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PinturaBiografía

Perugino, Pietro (1450-1523).

Pintor italiano, originario de Perugia de donde recibe su sobrenombre. Nació en Cittá della Pieve (Perugia) en 1450, y murió en Fontignano en 1523, su verdadero nombre era Pietro Vannucci. Se formó junto a pintores de la escuela de Umbria como Ottaviano Nelli (h. 1370-1146), Benedetto Bonfigli (h. 1420-1496) y Fiorenzo di Lorenzo (h. 1445-1525), al igual que mediante el conocimiento de las obras más importantes de Piero della Francesca, diseminadas entre Umbría, Las Marcas y Toscana, así como por el conocimiento de la obra de Verrocchio, de quien fue, probablemente, discípulo en Florencia. Entre 1470 y 1472, desarrolla una importante actividad, sobre todo en Umbría, Las Marcas, Florencia y Roma. Trabajó también en Lucca, Bolonia, Venecia, Cremona, Ferrara y Milán.

La biografía que sobre este pintor realizó Vasari está llena de inexactitudes y trasluce una gran antipatía hacía el artista. Esto ha motivado que durante largo tiempo no haya gozado de una fama positiva. Sin embargo la critica actual ha investigado sobre su vida determinado su formación y su carrera, al igual que rasgos sobre su carácter como la avidez que mostró por el dinero, su falta de religiosidad, pese a su enorme producción devocional, y su difícil carácter.

De sus obras de juventud destaca La adoración de los Magos de 1473 y las Escenas de la vida de San Bernardino de 1476, así como varias Vírgenes que se encuentran diseminadas en numerosos museos europeos. Muchas de ellas habían sido atribuidas durante largo tiempo a Verrocchio. En todas ellas se van a mezclar las influencias recibidas de sus dos maestros cuatrocentistas.

En Roma se encuentra trabajando desde 1478. Entre 1480 y 1482, por encargo del Papa Sixto IV, realiza los frescos de la parte inferior de la Capilla Sixtina, en unión con otros grandes maestros del momento, como Botticelli y Ghirlandaio. De los frescos encargado a Perugino se conserva la magnífica Entrega de las llaves a San Pedro, donde muestra un perfecto equilibrio entre el rigor de la pintura florentina y la dulzura propia de la Umbría, la escena centralizada muestra un grupo de figuras modeladas con gran precisión y con rasgos propios que lo reveló como un magnífico retratista. La centralidad se define por la relación de unas figuras con otras y de estas con el conjunto, se encuentras enmarcadas en un espacio real y convincente, en el que se consigue la sensación de profundidad mediante el enlosado y la colocación de arquitecturas clásicas en un segundo plano, que a su vez se destacan sobre un paisaje amable y luminoso propio de la región del pintor. En esta obra Perugino muestra como había asimilado plenamente la lección de la pintura del Quattrocento.

En 1485 es nombrado ciudadano honorario de Perugia, lo que nos revela el gran prestigio personal que había adquirido. Su actividad se reparte entre Roma, Umbría y Toscana. En 1492 instala definitivamente su taller en Florencia. Durante este periodo pinta sobre todo cuadros de altar con una actividad intensísima: es el momento en que su obra adquiere una mayor madurez, con amplias composiciones insertadas en grandes espacios abiertos, aunque expresa una religiosidad más suave que expresiva. Son características sus numerosas madonas representadas en compañía de santos, como en la Visión de San Bernardo de la pinacoteca de Munich. De entre 1494 y 1495 es el Lamento ante Cristo muerto o el fresco, realizado por encargo de los cistercienses de Florencia, de la Crucifixión de Santa María Magdalena dei Pazzi, considerada como su obra maestra.

De 1497 es el Retablo de Fano y de entre 1496 y 1499 el Retablo de San Pedro de Perugia. De entre 1500 y 1504 son los Esponsales de la Virgen y la Resurrección. En 1499 inicia la decoración del Cambio de Perugia, para esta obra recibe como alumno al que luego será el celebérrimo Rafael Sanzio, con el que entabla amistad, aunque éste, con su espíritu selectivo, pronto se apartará de ella, pese a esto su influencia en el maestro es muy fuerte, sus obras de juventud se identifican plenamente con las de Perugino y su huella es perdurable durante toda su producción pictórica.

En los últimos años de su vida, con una intensa actividad, trabaja para las más importantes iglesias de Umbría y Toscana, así como para el studiolo de Isabel de Gonzaga, para quien realiza la Lucha entre el Amor y la Castidad de 1505. De 1508 es la decoración de la bóveda de la estancia del Incendio del Borgo en el Vaticano. A partir de esta fecha trabaja en Perugia y sus alrededores con un progresivo empobrecimiento del estilo, que repite sus composiciones de más éxito.

Su estilo se caracteriza por una técnica perfecta, un brillante colorido y composiciones amplias y equilibradas, totalmente alejadas del goticismo, donde las figuras, las arquitecturas y los paisajes se incluyen en un espacio tridimensional, perfectamente relacionados entre sí, este sentido de la composición del cuadro es una de las mejores aportaciones al arte de Rafael. Este estilo, personal y característico, se hace a la larga reiterativo y monótono, sus figuras presentan siempre una semejanza en sus rasgos y en sus actitudes y todas muestran una excesiva blandura. Fue también un gran retratista, aunque lo más famoso y popular de su producción son las innumerables Madonnas.

Bibliografía

  • BERENSON, B.: Los pintores italianos del Renacimiento. Barcelona, 1954.

  • BERGER, R.: El conocimiento de la Pintura. Barcelona, 1976.

  • ENZINA, J. de la: Los Pintores italianos del Renacimiento. México, 1949.

  • POPE-HENNESSY, J.: El retrato en el Renacimiento. Madrid, 1985.

  • SEBASTIAN, S.: Arte y Humanismo. Madrid, 1978.

E. Alegre Carvajal.

Autor

  • Esther Alegre Carvajal. modificado