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ReligiónBiografía

Proaño Villalba, Leónidas (1910-1988).

Eclesiástico ecuatoriano, obispo de Riobamba, conocido como "el obispo de los indios". Nació en San Antonio de Ibarra el 29 de enero de 1910 y murió el 31 de agosto de 1988. De sus padres aprendió el oficio de tejedor de sombreros de paja de toquilla, y en la escuela fiscal Juan Montalvo, las primeras letras. Después de graduarse de bachiller en el Seminario de San Diego de Ibarra, y de hacer los estudios eclesiásticos en el de Quito, fue ordenado sacerdote en 1936. Con otros tres compañeros recién ordenados, formó un grupo conocido por la gente como "El Cuadrilátero"; juntos organizaron la Acción Católica en el Carchi e Imbabura e impulsaron la Juventud Obrera Católica (JOC). Nombrado obispo de Riobamba, centró sus preocupaciones principalmente en mejorar la situación de los indígenas, acompañando su apostolado con el ejemplo de su vida: nunca quiso tener un Palacio Episcopal, y consideró que las riquezas de la Iglesia deberían servir para provecho de los pobres. Por eso vendió una valiosa custodia de oro y piedras preciosas, y se opuso a la construcción de una gigantesca catedral que la oligarquía latifundista pretendía levantar como signo de poder. Esto le valió la oposición de buena parte del sector más poderoso de la población. En 1960 distribuyó entre los indígenas parte de las tierras de la Iglesia, antes incluso de dictarse la ley de Reforma Agraria. También en este año creó el grupo de Reflexión Eclesial Juan XXIII y organizó el Plan de Pastoral para la Diócesis. Otro excelente medio para la educación de los indígenas fue el proyecto de Escuelas Radiofónicas Populares, que bajo el lema "Educar es liberar", promovieron en varias provincias la alfabetización y la cultura en quichua y en español. En 1963, construyó en terrenos de la hacienda Zula el Centro de Estudio y Acción Social (CEAS), que serviría de apoyo técnico a los indígenas, y dos años más tarde inauguró la Casa de la Diócesis "Hogar Santa Cruz", que se convirtió en centro de reflexión no sólo para su diócesis, sino para muchos grupos pastorales de América Latina empeñados en poner en práctica las orientaciones del Concilio Vaticano II (y, más tarde, las de las Conferencias del CELAM en Medellín y Puebla). A principios de la década de 1970 creó el Equipo Misionero Diocesano, compuesto por treinta y cinco sacerdotes y religiosas y seglares tanto ecuatorianos como extranjeros. En adelante muchos agentes de pastoral de diversos países latinoamericanos vendrían a realizar sus experiencias al interior de este equipo, para luego propagarlas en otras latitudes. Monseñor Proaño optó claramente por la causa de los pobres y por los movimientos liberacionistas de América Latina. Así por ejemplo, en 1978, con motivo de la revolución sandinista de Nicaragua, formó el Frente de Solidaridad del Chimborazo, conformado por organizaciones populares de la más diversa ideología, con el objeto de apoyar la lucha de los pobres por la justicia y la liberación. Una postura tan clara y definida tenía que granjearle no pocos enemigos. Desde niveles conservadores de su diócesis y de la Iglesia misma del Ecuador (incluidos algunos obispos), se organizó en 1970 una conspiración para sacarle de su diócesis, apelando a cualquier tipo de acusación. Las acusaciones llegaron hasta el Vaticano, quien en 1973 decidió enviar un Visitador Apostólico para inspeccionar todos los trabajos de la Diócesis. La Visita duró nueve días y fue ampliamente aireada por toda la prensa del país. Durante esos días el P. Casanova, el Visitador, se entrevistó con todo tipo de grupos de pastoral y hasta con personas particulares. La conclusión final fue que el recelo y la prevención con que había llegado a la diócesis se cambió en una abierta admiración por el trabajo y el movimiento eclesial formado en Riobamba. Su informe ante el Papa fue positivo, pero de Roma no vino ninguna declaración a favor, porque ello habría supuesto desacreditar a la Conferencia Ecuatoriana, dado que algunas acusaciones provenían incluso de algunos obispos. Otro grave incidente se llevó a cabo en 1974 cuando las fuerzas del gobierno Militar invadieron la hacienda de Toctezinin, cuyas tierras eran cultivadas por los indígenas según disposición de la ley de Reforma Agraria, pero en contra de los terratenientes del lugar. En el enfrentamiento murió un campesino y varios más fueron llevados presos. Proaño apoyó a los indígenas y consiguió que el gobierno les permitiera seguir cultivando aquellas tierras. Otro caso de resonancia internacional tuvo lugar el 12 de agosto de 1976 con el asalto de la policía a la sede del Hogar Santa Cruz, donde se hallaban reunidos para un intercambio de experiencias pastorales diecisiete obispos de América Latina, sacerdotes católicos y pastores protestantes. Todos fueron llevados al cuartel San Gregorio de Quito, mientras Monseñor Proaño era aislado del resto. Los motivos de la detención fueron difundidos a todo el país veinticuatro horas más tarde a través de la Cadena Nacional por el Subsecretario de Gobierno, aunque nadie lo creyó. Al obispo de Riobamba nunca le dieron la oportunidad de defenderse. Monseñor Proaño participó en el Concilio Vaticano II, y en las Conferencias Medellín (1968) y Puebla (1979); dentro del CELAM fue Presidente de la Comisión Episcopal para el Instituto de Pastoral Latinoamericana (IPLA), y presidente de la Comisión de Pastoral de Conjunto (1969). Una vez que renunció a su diócesis por motivo de edad, fue nombrado presidente del departamento de Pastoral Indígena de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana; también se desempeñó durante 1987 como Asesor Honorario de la Comisión de Asuntos Indígenas del Congreso Nacional, desde donde contribuyó a la elaboración del proyecto de Ley de Nacionalidades Indígenas. A finales de 1987 se le presentó un cáncer, que en menos de un año le causaría la muerte. Entre sus escritos se encuentran: Creo en el hombre y en la comunidad (publicado en 1977 en la colección El credo que ha dado sentido a mi vida); Rupito, libro infantil que cuenta las andanzas de un niño indígena (1985); El Evangelio subversivo (1987) y Concientización, evangelización y políticas (1987). Como reconocimiento a su destacada labor fue nominado al Premio Nobel de la Paz en 1986, y declarado Doctor Honoris Causa por las universidades Central de Quito, Politécnica del Chimborazo y del Litoral. Recibió los premios Rothko Chapel, de Houston y el Bruno Kresky, de Viena (el importe de ambos lo destinó para la fundación de la Casa del Sagrado Corazón). Como homenaje póstumo, Rodrigo Borja decidió denominar con el nombre de Leónidas Proaño la campaña de alfabetización que emprendería su gobierno.

Proaño fue un hombre sencillo, amigo del poncho indígena; valeroso, sin inclinar su frente ante los poderosos; radical en su pastoral de opción por los pobres; amado por los indios que así correspondían a su amor; detestado por los poderosos que veían en él un peligro pues les arrebataba el trabajo esclavizante de los indios. Sus restos reposan en la comunidad de Pucahuayco, en las proximidades de su pueblo natal.

Autor

  • CCG.