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Pratolini, Vasco (1913-1991).

Poeta, narrador, dramaturgo, periodista y guionista cinematográfico italiano, nacido en Florencia en 1913 y fallecido en Roma el 12 de enero de 1991. Desde unos animosos comienzos como escritor autodidacta, llegó a generar una brillante producción literaria que, abierta a los géneros más variados, ahonda en las relaciones sociales y políticas entre la clase burguesa acomodada y el proletariado urbano.

Nacido en el seno de una familia de muy escasos recursos, desde su temprana infancia se vio obligado a abandonar sus estudios para ejercer toda clase de oficios, lo que le permitió también moverse con soltura por las calles y entrar en contacto con gentes de muy diverso estado y condición. Así, su innata curiosidad intelectual halló amparo en una serie de artistas y escritores que, congregados en torno a la casa del pintor O. Rosai, apadrinaron la formación autodidáctica del joven Vasco Pratolini. Entre todos estos amigos que contribuyeron decisivamente a su determinación de ganarse la vida como escritor, se destacó visiblemente el poeta y novelista siciliano Elio Vittorini, quien le presentó en los principales círculos literarios florentinos y le animó en sus primeros pasos dentro del género narrativo. Por lo demás, sus amigos y protectores le consiguieron un puesto de trabajo como colaborador asiduo en el rotativo local Il Bargello, de donde Vasco Pratolini pasó a desempeñar funciones de redactor en la revista Campo di Marte (1938), en cuya fundación también había tomado parte el joven autor de Florencia.

Así las cosas, a comienzos de la década de los años cuarenta irrumpió en las librerías italianas con Il tapetto verde (El tapete verde, 1941), una novela inicial que, al igual que el resto de sus narraciones primerizas, refleja las duras condiciones sociales y económicas en que se había desarrollado su infancia, así como la vida picaresca que, para sobrevivir, había tenido que llevar durante su primera juventud. En medio del ingenio necesario para salir adelante en tan duro ejercicio de supervivencia, el patetismo de algunos episodios alcanza altas cotas de crudeza y compasión, siempre tamizadas por un acusado tono lírico que, en estas obras iniciales, aproxima mucho el estilo de Pratolini al género de la prosa poética.

El mismo tono y similares contenidos pueden hallarse en las novelas que siguieron a dicha opera prima, entre las que resulta obligado destacar Via dei magazzini (La calle de los almacenes, 1941), Le amiche (Los amigos, 1943) y, por encima de todas, Il quartiere (El barrio, 1943), una bellísima descripción realista de las gentes humildes que residen en Via del Corno, una popular calle de Florencia poblada por tenderos, artesanos y obreros. Concebida como una novela coral en la que el verdadero protagonismo -como de su propio título se desprende- recae sobre ese espacio urbano que determina las condiciones de vida de quienes lo habitan, Il quartiere ofrece una visión amable -y un tanto idealizada- del lumpen-proletariado urbano, en el que resalta la existencia de una ética de clase obrera que postula el optimismo, la honradez y la solidaridad entre los menos favorecidos. Esta contemplación idealizada de la clase proletaria se contrapone -en un brillante ejercicio de eficacia literaria, aunque bien es verdad que, desde el punto de vista ético, un tanto maniqueo- con la vileza y la corrupción reinantes en la burguesía acomodada y, sobre todo, en la emergente burocracia fascista.

Tras estas entregas narrativas que configuran la primera etapa de su producción novelesca, Vasco Pratolini dio a la imprenta, en el transcurso de un mismo año, una curiosa narración romántica titulada Cronache di poveri amanti (Crónica de pobres amantes, 1947) y una novela autobiográfica, Cronaca familiare (Crónica familiar, 1947), en la que rendía tributo literario a uno de sus hermanos, recientemente desaparecido. Posteriormente, publicó otras tres novelas que, bajo los títulos de Mestiere de vagabondo (Oficio de vagabundo, 1947), Un eroe del nostro tempo (Un héroe de nuestro tiempo, 1949) y Le ragazze de San Frediano (y Las muchachas de San Frediano, 1952), habrían de trazar una especie de puente literario entre su primera producción novelesca y la gran obra narrativa que iba a reportar a Vasco Pratolini un reconocimiento universal. Se trata de la trilogía titulada Una storia italiana (Una historia italiana), compuesta por tres novelas cuyos contenidos son totalmente independientes entre sí: Metello (1955), relato de la peripecia vital de un sindicalista italiano del proletariado, desde los primeros conflictos laborales de 1875 hasta la gran huelga del sector de la construcción que, en 1902, amenazó con paralizar la marcha de todo el país; Lo scialo (El despilfarro, 1960), cruda descripción de las penosas condiciones de pobreza en que se desarrollaba la vida en los barrios obreros durante la segunda década del siglo XX; y Allegoria e derisione (Alegoría y escarnio, 1966), reflejo novelesco del auge y la caída del fascismo en Italia. A pesar de que las líneas argumentales de cada una de estas tres novelas progresan por senderos independientes, el conjunto de las tres cobra sentido como trilogía al constituir un impresionante fresco de la historia italiana desde finales del siglo XIX hasta mediados de la siguiente centuria. Los personajes que pueblan las páginas de esta trilogía son tipos emblemáticos de la burguesía y el proletariado, figuras representativas de un espacio urbano -el florentino- que, en la obra de Vasco Pratolini, se convierte en un microcosmos capaz de albergar las claves de las relaciones políticas, sociales y sentimentales que regulan la vida de sus contemporáneos.

Sin abandonar nunca el tema de la ciudad como eje narrativo que articula todos sus escritos, Vasco Pratolini volvió la vista hacia el mundo de la adolescencia en una de sus últimas novelas, titulada La constanza della ragione (La constancia de la razón, 1963). Idéntico material urbano conforma la substancia básica del volumen de versos publicado bajo el epígrafe de La mia città ha trent'anni (Mi ciudad tiene treinta años, 1967), donde el escritor florentino ofreció una amplia muestra de su actividad -prácticamente privada- en el campo de la creación lírica.

Sin embargo, sí fue pública y notoria su consagración al mundo del cine a partir de los años cincuenta, cuando se convirtió en uno de los principales guionistas del neorrealismo italiano. De hecho, varias de sus publicaciones narrativas fueron objeto de interesantes versiones cinematográficas, como Le ragazze di San Frediano y Cronaca familiare (adaptadas a la gran pantalla por Valerio Zurlini), o Metello (rodada en 1970 por Mauro Bolognini).

El resto de la producción literaria de Vasco Pratolini se completa con el volumen misceláneo titulado Il mannello di Natascia (El manojo de Natascia, 1985), una recopilación de crónicas en verso y prosa. Además, conviene mencionar también sus interesantes incursiones en el género dramático, al que aportó algunas obras de gran éxito en la escena teatral italiana de mediados del siglo XX; entre ellas, es justo recordar las tituladas La domenica della povera gente (El domingo de la pobre gente, 1952) y Lungo viaggio di Natale (Largo viaje de Navidad, 1955).

J. R. Fernández de Cano.

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