A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
Biografía

Rocaguinarda, Perot (1582-1635).

Bandolero español y capitán de los tercios españoles en Nápoles, nacido el 18 de diciembre del año 1582, en la localidad de Oristá (Vich), y muerto en Italia, en campaña militar, el año 1635. Fue inmortalizado por Miguel de Cervantes en su obra Don Quijote de la Mancha (en su segunda parte), a quien dedicó los capítulos LX y LXI y en donde le llamó Roque Guinart.

MIembro de una familia de payeses acomodados, pronto de adhirió al bando de los nyeros (defensores de los derechos del pueblo) y en la lucha de éstos contra el partido contrario de los cadells (defensores de los derechos de las oligarquías ciudadanas y de la nobleza), que estalló entre los años 1602 a 1611. Rocaguinarda encabezó una partida de bandoleros con la que luchó al lado de Carles de Vilademany, jefe del bando de los nyeros, interviniendo de manera decisiva en la guerra, como lo demostró en el asedio que llevó a cabo a la sede episcopal de Vich y de su obispo cadells, Francesc Robuster.

Tras el apoyo directo de la monarquía a la facción cadells, los partidarios nyeros fueron declarados fuera de la ley y perseguido por la fuerza real, apoyada por la oligarquía ciudadana y nobiliar. Perot Rocaguinarda se vio obligado a refugiarse en las montañas de los alrededores de Vich (Ripollés, Osona y Burgueda), donde logró formar una partida a la que muy pronto se sumaron un gran número de gascones, hugonotes franceses, fugitivos y catalanes descontentos con la autoridad impuesta por la dinastía de los Austrias. Rocaguinarda se presentó como defensor por excelencia del bando de nyeros, circunstancia que le hizo granjearse poderosos amigos y aliados dentro y fuera de la propia Cataluña, a la par que no menos fuertes y encarnizados enemigos. Precisamente, gracias a su gran habilidad como organizador y a los apoyos prestados por parte de un sector amplio de la población, Rocaguinarda estuvo al frente de su banda desde el comienzo de la guerra entre las facciones hasta el año 1610, fecha en la que campeó y dominó la zona de Taradell y Santa María de Vilalleons, mediante repetidas escaramuzas y asaltos sistemáticos contra los nobles cadells y los ejércitos reales. Tuvo como lugarteniente a Joanot Gili.

Un aspecto que provocó que las autoridades se volcasen con más ahinco en eliminar a la partida de Rocaguinarda fue el hecho de que muchos de sus miembros (llegó a contar con más de cien) eran hugonotes, lo que confirió a la represión de un carácter social y religioso más que político.

En el año 1607, Rocaguinarda se estableció en la villa de Sant Celoni, en donde tenía un gran número de adeptos y partidarios de su causa, y desde donde realizó importantes incursiones por tierras de Osona, la Garrotxa, el Ripollés, Cerdanya, el Barguedá, El Bayes y la Cuenca de Barberá. Sus continuas correrías por el camino real de Gerona y Barcelona, desvalijando a todos los payeses nobles y acaudalados en actos de puro bandidaje, despertaron entre las autoridades de la zona un serio recelo y gran temor, por lo que decidieron acabar con sus actos. La audacia y el constante hostigamiento a la nobleza otorgó a Rocaguinarda una gran fama entre el pueblo llano, que lo llamaba con el apodo de Perot lo Lladre ('Pedro el Ladrón'). Así pues, el 17 de enero del año 1608, la propia ciudad de Barcelona subvencionó una fuerza de caballería, al mando del comisario real Pablo Bofill, para exterminar la partida de Rocaguinarda que tanto perjuicio causaba a la ciudad, sobre todo en el aspecto comercial. Sin embargo, los cerca de quinientos hombres de Bofill fueron derrotados por los hombres de Rocaguinarda, al igual que sucedió en la siguiente partida de Joan Reig, quien había salido de Taradell.

