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HistoriaPolíticaBiografía

Riego y Núñez, Rafael del (1785-1823).

Rafael Riego.

Militar y político liberal español, nacido en Santa María de Tuñas (Asturias), el 24 de octubre de 1785 y fallecido en Madrid, el 7 de noviembre de 1823, después de ser ejecutado por las fuerzas absolutistas de Fernando VII, en la plaza de la Cebada.

Vida

Nacido en el seno de una familia de la nobleza menor, su padre fue Eugenio Antonio del Riego Núñez, literato de cierto prestigio. Estudió en Oviedo las primeras letras y latinidad, y después se recibió de bachiller en Filosofía. No llegó sin embargo a licenciarse, pues el 23 de mayo de 1807, previo expediente de limpieza de sangre, ingresó en la Compañía americana de tropas de la Real Persona, con la que intervino en el Motín de Aranjuez, 17 de marzo de 1808.

Confinado en Aranjuez después del Dos de Mayo por desobedecer las órdenes de Murat, decidió incorporarse en Asturias, donde su padre era miembro de la Junta Suprema del Principado, a la lucha contra el invasor. En el viaje tuvo un incidente en Villalpando (Zamora), donde le tomaron por espía francés; pero afortunadamente pudo resolverse el equívoco. El 8 de agosto de 1808 se le dio el empleo de capitán del regimiento de Infantería de Tineo, y poco después fue nombrado ayudante del general Vicente Acevedo, con quien se halló en la batalla de Espinosa de los Monteros, 10 y 11 de noviembre de 1808.
Gravemente herido Acevedo, Riego trató de salvarle, pero el 13 fue hecho prisionero por una partida enemiga que remató al general. Estuvo en Dijon, Autun y en el depósito de Châlons más de cinco años. Estos son los años de los que se ha supuesto que arranca su liberalismo; sin embargo, no parece haber sido así. Su liberalismo arranca de la tradición de su familia y de las condiciones objetivas y subjetivas de su vida, incluido el cautiverio: pero no por contagio de la prisión, sino por propia maduración de su espíritu. En 1813 logró evadirse, volviendo a España por Lyon, Suiza, riberas del Rhin, Rotterdam, a donde llegó el 10 de enero de 1814, Harwich, donde el 20 de febrero de 1814 pedía permiso para ir a Londres, Londres, efectivamente, y Plymouth, en donde embarcó para la Coruña al mando de un depósito de españoles refugiados.

Llegó a tiempo de jurar la Constitución ante el general Lacy. Aunque es de suponer que no le gustase el golpe de Estado, en agosto 1814 se le destinó al Regimiento de la Princesa, 2º de línea, y el 6 de febrero de 1815 recibió la medalla de Sufrimiento por la Patria. Según se dice, ya en esta época era masón, y participa desde Madrid en las actividades conspiratorias. Hacia 1815 o 1816 tradujo un libro de tema napoleónico, aunque tal como ha llegado hasta nosotros el manuscrito, no podemos saber el autor, ni cuándo se publicó el original ni tampoco cuándo exactamente se hizo la traducción. El 2 de febrero de 1817 se le destinó como mayor, a petición propia, al ejército de Andalucía. En Cádiz se estaban acantonando las tropas que deberían marchar a América a poner punto final a los brotes revolucionarios que allí se producían, pero dichas tropas albergaban un fuerte descontento. En estas circunstancias llegaron a Cádiz oficiales procedentes de América que propugnaban un restablecimiento de la Constitución de 1812 como único medio para solucionar los problemas de España y América. Con estas ideas se empezó a fraguar la conspiración, en la que Riego se comprometió desde un primer momento. Comprometido con la revolución, no pudo evitar en 1819 el encarcelamiento de los conjurados más importantes, por la traición de Enrique O'Donnell, Conde de La Bisbal. Pero la conspiración siguió su curso, a pesar del contratiempo, sobre todo porque Riego se atrevió a actuar, y el 1 de enero de 1820 al frente de su batallón de Asturias proclamó la Constitución en las Cabezas de San Juan (Sevilla), procediendo inmediatamente a la investidura de los alcaldes constitucionales que habían sido arbitrariamente desposeídos en 1814.

