A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
EsculturaBiografía

Praxíteles (375-330 a.C.).

Escultor griego, activo en Atenas entre el año 375 y 330 a.C. Fue el artista más importante, después de Fidias, de la corriente ática del siglo IV a.C. Sus obras debieron de gozar de una gran popularidad a juzgar por el elevado número de copias, de la época romana, que se han encontrado de sus principales esculturas. Suele decirse que la fama de sus esculturas se fundamentaba en el naturalismo sensual de sus obras; tal realismo era conseguido no sólo por la perfección del esculpido del mármol, sino también porque las hacía pintar con veladuras de colores carnosos y coloración de ojos y labios, todo ello recubierto de barniz transparente protector. El realismo de sus modelos era efectivista; difunde el sentido de suavidad afeminada de sus apolos y, por supuesto, de su Venus de Cnido. De otra parte, destaca la postura esbelta de los cuerpos, que se contornean hacia un lado creando una sinuosa curva en forma de ese mayúscula, la "curva praxitélica". El naturalismo con el que dota a los dioses representados, la suavidad de sus desnudos y la serena melancolía de sus rostros, inspiraron un ideal de belleza juvenil contrapuesto en muchos aspectos a las obras del siglo anterior. Además puede considerársele el creador del tema de la "venus impúdica" en el arte griego. Sus obras más famosas, además de la ya citada Venus de Cnido, en las que se encierran los caracteres descritos son: el Hermes con Dionisos niño (obra ejecutada entre el año 350 y 330 a.C., conocida también como Hermes de Olimpia o simplemente Hermes) y el Apolo sauroctono, también de alrededor del año 350 a.C., en la que el gran dios Apolo, desprendido de los atributos divinos, es representado como un joven que en actitud indolente, apoyado sobre el tronco de un árbol, se entretiene en matar un lagarto. Otras obras de sátiros y Eros completan su iconografía.

Hermes de Olimpia.

Escultura en mármol con el niño Dionisio del templo de Hera, en Olimpia. Obra de Praxíteles del año 330 a.C. que se encuentra en el Museo de Olimpia. Está considerada como una de las pocas obras originales de la Grecia clásica y por tanto atribuida directamente en su ejecución a la mano de Praxíteles. El personaje divino lleva en su brazo al niño Dionisio, se yergue esbelto sobre sus largas piernas; sus formas corporales son de blanda y pulida modelación y su sereno resplandor se concentra en la cabeza del dios cubierta por un cabello abundante, de cortos rizos que resaltan la suavidad melancólica de su rostro. Este Hermes, el dios mensajero de los dioses, y el niño Dionisio se funden en una dulce imagen conectados por la acción y el sentimiento. Hermes sonriente y con tierna mirada ofrece al niño un racimo de uvas. Dionisos o Dionisio será el dios de la embriaguez y las fiestas bacanales o dionisiacas. El grupo está compuesto como un cuadro: un tronco de árbol, sobre el que se ha tendido un manto, sirve de apoyo al brazo izquierdo de Hermes, el que lleva al niño. El suave tejido se extiende también sobre el brazo para que no se lastime con el áspero leño. La figuras se desarrollan con un sentido puramente frontal y la espalda no fue acabada de cincelar porque fue concebido para ser colocado junto a la pared.

Venus de Cnido.

La obra más estimada de Praxíteles en la Antigüedad era la estatua desnuda de Afrodita que hizo para el santuario de la península de Cnido.

La diosa del Amor siempre había sido representada vestida; así aparece en el friso del Partenón y así fue representada por Alcámenes. Praxíteles la sorprendió desnuda, en el momento de salir del baño; tiene a su lado el jarro de perfumes y el manto plegado para cubrirse. La diosa del amor se muestra imperturbable en su divina esencia, como si nadie pudiera verla, completamente ajena a la idea de cualquier presencia extraña.

Sin embargo, el arte griego sentía todavía cierto prejuicio contra el desnudo femenino. La Afrodita de Praxíteles no parece tener precedentes; debió de ser una obra de taller, ejecutada en la soledad de su genio artístico. Habiendo acudido, cuenta la tradición, a Atenas comisionados de las ciudades de Cos y Cnido para adquirir una Afrodita para sus templos, el artista les ofreció las que tenía terminadas, entre ellas la desnuda. Los de Cos eligieron una figura vestida; los de Cnido optaron por la desnuda, la que, andando el tiempo alcanzará la fama.

Como todas las obras del gran maestro, aparecía ligeramente policromada: color de suave encarnación en el cuerpo y tonos apropiados para los ojos y los labios. La imagen de esta Afrodita ha sido reconocida en varias copias romanas; la mejor está en los Museos Vaticanos. La belleza de su rostro y la hermosura de su cuerpo son la representación del ideal de belleza de mujer. Sorprende el maravilloso modelado del busto y de la espalda (no hay que olvidar que fue esculpida como obra de bulto redondo para ser contemplada en todo su contorno y exhibida en un templete abierto), maravilla la elegante perfección de sus piernas; todo el cuerpo es sobrio y macizo, sin pliegues ni hoyuelos. Por vez primera en la historia de la escultura se nos revela la naturaleza de la diosa del amor sin vestidos que oculten sus senos plenamente desarrollados, sus amplias caderas, sus piernas torneadas y tobillos finamente articulados. Todo ello anuncia el amor, pero en la noble cabeza no hay el menor atisbo de sentimiento lujurioso; hasta cierto punto es símbolo de castidad, libre de la pasión carnal. Su mirada es limpia, tranquila y aparece sin turbación pese a manifestar el encanto de la naturaleza femenina y de la belleza inmortal.

Bibliografía.

  • BLANCO FREIJEIRO,A., Arte griego. Madrid. 1975.

  • PAPAIOANNOU,K., Arte griego, Barcelona. 1973.

  • RICHTER,G., El arte griego, Barcelona. 1979.

  • GOMBRICH,E.H., Historia del Arte, Alianza Editorial, Madrid. 1990.

  • ANGULO IÑIGUEZ,D., Historia del Arte, Madrid. 1973.

  • PIJOAN, Historia del Arte, Salvat, Barcelona. 1967.

Autor

  • LFG