Benjamin Péret (1899–1959): La Voz Radical del Surrealismo
Los orígenes y primeras influencias de Benjamin Péret
Benjamin Péret nació el 4 de julio de 1899 en la pequeña localidad de Rézé, cerca de Nantes, en el departamento de Loire-Atlantique, Francia. Provenía de una familia de clase media, lo que le otorgó un espacio en la sociedad donde las expectativas eran modestas pero a la vez capaces de permitirle un acceso básico a la educación y la cultura. El ambiente en el que creció fue, en muchos sentidos, una mezcla de la vida común de la clase media francesa de principios de siglo y las tensiones históricas derivadas de los grandes conflictos mundiales de la época.
Péret vivió la Primera Guerra Mundial de una forma especialmente desgarradora. A pesar de sus aspiraciones artísticas y educativas, el estallido del conflicto en 1914 lo forzó a interrumpir su formación académica. A la edad de 16 años, fue movilizado y enviado a la ciudad griega de Salónica, en la región de los Balcanes, donde la guerra se libraba con una violencia sin igual. Posteriormente, fue destinado a la línea de frente de los Balcanes, donde sufrió una grave enfermedad, disentería, que lo obligó a regresar a Francia en condiciones lamentables, pasando por varios hospitales de Europa hasta que se recuperó parcialmente. Tras su recuperación, continuó sus labores militares hasta que fue desmovilizado en 1920.
Este periodo de enfermedad y sufrimiento tuvo un impacto profundo en su carácter y en su visión del mundo. Aunque esta experiencia pudo haberlo marcado profundamente, también le brindó la oportunidad de replantearse su lugar en la sociedad y su vocación literaria. Ya en 1920, al volver a la tranquilidad de su país natal, decidió trasladarse a Nantes para descansar y reconfigurar su vida. Esta etapa de reposo en su ciudad natal le dio el espacio necesario para comenzar a tomar forma su vocación literaria, que se convertiría en su motor y en su mayor desafío vital.
Introducción a la literatura y el arte
A principios de la década de 1920, Benjamin Péret se mudó a París, la capital del arte y la literatura vanguardista de Europa. Su llegada a París coincidió con el auge del surrealismo, un movimiento artístico y literario que buscaba la liberación del pensamiento racional y la exploración del inconsciente. Esta corriente, que se nutría de las ideas de Sigmund Freud y la filosofía de Marx, apelaba a una ruptura total con las convenciones burguesas y académicas que dominaban la sociedad de la época.
Péret se integró rápidamente en los círculos literarios y artísticos de París, donde comenzó a relacionarse con algunas de las figuras más destacadas del surrealismo. Entre ellos, André Breton y Paul Éluard fueron dos de los poetas más influyentes en su carrera. Su proximidad con estos artistas y pensadores no solo alimentó su desarrollo como escritor, sino que también lo impulsó a abrazar una actitud profundamente crítica y subversiva hacia la sociedad, la política y la cultura establecida.
En 1921, publicó su primer libro, Le passager du transatlantique (El pasajero del transatlántico), un poemario que desbordaba creatividad e innovación, y que rápidamente lo estableció como una de las voces más originales del surrealismo francés. Este trabajo fue un claro indicio de que Péret no solo era un poeta talentoso, sino también un pensador radical cuyo enfoque se distanciaría de las tradiciones poéticas del pasado.
Poco después, continuó publicando más obras, como Au 125 du Boulevard Saint-Germain (En el 125 del Boulevard Saint-Germain) en 1923 y Inmortelle maladie (Enfermedad inmortal) en 1924. Estas colecciones consolidaron su estatus dentro del movimiento y lo posicionaron como uno de los nombres más relevantes de la poesía vanguardista europea.
Además de su labor como poeta, Péret se dedicó a la creación de la revista La Révolution Surréaliste, junto con el pintor Pierre Naville. Esta revista se convirtió en un instrumento clave para la difusión de las ideas surrealistas, y a través de ella, Péret se aseguró de que sus ideas y su obra llegaran a un público mucho más amplio. La revista no solo abordaba cuestiones literarias, sino que también se adentraba en cuestiones políticas, sociales y filosóficas, reflejando la pasión de Péret por la transformación radical de la sociedad.
