A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
HistoriaBiografía

Pedro de Aragón, Infante de Aragón (1401-1435).

Infante aragonés de origen castellano, quinto hijo de Fernando de Antequera y de Leonor de Alburquerque. Nació en el año 1401 y murió en Nápoles el 4 de agosto de 1435, a consecuencia de las heridas recibidas en la batalla de Ponza, a la que había acudido junto al resto de sus hermanos, los famosos infantes de Aragón, para defender los intereses napolitanos de su hermano mayor, el rey Alfonso el Magnánimo.

No se conocen demasiados datos de su infancia y primeros años, aunque es fácilmente deducible que hubiese pasado gran tiempo en la corte castellana, donde, hacia 1412, un poeta cortesano, fray Diego de Valencia de don Juan, le dedicó esta copla en el Cancionero de Baena (ed. Dutton-González Cuenca, nº 514, pp. 359-360):

Como piedra adiamante
tal sea la quinta planta,
por que ponga so su planta
a qualquier que se levante
contra su padre el Infante
de la gente de Ismael
e, segunt diz' Daniel,
las sus azes les quebrante..

De acuerdo a los planes paternos, Pedro siempre figuró como la mano derecha de su hermano Juan. De esta forma, le acompañó hacia Navarra en 1420, cuando fue a casarse con la reina Blanca, y también Pedro regresó apresuradamente hacia Castilla con su hermano cuando éste tuvo noticias de que el tercero, Enrique, había secuestrado en Tordesillas a Juan II de Castilla. Sin embargo, en 1421 fue su hermano mayor, el rey aragonés Alfonso V, quien decidió llevarle con él a Nápoles, donde peleó a favor de la reina Juana II, y en contra de los duques de Milán y de Anjou. Después de que Juana II rompiese la alianza efectuada con el Magnánimo, en 1423 Pedro de Aragón participó de forma activa en la conquista de Nápoles para la Corona de Aragón, de tal modo que cuando Alfonso partió hacia Castilla para intentar poner fin a la prisión de su hermano Enrique, Pedro quedó como custodio de Nápoles y como lugarteniente del reino. Sin embargo, la contraofensiva de los angevinos hizo que la ciudad fuera asediada y que Pedro de Aragón, para evitar males mayores, regresase a Castilla en 1425.

A través de las crónicas de la época es posible espigar la característica principal del infante don Pedro: la fidelidad absoluta hacia sus hermanos, en cumplimiento del papel que su padre la había reservado. Así, por ejemplo, en las nuevas discordias entre los infantes y el condestable Luna, acontecidas en 1429, Pedro de Aragón se excusó ante Juan II, quien le instaba a cumplir con la fidelidad que debía hacia la corona de Castilla, diciendo:

que por su persona le seguiría de buen talante en cualquier guerra que él hubiese; pero por ser contra sus hermanos, que non le estaría bien ser en aquella guerra que el Rey al presente facía, e que Su Merced [i.e., el rey de Castilla] le quisiese haber excusado en aquel caso.
(Crónica de Juan II de Alvar García de Santa María, recogido por Benito Ruano, op. cit., p. 29).

Así pues, la guerra entre lunistas y aragonesistas se extendió otra vez desde 1429 hasta 1430. En este último año, combatiendo al lado de su hermano Enrique, el maestre de la Orden de Santiago, Pedro de Aragón, después de hacerse con el control del castillo de Peñafiel (Valladolid) y de Alba de Aliste (Zamora), defendió las posesiones extremeñas del linaje, logrando unir a su causa a las guarniciones de las fortalezas de Trujillo y Alburquerque. Precisamente durante 1428, algunos caballeros afines al condestable Luna quisieron llevar a cabo una emboscada para matar a Pedro de Aragón, que mantenía la posesión de Alburquerque en nombre de su hermano Enrique. La celada consistía en aprovechar el gusto por la caza del infante Pedro, que acudía prácticamente todas las noches a cazar aves rapaces, para que los hombres se escondieran en una buitrera y le asesinasen. El condestable Luna, basándose en los códigos de honor caballerescos, prohibió terminantemente esta operación y así se lo hizo saber tanto a sus partidarios como a Pedro de Aragón, quién sabe si tal vez buscando una solución negociada al conflicto.

En una de esas escaramuzas contra las tropas del condestable Luna, Pedro fue hecho prisionero por los enemigos, lo que motivó que el infante Enrique se declarase vencido a cambio de que su hermano recobrase la libertad. En ningún caso el maestre, que había sufrido casi tres años de cárcel (1422-1425) en el castillo de Mora (Toledo), quiso que Pedro corriese la misma suerte. Por esta razón, y ante el triunfo del condestable Luna, los infantes de Aragón, acompañados de un notable grupo de miembros de la nobleza castellana, se exilió primero a Portugal (1431). Desde Lisboa, Enrique y Pedro de Aragón partieron en 1432 con rumbo a Valencia. Allí se reunieron con el otro hermano, Juan, y los tres partieron hacia tierras italianas con el firme propósito de convencer a Alfonso V de Aragón de que regresase a la península para, de manera definitiva, acabar con el poderío del condestable Luna en Castilla.

La mayoría de analistas del suceso coinciden en afirmar que tal fue la tenacidad con que los infantes insistieron a su hermano que éste había decidido firmemente invadir Castilla para restituir el orden y acabar con el gran opositor de los infantes, el condestable Luna. Pero una casualidad cambió radicalmente los acontecimientos: la muerte de Luis III de Anjou, en noviembre de 1434 y, sobre todo, la muerte de la reina Juana en febrero de 1435, hicieron posible que Alfonso V reconsiderase su tantas veces anhelado deseo de coronarse rey de Nápoles.

De esta forma, en agosto de 1435, las flotas aragonesa y angevino-genovesa acabaron por encontrarse en las aguas del golfo de Gaeta, alrededor de la isla de Ponza (véase: Batalla de Ponza). La batalla librada, una de las más cruentas luchas marinas del siglo XV, dejó numerosas muertes en ambos bandos, entre ellas la del propio Pedro de Aragón, que cayó abatido por un disparo de una lombarda, es decir, de un cañón ligero, a las pocas horas de iniciado el combate. Con su desaparición, los infantes de Aragón se vieron privados de quien había sido un gran apoyo en el intento de llevar a cabo el plan político diseñado por su padre, el monarca Fernando I. El marqués de Santillana, Íñigo López de Mendoza, le dedicó una sentida estrofa en su Comedieta de Ponza, cuyas loas sirven para finalizar esta semblanza de tal vez el más desconocido de los infantes de Aragón:

Vengamos al quarto, segundo Magón,
estrenuo, valiente, fiero e belicoso,
magnífico, franco, de gran coraçón,
gentil de persona, affable, fermoso;
su dulçe semblante es tan amoroso
que non es bastante ninguna grand renta
a suplir deffectos, segund él contenta
al militar vulgo, pero trabajoso.
(Comedieta de Ponza, estrofa XXXV).

Bibliografía

  • BENITO RUANO, E. Los infantes de Aragón. (Pamplona, CSIC, 1952).

  • SUÁREZ FERNÁNDEZ, L. Nobleza y monarquía. Puntos de vista sobre la historia política castellana del siglo XV. (Valladolid, Universidad de Valladolid, 1975).

  • SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., et al. Los Trastámaras de Castilla y Aragón en el siglo XV. (Madrid, Espasa-Calpe, 1968. Vol. XV de Enciclopedia de Historia de España, dir. R. Menéndez Pidal).

Autor

  • Óscar Perea Rodríguez