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MúsicaBiografía

Núñez Meléndez, José, o "Pepe el de la Matrona" (1887-1980).

Cantaor español nacido en Sevilla en 1887 y fallecido en Madrid en 1980. Está considerado, sobre todo, como un magnífico transmisor de distintas formas del cante, algunas de las cuales salvó de un olvido inevitable. Se ganó la vida como cantaor desde que era niño y estuvo cantando hasta el momento mismo de su muerte, lo que hace de él uno de los cantaores en activo más longevos.

Ya en su juventud, hacia 1906 o 1907, estableció su residencia en Madrid, y allí tuvo oportunidad de actuar en los cafés-cantantes tan de moda en la época. Sin embargo, gustaba de mostrar su arte preferentemente en reuniones privadas y fiestas de gitanos. Participó en la grabación de la famosa Antología del Cante Flamenco editada por Discos y Cintas Hispavox en 1958, y desde entonces su actividad pública fue mayor, al ser requerido para cantar en teatros, universidades, etc. Sin embargo, no volvió a grabar hasta quince años después de esta entrega, cuando contaba ya 82 años. En ésta, su segunda y última sesión de grabación, grabó treinta y cinco temas que se publicaron en dos álbumes: Tesoros del flamenco antiguo (1970), con veintitrés temas en total, y Solera viva del flamenco (1976), con doce temas.

Entre 1914 y 1917 realizó dos viajes a Cuba: el primero de nueve meses a La Habana y el segundo de cuatro o cinco a diversas ciudades de Cuba, Estados Unidos (Nueva York) y México. También estuvo unos días en Barcelona en 1918. Regresó a Madrid de su estancia en aquellas tierras con algunos cantes nuevos, como la milonga y alguna rumba, de genealogía americana (véase el apartado Cantes de ida y vuelta en la voz flamenco). Formó parte del elenco de artistas del tablao Zambra, con quienes tuvo también oportunidad de viajar a distintos países.

Fue un cantaor de los llamados enciclopédicos, conocedor y buen artífice de casi todos los estilos. Fernando Quiñones precisa que fue excepcional en el cante por soleares; supo cantar magistralmente las de Paquirri el Guanté, las trianeras, las de Utrera o la soleá petenera, y, aunque también fue un buen seguiriyero (véase seguiriya), dice Quiñones que este estilo lo cantaba más por saberlo que por vivirlo.

Autor

  • Ana Isabel Hernández González