La conexión con el surrealismo
La actitud irreverente de Péret hacia las normas establecidas fue un rasgo distintivo de su poesía. Desde sus primeros trabajos, se apartó de los temas tradicionales de la poesía francesa, buscando, en cambio, lo absurdo, lo onírico y lo irracional. La influencia del surrealismo era evidente, pero también lo era su dedicación a una crítica implacable contra las estructuras de poder de la época. El surrealismo le proporcionó no solo una forma de expresión literaria, sino también una plataforma para sus ideales políticos.
A través de su amistad con André Breton, líder indiscutido del surrealismo, Péret también se unió a la crítica a la sociedad burguesa, a la que consideraba responsable de la opresión de la creatividad y la libertad humana. Este deseo de romper con lo establecido, tanto en el ámbito literario como político, sería una constante en la vida de Péret. Con su actitud combativa y su postura radical, se adentró en los ámbitos más oscuros del surrealismo, como el dadaísmo y el anarquismo, adoptando ideales que se alejarían de los enfoques más moderados del movimiento.
A través de la conexión con Breton, también profundizó en sus estudios sobre el inconsciente, lo que influyó en su estilo literario, caracterizado por una escritura automática y por la búsqueda de un lenguaje que superara las limitaciones del pensamiento racional. Para Péret, la poesía no era solo una forma artística, sino una herramienta poderosa de subversión y transformación de la realidad.
Ascenso en la escena literaria y su radicalismo político
La consolidación en el mundo surrealista
A medida que avanzaba la década de 1920, la figura de Benjamin Péret se consolidaba como una de las voces más destacadas del surrealismo en Francia. Su primer poemario, Le passager du transatlantique (El pasajero del transatlántico), publicado en 1921, marcó el inicio de su carrera como poeta revolucionario. Con esta obra, Péret no solo se presentó como un joven con gran potencial, sino que también dejó claro que su escritura no estaba destinada a la tradición literaria convencional. La obra estaba impregnada de un lenguaje visionario y de una crítica feroz a las estructuras establecidas de la sociedad, la política y la moral.
El año 1923 fue decisivo para su carrera, ya que publicó Au 125 du Boulevard Saint-Germain (En el 125 del Boulevard Saint-Germain), un libro que consolidó su lugar en el círculo de los poetas más importantes de la vanguardia parisina. Durante estos años, la poesía de Péret comenzó a caracterizarse por un lenguaje enigmático y surrealista que trascendía las normas de la lógica. Al mismo tiempo, su influencia sobre otros artistas creció, y su nombre se vinculó a una nueva forma de ver el mundo a través de los ojos de lo absurdo y lo irracional.
Uno de los hitos más importantes de su carrera fue la creación de la revista La Révolution Surréaliste junto con Pierre Naville en 1924. Esta revista se convirtió en un canal de expresión para las ideas más radicales del surrealismo. A través de ella, Péret y otros miembros del movimiento discutieron y promovieron la subversión de las normas sociales, estéticas y políticas. Aunque la revista estuvo bajo la dirección de André Breton en 1925, la contribución de Péret como editor y colaborador de este proyecto fue crucial para el avance de sus ideas.
Las obras que siguieron a Le passager du transatlantique, como Inmortelle maladie (Enfermedad inmortal, 1924), Il était une boulangère (Era una panadera, 1925) y 152 proverbes mis au goût du jour (152 proverbios adaptados a los gustos actuales, 1925), continuaron ampliando su influencia en el mundo literario. Estos poemarios se distinguían no solo por su lenguaje innovador y surrealista, sino también por su visión radical y transgresora de la realidad. En estas obras, Péret atacaba no solo las convenciones literarias, sino también las estructuras de poder y opresión en la sociedad, reafirmando su postura de lucha constante contra el status quo.
Transición política y ruptura con el surrealismo
A pesar de su éxito literario, Péret no se conformó con la exclusividad de los círculos literarios. La política, especialmente las ideas radicales que nacían de la Revolución Rusa y el espíritu de lucha que dominaba Europa, tuvo un impacto directo en su vida y obra. En 1927, Péret ingresó formalmente en el Partido Comunista Francés (PCF), atraído por la promesa de una transformación radical de la sociedad. Su compromiso con el marxismo se profundizó al comenzar a colaborar con el periódico comunista L’Humanité, donde escribió sobre temas sociales y políticos.
