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LiteraturaPeriodismoBiografía

Ramos, José Antonio (1885-1946).

Narrador, dramaturgo, ensayista, periodista, crítico literario y diplomático cubano, nacido en La Habana en 1885 y fallecido en su ciudad natal en 1946. Autor de una variada y fecunda producción literaria en la que sobresalen sus textos dramáticos y ensayísticos, desempeñó también importantes funciones públicas al servicio de sus conciudadanos, hasta convertirse en una de las figuras más representativas del panorama cultural y el pensamiento político cubanos de la primera mitad del siglo XX.

En su condición de diplomático, José Antonio Ramos realizó numerosas misiones en las legaciones cubanas en España, Portugal, México y Estados Unidos de América, donde adquirió unos valiosos conocimientos culturales, sociales y políticos que, desde la perspectiva que otorga el distanciamiento, le permitieron luego postular en sus ensayos una compleja serie de reformas tendentes a solucionar los problemas políticos, económicos, sociales y culturales que agobiaban a su país. Su ideología política, de marcado talante reformista, partió de los métodos y contenidos positivistas para evolucionar, en una etapa intermedia, hacia un pragmatismo que acabaría desembocando, a la postre, en la corriente materialista aplicada de forma muy concreta a la problemática cubana, si bien nunca llegó a aceptar plenamente las propuestas del marxismo. Elaboró, desde estos planteamientos ideológicos y metodológicos, una feraz producción literaria que en todo momento quiso poner al servicio del progreso de su nación, en la medida en que Ramos consideraba la creación artística como un instrumento para profundizar en los conocimientos científicos, económicos y sociales de la sociedad en que se desarrollaba. Lógicamente, esta concepción del arte (en sus más diversas disciplinas) hundía sus raíces en los postulados naturalistas, historicistas y positivistas de algunos autores que, como el húngaro Max Nordau, el noruego Henrik Ibsen y el francés Émile Zola, constituyeron el bagaje teórico de José Antonio Ramos durante su proceso de formación intelectual y artística.

En efecto, las influencias de estos tres escritores se hicieron patentes no sólo en los primeros textos literarios de José Antonio Ramos, sino también en su inicial dedicación a la vida pública cubana, cuya necesidad de regeneración se convirtió, desde un principio, en la clave de las creaciones artísticas y las labores políticas del infatigable intelectual habanero. Así, los ecos del naturalismo están presentes en una serie de obras primerizas en las que Ramos aplicó con máximo rigor el método de observación y experimentación de unos hechos reales, con el fin de que la creación resultante, más allá de su intrínseco valor literario, adquiriera también un valor documental que sirviera para proponer soluciones válidas a la problemática observada y analizada.

Como era de esperar, estos procedimientos creativos llevaban implícitos una agria censura de los vicios políticos tradicionales y los convencionalismos sociales que, a la sazón, estaban presentes no sólo en Cuba, sino en cualquier lugar del orbe. De esta manera, la obra literaria de Ramos -y, muy señaladamente, su producción escénica- cobra un alcance universal en la medida en que refleja una concepción del mundo basada en la necesidad de renovar, desde un talante abiertamente progresista, los valores caducos y trasnochados del siglo XIX. En su creación dramática, este deseo de regeneración se hace visible en sus esfuerzos por romper, de forma radical, con el teatro rancio y sensiblero que aún seguían cultivando los autores post-románticos, en un plausible intento por sumarse a las corrientes renovadoras de la dramaturgia verista y humanizada que había triunfado en Europa merced a las brillantes aportaciones de algunos escritores como el mencionado Ibsen. Paralelamente, su ideología socio-política le llevó a convertirse, dentro del panorama cultural cubano, en uno de los principales portavoces del liberalismo burgués, plasmado en sus textos y actuaciones públicas en una encendida defensa de la educación del pueblo, la divulgación científica, las ideas anticlericales, el igualitarismo social, la condena del racismo y, en definitiva, la implantación de una sociedad liberal capitalista en la que las fuerzas reaccionarias no impidiesen la libre iniciativa del individuo en todas las facetas de su desarrollo como ser humano (el arte, el pensamiento, la religión, la ideología, etc.).

