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HistoriaBiografía

Romano I Lecapeno, Emperador de Bizancio (870-948).

Emperador romano de Bizancio (920-44), nacido en la localidad de Lakapei, en la provincia de Frigia, en el año 870, y muerto en la isla de Proto, el 15 de junio del año 948, desterrado y destronado por sus propios hijos.

Hijo de un campesino de origen armenio, Romano realizó una brillante carrera militar en la fuerza naval del Imperio, donde alcanzó el puesto más alto como jefe de la flota bizantina. Debido a su incuestionable valor militar, pronto se hizo merecedor de los más altos elogios de todo el ejército bizantino. Le ayudó en el aumento de su fama una supuesta pelea que sostuvo a brazo partido con un león. Durante la regencia de la emperatriz Zoe, Romano fue escalando gradualmente puestos de mayor relevancia dentro del palacio imperial, hasta que pudo desplazar a su máximo rival, León Focas, tras lo cual consiguió casar a su hija Elena con el joven emperador Constantino VII Porfirogéneta. Debido a la preeminencia de su nueva posición, como suegro del emperador, fue nombrado tutor del joven Constantino VII, y posteriormente, en mayo del año 920, coemperador. Romano, como verdadero dueño y señor del Imperio, nombró sucesores suyos en el trono a sus dos hijos, Constantino y Esteban, hecho que más tarde tendría funestas consecuencias para el propio Romano.

Con Constantino VII apartado temporalmente del poder, Romano I se proclamó emperador absoluto, en el año 920. Desplegó una actividad legisladora intensa y promulgó una serie de leyes (novelas) tendentes a proteger a los pequeños propietarios agrícolas contra los continuos abusos de los grandes propietarios latifundistas. También puso en circulación una serie de tasas e impuestos más equitativos con objeto de hacer contribuir a un gran número de población que se hallaba exenta de pagar al Estado (religiosos, grandes propietarios, nobles, militares de alta graduación, etc), ya que el grueso de la contribución recaía en la masa agrícola, cada vez más estragada por la penuria económica que eso suponía. En el terreno militar, entre los años 922-24, llevó a cabo con éxito el freno de una serie de revueltas en el sur de Italia y en el Peloponeso. Reanudó la guerra contra los búlgaros, que con su rey Simeón volvieron a penetrar en territorio imperial, penetrando por las fronteras del noroeste. Debido a la muerte del patriarca de Constantinopla, Teófanes, y a ciertos movimientos de revuelta en la capital, Romano I se apresuró a firmar un tratado de paz con el nuevo rey búlgaro Pedro, favorable para ambos. Una vez apaciguada la capital, Romano I volvió a reanudar sus campañas militares y amplió considerablemente la influencia bizantina en la actual Serbia, hasta entonces zona de dominio del imperio de Occidente, además de firmar otro tratado de paz con los peligrosos húngaros y destrozar literalmente la flota del zar ruso Igor, en el año 941, con el que firmó otro tratado de no agresión en el año 944. Una vez que Romano I aseguró sus fronteras del norte por los tratados firmados, volvió a reanudar la guerra contra el mayor enemigo de Bizancio, los árabes, a los que tan sólo logró arrancar algunas posesiones territoriales fronterizas.

El gran éxito de Romano I fue el establecimiento definitivo de la paz en el seno de la Iglesia bizantina, ya que dio fin a la larga batalla por la cuestión de las imágenes, que había comenzado dos siglos antes y que tanta sangre e inestabilidad proporcionó al Imperio, desgastándolo en grado sumo. En el año 920, promulgó el llamado Tomo de la Unión, por el que instauró, sin discusión alguna, el rito iconodulio, por el que elevó al patriarcado de Constantinopla a su joven hijo Teófilo, de esa manera transformó a la administración de la Iglesia bizantina en una clase de dirigentes de elite, dominados por la extensa familia del propio emperador.

Pero, a pesar de sus incuestionables logros políticos y religiosos, Romano I fue destronado, en diciembre del año 944, por sus dos ambiciosos hijos, Esteban y Constantino, los cuales habían sido nombrados sucesores de su padre, una vez que éste muriera o se declarase incapacitado para llevar las riendas del Imperio. Romano fue confinado en la isla de Proto y se le obligó a profesar en un monasterio como monje, medida ésta que anulaba de inmediato una posible vuelta al poder de Romano I. En enero del siguiente año, Constantino VII Porfirogéneta volvió a ocupar el trono imperial tras derrotar a los dos hermanos usurpadores. Romano I mantuvo su condición religiosa hasta su muerte, acaecida el 15 de junio del año 948.

Bibliografía

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CHG.

Autor

  • Herraiz.