Sin embargo, su relación con el comunismo fue breve y conflictiva. En 1930, Péret rompió con el PCF debido a lo que percibía como una moderación excesiva en las decisiones de la Internacional Comunista. La llamada «resolución de Kharkov», que consideraba una traición a los ideales revolucionarios, fue la gota que colmó el vaso. En lugar de seguir una línea moderada, Péret prefería una postura más radical que fuera completamente coherente con su visión del mundo como poeta y como hombre de acción política. La traición a los ideales revolucionarios de la clase obrera y la complacencia hacia la clase burguesa fueron elementos que lo empujaron a alejarse del Partido Comunista.
Este alejamiento no solo tuvo consecuencias en su vida política, sino que también significó una ruptura con el surrealismo mismo. En 1930, Péret rompió definitivamente con la Asociación de Escritores y Artistas Revolucionarios y con varios de sus antiguos camaradas surrealistas. Este distanciamiento fue el principio de un periodo de mayor agitación en su vida, marcado por la confrontación con los ideales que había defendido y que sentía que ya no representaban su forma radical de entender el arte y la política.
A pesar de la ruptura, su producción literaria continuó siendo prolífica y radical. Entre 1927 y 1929, publicó una serie de obras intensamente provocativas, como Dormir, dormir dans les pierres (Dormir, dormir en las piedras, 1927), Le grand jeu (El gran juego, 1928), Et les seins mouraient… (Y los senos morían…, 1928) y 1929 (1929), esta última escrita en colaboración con Louis Aragon, otro de los grandes nombres del surrealismo francés. Estas obras fueron un testamento de su lucha inquebrantable contra la moral y las estructuras establecidas, y reflejaron el profundo desencanto de Péret con los movimientos en los que se había involucrado.
El conflicto de ideas se agudizó, y el escritor se sintió cada vez más en desacuerdo con los surrealistas, cuyo rumbo se moderaba hacia la integración en estructuras políticas y culturales más tradicionales. Su postura radical lo llevó a tomar decisiones cada vez más desconcertantes para sus contemporáneos, lo que dejó claro que la búsqueda de un cambio absoluto y revolucionario era más importante para él que cualquier lealtad a un movimiento o grupo en particular.
La guerra, el exilio y la creación en México
La Segunda Guerra Mundial y su encarcelamiento
Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, la vida de Benjamin Péret atravesó una nueva etapa marcada por la represión, el exilio y el retorno a las luchas políticas de su juventud. En 1941, durante los primeros años de la ocupación nazi en Francia, Péret fue arrestado y encarcelado en Rennes, acusado de llevar a cabo actividades subversivas. Durante este periodo de encarcelamiento, su vida estuvo en grave peligro, pero las circunstancias de la guerra y el avance de las fuerzas alemanas en territorio francés facilitaron su liberación.
A medida que las tropas nazis avanzaban por Francia, Péret aprovechó la oportunidad para escapar y trasladarse a París, donde continuó con su trabajo político, escribiendo y movilizando a los intelectuales y artistas antifascistas. Durante esta época, su figura se convirtió en un símbolo de resistencia y de lucha contra las opresiones del régimen de Vichy y el avance del fascismo. Sin embargo, la situación en Francia se volvió cada vez más peligrosa para un hombre tan radical y comprometido como él. La denuncia pública de su activismo por parte de la prensa colaboracionista lo obligó a tomar medidas drásticas.
Con el régimen de Vichy acechando y el peligro de ser arrestado nuevamente, Péret decidió huir de Francia y se trasladó hacia Marsella, en la zona no ocupada por las fuerzas alemanas. Desde allí, en 1942, emprendió su viaje hacia México, una tierra que se convertiría en su refugio y en un nuevo espacio para su producción artística y literaria.
Colaboración en México
México, durante la Segunda Guerra Mundial, se configuraba como un destino para muchos exiliados políticos y artistas, especialmente aquellos que huían de los regímenes totalitarios de Europa. En este contexto, Péret encontró un terreno fértil para continuar con su trabajo literario y su lucha política. Al llegar, se estableció en Ciudad de México, donde se unió a círculos de intelectuales y artistas, y fue allí donde encontró a una de las figuras más importantes de su vida: la pintora española Remedios Varo.