Poco a poco, esta conciencia liberal de José Antonio Ramos, en su audaz enfrentamiento con la realidad socio-política cubana, acentuó su vertiente radical hasta situar al intelectual habanero, en sus tres últimos lustros de existencia, en las corrientes más progresistas y revolucionarias, a las que alentó de forma decisiva desde su tardía afiliación al Partido Socialista Popular. Ya por aquel entonces había dejado impresa la mayor parte de una amplia y lúcida creación literaria que, en sus constantes esfuerzos por aislar y resolver los principales problemas de la isla antillana, le convertía en uno de los patriotas más respetados y admirados por los jóvenes de las generaciones posteriores, que valoraban la sinceridad de su empeño por encima de unos procedimientos metodológicos ya caídos en desuso. Ambas lecturas de su obra (la admiración rendida a sus esfuerzos renovadores, y el desprecio de unos métodos algo anticuados) quedaban patentes en la vigencia que aún conservaba su mejor entrega ensayística, publicada treinta años antes de la muerte de Ramos bajo el título de Manual del perfecto fulanista, apuntes para el estudio de nuestra dinámica político-social (La Habana; Jesús Montero, 1916). En esta pieza emblemática del ensayo regeneracionista cubano, José Antonio Ramos se servía de los postulados sociológicos de Augusto Comte para hablar de su pueblo como de un "superorganismo nacional" al que se le podía aplicar un análisis anatómico y fisiológico, en un intento por acercarse de la forma más aséptica y científica que fuera posible al planteamiento y la resolución de los problemas que afectaban a Cuba. A pesar de lo descabellado que, desde la perspectiva actual, pueda parecer el método utilizado por Ramos, lo cierto es que el Manual del perfecto fulanista constituye una de las mejores descripciones del panorama político cubano de su época.

La propia naturaleza analítica y reflexiva de la producción literaria de José Antonio Ramos explica que casi todos sus textos teatrales y narrativos lleven implícitos numerosos rasgos específicos del género ensayístico, hasta el punto de que pueden ser leídos como una prolongación de las ideas plasmadas en sus mejores ensayos. En su faceta de dramaturgo, el escritor de La Habana se convirtió -desde que, con tan solo veinticinco años de edad, fundara la Sociedad de Fomento del Teatro (1910)- en uno de los principales promotores del teatro cubano, al que aportó algunos de los mejores títulos de su historia contemporánea. En general, todas sus piezas dramáticas ahondan en esa problemática cubana que constituye el eje central del resto de su creación literaria, si bien se observan algunas novedades que, como el escape por la vía del humor, aportan un rasgo de originalidad frente a sus otros escritos regeneracionistas. En cualquier caso, predomina en su obra teatral la angustia por la situación de su pueblo, la búsqueda de la identidad nacional y el análisis de la sociedad cubana, junto con otras preocupaciones cívicas que, en su alcance universal, permiten que los textos dramáticos de Ramos tengan vigencia en cualquier escenario del mundo. Desde el punto de vista técnico, su dramaturgia carece de la perfección exhibida por la de sus admirados maestros europeos, debido en parte a que la falta de tradición teatral culta en las Letras cubanas no le brindó muchos modelos para subsanar la falta de ritmo escénico o los excesos de artificiosidad presentes en algunos de sus diálogos; no obstante, estos y otros defectos similares brillan por su ausencia en ciertos títulos de Ramos que, como Tembladera (La Habana; Imprenta El Siglo XX, 1918), tienen cabida en las más rigurosas antologías del teatro cubano contemporáneo.

Lo dicho a propósito de la creación dramática de Ramos puede aplicarse, sin grandes variaciones, a su prosa de ficción, caracterizada también por unos valores ensayísticos entre los que predomina la reflexión sociológica, la crítica política, la censura de los modelos reaccionarios y, en líneas generales, esa preocupación por la realidad cubana que aparece, de forma constante, a lo largo de toda su obra. Entre sus novelas de mayor proyección nacional e internacional, conviene recordar la titulada Caniquí (La Habana; Cultural, 1936), obra en la que el escritor habanero volvió a desplegar sus mejores esfuerzos de rigor y documentación para construir las vivencias ficticias de unos personajes condicionados por el marco geográfico en que se desarrolla su existencia.

Al margen de los títulos mencionados en parágrafos anteriores, la producción literaria de José Antonio Ramos se compone de las obras siguientes: Almas rebeldes (Barcelona; Librería de Antonio López, 1906); Una bala perdida (Barcelona; Librería de Antonio López, 1907); La hidra (La Habana; Imprenta de la Compañía Cinematográfica Cubana, 1908); Humberto Fabra (París; Garnier, 1908); Nanda. Alta comedia en tres actos (La Habana; Imprenta de la Compañía Cinematográfica Cubana, 1908); Liberta (Madrid; Casa Vidal, 1911); Entreactos (La Habana/Madrid; Ricardo Veloso, 1913); Satanás (Madrid; Imprenta Helénica, 1913); Calibán Rex (1914); El hombre fuerte (Madrid; Imprenta Artística, 1915); Coaybay (La Habana; Imprenta El Siglo XX, 1926); Las impurezas de la realidad (Barcelona; Cosmos, 1929); En las manos de Dios (México; Botas, 1933); Panorama de la literatura norteamericana (1600-1935) (México; Botas, 1935); Trinidad, 1830 (La Habana; Cultural, 1936); El traidor. La leyenda de las estrellas. La recurva (La Habana; La verónica, 1941); y FV-3001 (La Habana; Lex, 1944). A los treinta años de la desaparición de José Antonio Ramos, una muestra antológica de su producción dramática, seleccionada por Francisco Garzón Céspedes, vio la luz bajo el título genérico de Teatro (La Habana; Ed. Arte y Literatura, 1976).

Bibliografía.

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Autor

  • jr