A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
LiteraturaPeriodismoBiografía

Rodríguez de Morales, Catalina, o "Yara" (ca. 1835-1894).

Poetisa, dramaturga y periodista hispano-cubana, nacida en Madruga (La Habana) el 26 de marzo de 1835 -aunque algunos estudiosos del teatro cubano ponen en duda que su nacimiento tuviera lugar en este año-, y fallecida en Villaclara en noviembre de 1894. Firmó algunas de sus obras con el pseudónimo de "Yara", pero su verdadero nombre era el de Catalina Rodríguez Martínez de Tardiña, apellidos que cambió en 1866, a raíz de su boda con el botánico don Sebastián Alfredo de Morales (a pesar de ello, en algunos repertorios y manuales de literatura aparece citada por sus apellidos de soltera).

Perteneciente a una familia acomodada, tuvo acceso a una esmerada formación académica que pronto le permitió dedicarse de lleno a la gran pasión que venía sintiendo desde que era una niña: el cultivo de la creación literaria. A los quince años de edad se trasladó, en compañía de toda su familia, a La Habana, donde pudo ampliar sus estudios y entrar en contacto con los principales círculos literarios de la isla. Posteriormente, un nuevo desplazamiento laboral de su padre trasladó a la joven Catalina Rodríguez a la ciudad de Matanzas, donde por fin se dio a conocer como poetisa, merced a su oda titulada "Al trabajo", que fue galardonada en los Juegos Florales convocados por el Liceo de dicha ciudad.

Poco a poco consiguió que sus colaboraciones fueran apareciendo en los principales rotativos y revistas cubanas, con lo que se fue granjeando un cierto reconocimiento literario que hizo de ella una de las mujeres cubanas más destacadas del panorama cultural de su época. Tras contraer nupcias con el susodicho Sebastián Alfredo de Morales, esas colaboraciones (atribuidas a "Yara") comenzaron a aparecer bajo su nuevo nombre de casada, pues Catalina Rodríguez de Morales tuvo la fortuna de contar con el apoyo de su esposo a la hora de dedicarse a la creación literaria.

Así, cada vez más integrada -social, personal y profesionalmente- en su ámbito literario, fue admitida como miembro de algunas sociedades culturales tan prestigiosas como el Recreo de Pueblo Nuevo y el Liceo de Matanzas, y llegó a extender el alcance de sus colaboraciones hasta la Península Ibérica (publicó artículos, en efecto, en la Moda Ilustrada, de Cádiz), que conoció en 1876, en el transcurso de un largo viaje por Europa. En su lugar de origen, colaboró asiduamente en La Ilustración cubana y Cuba y América, medios a través de los cuales difundió gran parte de su producción poética. Su vinculación al panorama periodístico hispanoamericano alcanzó su cota máxima en 1882, cuando se hizo cargo de la dirección de la revista quincenal El Álbum (de Matanzas).

En calidad de dramaturga, Catalina Rodríguez de Morales también mereció el reconocimiento de sus contemporáneos. Por desgracia, en la actualidad sólo se conserva una de sus obras teatrales, aunque se sabe que fue autora de otros textos destinados a ser llevados a las tablas. Se trata de la pieza titulada Hijo único, una comedia de costumbres escrita en verso y compuesta de dos actos, cuya acción transcurre en el interior de una casa de Matanzas en 1880. Dentro de la más pura tradición dramática burguesa, la autora presenta a unos personajes enredados en unos problemas familiares (los engaños que un hijo pretende hacer tragar a su padre, con el fin de sacarle su dinero) que, a la postre, dejan ver la parte de culpa correspondiente a cada uno de los miembros de la saga. La originalidad de esta pieza, al margen de su tópico contenido y su rígida construcción, radica en que puede encuadrarse dentro de esa corriente del "teatro bufo" que se desarrolló en Cuba durante la segunda mitad del siglo XIX, y cuya característica más notable radicaba en la libertad concedida a los actores a la hora de interpretar el texto del autor.

No hay noticias de una posible puesta en escena de Hijo único, aunque se sabe que la obra fue muy bien recibida en su tiempo, ya que llegó a merecer los honores de la imprenta (Matanzas: Imprenta de Aurora del Yumuri, 1884). Además, parece ser que en Caracas, en 1872, apareció un volumen titulado Poesías y obras dramáticas de la poetisa cubana Yara, obra que, en la actualidad, se considera perdida.

Bibliografía

  • Diccionario de Literatura Cubana (La Habana: Instituto de Literatura y Lingüística, Academia de ciencias de Cuba, Letras Cubanas, 1980).

  • HORMIGÓN, Juan Antonio (dir.) Autoras en la Historia del Teatro Español (1500-1994). (Madrid: Publicaciones de la Asociación de Directores de Escena de España, 1996).

  • LEAL, Riné. La selva oscura. De los bufos a la neocolonia. Historia del teatro cubano de 1868 a 1902 (La Habana: Arte y Literatura, 1982).

J. R. Fernández de Cano.

Autor

  • JR.