Péret y Varo no solo compartieron una vida personal, sino que también colaboraron en diversos proyectos artísticos y culturales. Juntos intentaron crear un nuevo grupo surrealista en México, aunque las circunstancias políticas y la distancia con el resto de Europa dificultaron la cohesión de este proyecto. A pesar de los retos, la llegada de Péret a México representó una nueva etapa en su vida, una que lo conectaría con nuevos movimientos artísticos y lo enriquecería culturalmente.
Durante su estancia en México, Péret continuó escribiendo y publicando obras que reflejaban su persistente radicalismo. Les malheurs d’un dollar (Las desgracias de un dólar, 1942), La parole est à Péret (Péret tiene la palabra, 1945) y Le déshonneur des poètes (El deshonor de los poetas, 1945) son algunos de los trabajos que publicó en ese período. Estas obras, con su estilo provocador y su crítica feroz hacia los escritores franceses que él veía como traidores durante la ocupación nazi, consolidaron la figura de Péret como un poeta radical, comprometido con los ideales del marxismo revolucionario.
Además de su trabajo literario, Péret también comenzó a realizar traducciones de importantes obras de la literatura mexicana, como Livre de Chilam Balam de Chuzumel (1955), de la tradición maya, y algunas de las obras de Octavio Paz, a quien traduciría en 1962. A través de estas traducciones, Péret se sumergió aún más en la cultura mexicana y en su contexto político y literario.
Reconexión con la vanguardia surrealista
En 1947, Péret regresó a Francia, donde publicó uno de sus trabajos más importantes, Feu central (Fuego central), un volumen de poesía que reafirmó su lugar como una figura clave del surrealismo. Su regreso a Europa coincidió con una reorganización de sus vínculos con el surrealismo, especialmente con la figura de André Breton, con quien se reconcilió en este periodo tras años de distanciamiento. En Francia, a pesar de la distancia física y de las nuevas circunstancias políticas, Péret continuó su lucha por un arte radical y revolucionario.
A pesar de este regreso a sus raíces surrealistas, el paso de los años trajo consigo una tendencia más aislada en su producción literaria. Obras como La brevis galante (1949), Air mexicain (1952) y Mort aux vaches et au champ d’honneur (Mueran los cabrones y el campo del honor, 1953), reflejan su continuo desdén por las formas de arte convencionales y por los poetas que, en su opinión, traicionaron el espíritu de la vanguardia. Incluso en sus últimos escritos, como Les rouilles encagées (Las herrumbres encajadas, 1954), publicada bajo el seudónimo de «Satyremont», Péret mantuvo su postura radical e irreductible ante la sociedad.
El final de su vida y legado póstumo
La salud de Péret comenzó a deteriorarse a mediados de la década de 1950. En 1957, publicó Le gigot, sa vie et son oeuvre (El pierna de cordero, su vida y su obra), una obra que consolidó su mirada irreverente hacia el arte y la literatura. Sin embargo, poco después de esta publicación, su salud empeoró rápidamente. En 1959, tras una intervención quirúrgica, Péret falleció en París, dejando un legado literario y político que perduraría más allá de su muerte.
Su producción literaria, aunque compleja y a menudo difícil de categorizar, tuvo una influencia duradera en la literatura y el arte surrealista, así como en los movimientos de izquierda que luchaban contra las opresiones del siglo XX. Obras póstumas como Vingt poèmes (Veinte poemas, 1965) y su trabajo de traducción siguen siendo referencias clave en la comprensión de la evolución del surrealismo y de la lucha política a través de la literatura.
La figura de Benjamin Péret permanece como una de las voces más insobornables del surrealismo y de la literatura radical del siglo XX. Su legado es, en última instancia, un testimonio de su inquebrantable deseo de transformar el mundo a través del arte, la poesía y la política.
MCN Biografías, 2025. "Benjamin Péret (1899–1959): La Voz Radical del Surrealismo". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/peret-benjamin [consulta: 5 de octubre de 2025].