Perelló de Segurola, Andrés (1875-1953).
Cantante, actor y empresario español, nacido en Valencia el 29 de marzo de 1875 y fallecido en Barcelona el 22 de enero de 1953. Desarrolló la mayor parte de su carrera artística en Estados Unidos, donde permaneció durante casi cuarenta años. Fue amigo, secretario personal y compañero de reparto habitual de Enrico Caruso, a lo que debió gran parte de su celebridad. Fácilmente reconocible por sus maneras y atuendo de gentleman inglés, residió mucho tiempo en Hollywood, donde llegó a interpretar varias películas y abrió una academia de canto. Como cantante en la cuerda de bajo, Segurola no alcanzaba la calidad de Feodor Chaliapin -considerado el mejor bajo del mundo de la época- o José Mardones, aunque sí supo sacar el máximo provecho de su voz y destacar como secundario al lado de las mejores figuras de la lírica.
Su niñez y juventud transcurrieron en Barcelona, donde fue educado por un tutor, ya que a los cuatro años había quedado huérfano. Comenzó a estudiar Derecho al mismo tiempo que practicaba el canto y aprendía a tocar el piano en el Conservatorio Municipal. Su debut se produjo en 1895, con la interpretaciónn de Los hugonotes en el Teatro del Liceo, y poco después Lucrecia Borgia en este mismo escenario. En los años siguientes actuó en diversos teatros internacionales, entre los que destacan el San Carlo de Nápoles y la Ópera de Salzburgo, donde interpretó con gran éxito el personaje de Leporello en Don Giovanni, junto a la gran soprano alemana Lotte Lehmann. A partir de 1909 actuó en diversos teatros norteamericanos -Filadelfia, St. Louis, Chicago, Atlanta, etc.-, aunque con especial asiduidad en el Metropolitan de Nueva York; además de con Caruso, compartió en numerosas ocasiones dicho escenario con las cantantes españolas María Barrientos y Lucrecia Bori, con la checa Emmy Destinn y con los italianos Pasquale Amato, Titta Ruffo y Antonio Scotti, entre otros. En 1910 participó en un magnífico Rigoletto con otra española, Elvira de Hidalgo, así como en el estreno de La fanciulla del West. Otras obras en las que destacó fueron La Gioconda, La Bohème y Manon Lescaut.
A principios de 1920 decidió abandonar la ópera para dedicarse al cine, gracias a la oportunidad que le ofreció la actriz Gloria Swanson, en el film Los amores de Sonia. Un desgraciado accidente de automóvil, ocurrido cuando se dirigía hacia Chicago para dirigir una compañía lírica, le dejó ciego, a pesar de lo cual no abandonó los Estados Unidos ni la actividad: durante más de veinte años estuvo enseñando canto en su propia academia, de la que salieron algunos cantantes notables, como Nadine O'Connor, Renato Zanelli y, sobre todo, la famosa Diana Durbin. Regresó finalmente a España en 1951, dos años antes de su muerte.