Tras estas dos tentativas fracasadas, y en vista del progresivo poder que iba adquiriendo la partida de Rocaguinarda, se formó la Liga Defensiva de Vich, la cual también fue derrotada por Rocaguinarda. El virrey de Cataluña, el duque de Monteleón, decidió armar un serio contingente para acabar de una vez por todas con Rocaguinarda, poniendo al mando a Francesc Torrent dels Prats. Torrent logró sorprender a Rocaguinarda en una escaramuza en las que apresó a Pedro Roca de Monteyola, uno de los principales lugartenientes de Perot, que como represalia atacó la localidad nativa de Torrent, el pueblo de Sant Julian de Vilatorta, quemando su casa en público. Rocaguinarda, en un acto de osadía poco común, redactó un cartel de desafío a todas las autoridades condales, concejiles, reales y, en especial, contra el virrey de Cataluña, que clavó en las murallas de Vich, el lugar bien visible para que todo el mundo lo viera. En septiembre del año 1608, el gobernador de Cataluña, Joan de Queralt, organizó con más intensidad la persecución de Rocaguinarda y su banda, aunque nuevamente volvió a fracasar la intentona. Rocaguinarda siguió campeando a sus anchas por las zonas que dominaba con su partida, en las que gozaba de una autoridad incuestionable. Entre los años 1609 a 1610, Rocaguinarda y los suyos estuvieron bajo la protección directa del abad del monasterio de Ripoll, Francesc de Pons, de quien era muy amigo. Posteriormente, extendió sus correrías hasta las poblaciones de Mollet y Moncada, localidades muy próximas a Barcelona, todas ellas con éxito gracias a la disolución de la Liga Defensiva de Vich, debido a fuertes disensiones internas causadas por las acciones de Rocaguinarda.

A comienzos del año 1610, Rocaguinarda inició conversaciones con la Corona española para pedir el indulto, en las que actuó como mediador el virrey de Cataluña, el duque de Monteleón. Rocaguinarda, consciente de su fuerza, exigió a la Corona un salvoconducto para él y tres de los suyos, con objeto de trasladarse a Italia, Flandes o Suiza con una pensión durante diez años, comprometiéndose a abandonar sus actos de pillaje y disolver su banda. En un primer momento, el Consejo de Aragón se negó ante tales peticiones, además de inducir al virrey para que reanudara la persecución, con más ahinco si cabe, de Rocaguinarda. Éste, lejos de amedrentarse, reinició sus ataques con una ferocidad inusitada. Aunque Rocaguinarda perdió en el transcurso de varias correrías a tres de sus mejores hombres (Jaume Alboquers, Pedro de Caldes y Jaume Vinyals), todas las intentonas realistas contra él fracasaron con mayor estrépito que las anteriores. El nuevo virrey de Cataluña, Joan de Queralt, intensificó todavía más la persecución, confiando el mando de una nueva expedición a Dalmacio de Descatlar, que volvió a ser derrotado por Rocaguinarda, causando a dicha expedición 18 muertos y 20 heridos de gravedad. Tras su rutilante victoria, Rocaguinarda pudo tomar Vich, en donde fue recibido por el pueblo con grandes muestras de simpatía y entusiasmo.

Finalmente, el 30 de junio del año 1611, el arzobispo de Zaragoza, cardenal Manrique, firmó su indulto en nombre del rey. Rocaguinarda embarcó en Mataró con destino a Nápoles, en donde entró a formar parte de los tercios reales con el grado de capitán. Apenas se sabe nada de este período de su vida, tan sólo que en el año de su muerte, en 1635, continuaba siendo capitán del tercio español.

Bibliografía

  • ANTOLÍN, J. Un personaje del Quijote. (Barcelona: Ed. Tipografía de Arte, 1951).

  • DÍAZ-PLAJA, Fernando. Felipe III. (Barcelona: Ed. PLaneta, 1997).

  • MARTÍNEZ COMEDRE, Juan Antonio. El bandolero y su imagen en el siglo de oro. (Madrid: Ed. Casa de Velázquez, 1979).

  • SALVANS, A. Perot, el bandoler. (Barcelona: Ed. Dalmau, 1956).

  • SAU, Victoria. El catalán: un bandolerismo español. (Barcelona: Ed. Aura, 1973).

  • TORRES I SANS, Xavier. Nyeros i cadells: bandols i bandolerisme a la Catalunya de L´Antic Régim (1590-1640). (Barcelona: Ed. Universidad Autónoma de Barcelona, 1988):

  • TRIBÓ, G. Perot Rocaguinarda, bandoler del segle XVII. (Barcelona: Grau, 1984).

Autor

  • Carlos Herráiz García.