente, Raymond Roussel se centró en la escritura dramática y ofreció otras piezas teatrales ligadas también a los postulados formales y temáticos de la Vanguardia; entre ellas, cabe recordar las tituladas L'étoile aun front (La estrella al frente, 1924) y Poussière de soleils (Polvo de soles, 1926).

Resulta obligado citar, finalmente, una obra póstuma de Raymond Roussel que ofrece algunas de las claves principales para el estudio de la mayor parte de su producción literaria anterior. Se trata del valioso ensayo Comment j'ai écrit certains de mes livres (Cómo escribí algunos de mis libros, 1935), publicado a los tres años de su desaparición, en el que ofrece las líneas generales de su poética y detalla los principales procedimientos de que se sirvió para la redacción de una de sus obras maestras, Impressions d'Afrique.

A pesar de la admiración profesada públicamente por André Breton y buena parte de los surrealistas, Raymond Roussel no llegó alcanzar en vida ese reconocimiento literario con el que soñaba desde que, en su temprana juventud, decidió consagrarse plenamente al cultivo de la creación literaria. Esta tibieza del lector medio francés contribuyó también, en buena medida, a incrementar esa frustración que le echó en brazos de las drogas y le condujo hasta la desesperación y el suicidio. La recuperación de su obra se debe, sobre todo, a un extenso ensayo que le dedicó, en 1963, el célebre pensador francés Michel Foucault (1926-1984).

Bibliografía

  • FOUCAULT, Michel. Raymond Roussel. París, Gallimard, 1963.

J. R. Fernández de Cano.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.