Aunque evidentemente no era el único, ni siquiera el más importante o el de mayor graduación de los participantes en el movimiento, el hecho de que, ante la mala suerte de algunos o la inacción de otros, apareciese como el único en atreverse, le dio una inmensa popularidad, como pocas personas han tenido jamás en España.

Perteneció sucesivamente a las sociedades patrióticas de Sevilla, de la que fue presidente, el 24 de abril de 1820; socio nato de la Fontana, y de Pamplona, presidente de San Fernando, todas ellas en 1820; y Valladolid, el 9 de septiembre de 1820; Zaragoza, el 27 de julio de 1821; Alcañiz, Calanda, Caspe, en agosto de 1821; Barcelona, el 13 de enero de 1822; Valencia, 1 de febrero de 1822; Córdoba, el 18 de octubre de 1822, presidente de La Carlota, en octubre de 1822; y de la Landaburiana, entre el 10 de noviembre de 1822 y el 1 de enero de 1823. Su carácter discreto, su tino en las primeras decisiones político-militares, y su nula ambición personal, jamás reclamó el poder para sí mismo, unido probablemente a las persecuciones que sufrió, obraron la maravilla de convertirle en símbolo, incluso en vida y mucho más después de muerto, símbolo de la España que quería emerger, símbolo que con su famoso himno ha llegado hasta nuestros días. Riego trató de evitar esta inmensa responsabilidad, pero supo ser fiel a sí mismo y a lo que le marcaba el destino. De ahí su grandeza.

En un golpe de audacia, el 2 de enero hizo prisioneros en Arcos al general Sánchez Salvador, al subinspector Blanco, al brigadier Gavani y al general Blas Fournas, pero comprendiendo que la inacción le sería fatal, actuando como jefe guerrillero, el 27 de enero emprendió una marcha por Andalucía con su pequeño ejército, que terminó el 13 de marzo, cuando ya apurado buscaba la frontera portuguesa a fin de librarse de una muerte segura. Pero esta marcha, en la que perdió muchos hombres por deserción y muy pocos se le unieron, a pesar de la simpatía general de que gozaba en el país, perseguido como estaba por el general José O'Donnell, resultó fundamental para la revolución, pues las noticias de lo que estaba ocurriendo en Andalucía, agrandadas por la ansiedad, la falta de información y la esperanza, se extendieron por todas partes, dando lugar a los nuevos pronunciamientos ante los cuales el rey se inclinó a aceptar la Constitución.

Con el triunfo de la libertad, Quiroga, Riego, Arco-Agüero, López Baños y O'Daly fueron promovidos a mariscales de campo, y aunque Riego fue el único en rechazar semejante ascenso, se le impuso desde el gobierno. Fue también nombrado ayudante de campo del rey, y recibió la gran cruz de San Fernando. Desde el primer momento el ejército de Riego había adoptado el título de nacional, y después de la aceptación por el rey de la Constitución con las tropas que habían tomado parte en la insurrección constitucionalista, se formó el ejército llamado de la Isla (de León). Riego fue nombrado capitán general de Galicia, cargo que no llegó a ocupar, pues en Agosto el marqués de las Amarillas, so pretexto de problemas económicos, disolvió el ejército de la Isla, dejando inerme a la revolución. Riego tuvo la debilidad de trasladarse a Madrid a defender a su ejército; en Madrid fue recibido en triunfo, pero el gobierno le complicó en el famoso incidente del teatro, del 3 de septiembre de 1820, en el que se dijo que había cantado el Trágala, y como consecuencia no se le dejó hablar ante las Cortes y fue inmediatamente destituído de todos sus cargos y enviado de cuartel a Asturias.

