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LiteraturaBiografía

Pombo, Rafael (1833-1912).

Poeta, periodista, traductor e ingeniero colombiano. Nació el 7 de noviembre de 1833, en Santafé de Bogotá, y murió allí mismo el 5 de mayo de 1912. Ingresó al Seminario de Santafé de Bogotá, donde realizó estudios de Latín, y luego al Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, donde estudió Humanidades. Recibió el grado de Matemática e Ingeniería en el Colegio Militar. Viajó a Estados Unidos, donde permaneció durante diecisiete años y luego regresó a su patria. Por falta de vocación, dejó su carrera de ingeniero para dedicarse a la diplomacia y luego a la política. En 1872 fue nombrado secretario perpetuo de la Academia Colombiana de la Lengua. Tradujo poesías del griego, latín, inglés, francés e italiano.

Como periodista, Pombo fundó diversos periódicos nacionales, tales como El Cartucho y El Centro; dirigió El Tomista y colaboró en La Siesta, El Heraldo, El Obrero, La Nueva Era y Las Crónicas. Pombo es reconocido como el mejor exponente del Romanticismo en su país. Los temas centrales de su lírica fueron Dios, la naturaleza y la mujer. Cultivó todos los géneros líricos desde la alta oda hasta el diminuto epigrama, y ha pasado a la historia de la literatura colombiana como "el poeta de los niños". En 1905 se le tributó el honor de ser declarado el poeta de Colombia.
De sus numerosas obras cabe mencionar las siguientes: Fábulas y Verdades (1916), Cuentos pintados, Preludio de primavera, La hora de tinieblas, En el Niágara, Cuentos morales para niños formales, Amor y matrimonio, Vademecum militar, Libreto español contable, Nuevo método de lectura, El Alfabeto, Doña Pánfaga (juego poético con palabras esdrújulas).

La pobre viejecita. Cuento en verso de Rafael Pombo

Érase una viejecita
Sin nadita que comer
Sino carnes, frutas, dulces,
Tortas, huevos, pan y pez.
Bebía caldo, chocolate,
Leche, vino, té y café,
Y la pobre no encontraba
Qué comer ni qué beber.
Y esta vieja no tenía
Ni un ranchito en qué vivir
Fuera de una casa grande
Con su huerta y su jardín.
Nadie, nadie la cuidaba
Sino Andrés y Juan y Gil
y ocho criadas y dos pajes
De librea y corbatín.
Nunca tuvo en qué sentarse
Sino sillas y sofás
Con banquitos y cojines
Y resorte al espaldar.
Ni otra cama que una grande
Más dorada que un altar,
Con colchón de blanda pluma,
Mucha seda y mucho holán.
Y esta pobre viejecita
Cada año hasta su fin,
Tuvo un año más de vieja
Y uno menos que vivir.
Y al mirarse en el espejo
La espantaba siempre allí
Otra vieja de antiparras,
Papalina y peluquín.
Y esta pobre viejecita
No tenía qué vestir
Sino trajes de mil cortes
Y de telas mil y mil.
Y a no ser por sus zapatos
Chanclas, botas y escarpín,
Descalcita por el suelo
Anduviera la infeliz.
Apetito nunca tuvo
Acabando de comer,
Ni gozó salud completa
Cuando no se hallaba bien.
Se murió de mal de arrugas,
Ya encorvada como un 3,
Y jamás volvió a quejarse
Ni de hambre ni de sed.
Y esta pobre viejecita
Al morir no dejó más
Que onzas, joyas, tierras, casas,
Ocho gatos y un turpial.
Duerma en paz, y Dios permita
Que logremos disfrutar
Las pobrezas de esta pobre
Y morir del mismo mal.

El renacuajo paseador. Cuento en verso de Rafael Pombo

El hijo de Rana, Rinrín Renacuajo,
Salió esta mañana, muy tieso y muy majo
Con pantalón corto, corbata a la moda,
Sombrero encintado y chupa de boda.
"¡Muchacho, no salgas!" le grita mamá.
Pero él hace un gesto y orondo se va.
Halló en el camino a un ratón vecino,
Y le dijo: "¡Amigo! venga, usted conmigo,
Visitemos juntos a doña Ratona
Y habrá francachela y habrá comilona".
A poco llegaron, y avanza Ratón,
Estírase el cuello, coge el aldabón.
Da dos o tres golpes, preguntan: "¿Quién es?"
"–Yo, doña Ratona, beso a usted los pies".
"¿Está usted en casa?" –"Sí, señor, sí estoy:
Y celebro mucho ver a ustedes hoy;
Estaba en mi oficio, hilando algodón,
Pero eso no importante; bien venidos son".
Se hicieron la venia, se dieron la mano,
Y dice Ratico, que es más veterano:
"Mi amigo el de verde rabia de calor,
Démele cerveza, hágame el favor".
Y en tanto que el pillo consume la jarra
Mandó la señora traer la guitarra
Y a Renacuajito le pide que cante
Versitos alegres, tonada elegante.
"–¡Ay! de mil amores lo hiciera, señora,
Pero es imposible darle gusto ahora,
Que tengo el gaznate más seco que estopa
Y me aprieta mucho esta nueva ropa".
"–Lo siento infinito, responde tía Rata,
Aflójese un poco chaleco y corbata,
Y yo mientras tanto les voy a cantar
Una cancioncita muy particular".
Mas estando en esta brillante función
De baile y cerveza, guitarra y canción,
La Gata y sus Gatos salvan el umbral,
Y vuélvese aquello el juicio final.
Doña Gata vieja trinchó por la oreja
Al niño Ratico maullándole: "Hola"
Y los niños Gatos a la vieja Rata
Uno por la pata y otro por la cola.
Don Renacuajito mirando este asalto
Tomó su sombrero, dio un tremendo salto,
Y abriendo la puerta con mano y narices,
Se fue dando a todos "noches muy felices".
Y siguió saltando tan alto y aprisa,
Que perdió el sombrero, rasgó la camisa,
Se coló en la boca de un pato tragón
Y éste se lo embucha de un solo estirón.
Y así concluyeron, uno, dos y tres,
Ratón y Ratona, y el Rana después;
Los gatos comieron y el Pato cenó.
¡Y mamá Ranita solita quedó!

Autor

  • CCG.