Acosado por algunos diputados, Romero Alpuente en primer lugar, y Argüelles, que en la famosa sesión del 7 de septiembre amenazó con abrir las páginas de esta historia, lo que implicaba una velada acusación de republicanismo. De nada valieron las representaciones del interesado para que se le hiciese justicia. La reconciliación entre moderados y exaltados a finales de 1820, como consecuencia de la conducta del rey, le valió a Riego su nuevo nombramiento de capitán general de Aragón, el 28 de noviembre de 1820. Llegó a la capital aragonesa el 8 de enero de 1821, y allí comenzó a escribir una Relación empenada de las ocurrencias desde el primero de enero de 1810 hasta la jura de la Constitución, que no concluyó, y que se ha perdido.

Se casó por poderes con su prima María Teresa del Riego y Riego el 15 de octubre de 1821 (el poder matrimonial llevaba la fecha del 18 de julio), denunció las actividades de los serviles, recorrió la región para contrarrestarlas, pero fue víctima de una nueva intriga, pues el 29 de agosto de 1821 fue destituído y enviado de cuartel a Lérida y Castelló de Farfaña, preso en los hilos que había trazado su sucesor, el jefe político Francisco Moreda (otra vez la acusación indirecta de republicanismo a través de las supuestas conspiraciones de Cugnet de Montarlot y de Villamor). Su popularidad era tal que por las calles de Madrid se paseaba su retrato.

De nada valieron de nuevo las representaciones del perseguido, pidiendo justicia. En 1822, se convirtió en presidente de las Cortes, gracias al apoyo popular; desde este puesto presentó en el Congreso sus quejas contra el exministro Ramón Feliú. Una lista del AGP le daba el nombre masónico de Washington. Diputado a Cortes por Asturias, 1822-1823, fue presidente de las mismas en marzo de 1822. En un documento sin fecha del AGP aparece como Venerable de la primera Torre de los comuneros, calle de la Concepción Gerónima, 8, cuarto 1º.

Luchó después por la libertad en Madrid el 7 de Julio de 1822, y al producirse la invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis el 7 de abril de 1823, dirigió a las Cortes, en mayo, una importante exposición, el 24 junio se le dio el mando del 2º ejército de operaciones, mando que se le quitó el 27. El 18 agosto apareció en Málaga al frente del tercer ejército de operaciones, con el que se enfrentó a la invasión, pero fue víctima delfracaso general del régimen que se hundía, y en particular de la traición, doble traición, de Ballesteros.

El 14 de septiembre de 1823 se refugió en el cortijo del Pósito, cerca de Torre Pedro Gil (Jaén), de donde unos guías le llevaron a Arquillos, cuyo alcalde le hizo prisionero. Los franceses, que en otros casos impidieron los crímenes de los absolutistas, en este no hicieron nada, como si les complaciese la desaparición del héroe. Tampoco Chateaubriand hizo nada cuando Miguel del Riego recurrió a él, a fin de evitar el final desastroso.

Llevado Rafael a Madrid, encerrado en el Seminario de Nobles primero y en las cárceles de la Corona y de la Corte después, se hizo un simulacro de juicio, a cargo del alcalde de Sala Alfonso Cavia, quien le condenó a muerte por haber votado como diputado la destitución temporal de Fernando VII, y a ulterior descuartizamiento, negándosele el fusilamiento que como mariscal le correspondía.

La sentencia se cumplió en la plaza de la Cebada de Madrid el 7 de noviembre 1823, pero no consta que fuese descuartizado. Numeroso público presenció el espectáculo, y guardó un sobrecogedor silencio. La multitud gritadora pertenece a una leyenda posterior, o por lo menos no se encuentra en las versiones coetáneas del magnicidio. También parece una falsificación la retractación de Riego, fechada la víspera de su muerte. Aunque con la ejecución de Riego acaba toda una época, y en su desgracia es símbolo también de las desgracias nacionales, la fama de su nombre le sobrevivió, y ha seguido viva hasta hoy, impulsando los mejores esfuerzos del pueblo español. El himno de Riego: Soldados, la patria nos llama a la lid, juremos por ella vencer o morir, se convirtió en el santo y seña de los diversos movimientos progresistas de la España contemporánea.

Bibliografía

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A. GIL NOVALES.

Autor

  • Juan Antonio Castro Jiménez